miércoles, 22 de agosto de 2007

LA FERIA TAURINA 2007: Balance provisorio.

Por Jorge A. Chávez Silva “El Charro”



Sin pena ni gloria transcurrió la Feria Taurina de la Virgen del Carmen 2007 en la plaza La Feliciana de Celendín. Si hemos de hacer un balance a vuelo de pájaro podríamos darle el veredicto de Regular. Vamos a analizar por partes, como es nuestra costumbre, las diferentes aristas que tuvo la fiesta.
Empezaremos por el ingrediente principal de la corrida: los TOROS, que respondieron a los antecedentes de su ganadería de procedencia. Regulares y bien presentados los de San Simón y de San Pedro, aunque bajos de peso. Pésimos, con peligrosos resabios y con evidente falta de casta los de Punta Hermosa, corroborando las presunciones de nuestro entendido colaborador Walter Chávez Tejada. Lo insólito del caso es que el único toro indultado de la feria procediera de esa ganadería.
Un asunto que debe movernos a reflexión es el referente a los toreros que asistieron a la feria. Realmente no entendemos la actitud de los toreros. Sabemos que la fiesta brava tiene un sin fin de detractores, desde los ecologistas que no dudan en arrojar la cáscara de plátano en una plaza pública hasta los defensores de los animales, que suelen ser los más crueles con sus semejantes.
Lo que no sabíamos era que entre los enemigos estaban los diestros. En el Perú se han constituido en seudo empresas y van junto con los saltimbanquis y suerteros de feria en feria sorprendiendo a las incautas comisiones taurinas, solicitando adelantos y ofreciendo desde ganado hasta banderilleros y al final no cumplen o, en el mejor de los casos, nos dan gato por liebre. ¿No se darán cuenta que están matando a la gallina de los huevos de oro? La “empresa” montada por el “Diablo” Montenegro, un banderillero jubilado de ínfima categoría, es la más delincuencial. En complicidad con su socio Castro de Cajamarca habría estafado a los encargados de la Comisión por un monto que los escarbadores de las noticias basura andan dimensionando.
David Gil, el matador en quien teníamos confianza por sus antecedentes, llegó en mal estado a la corrida y nos brindó una las peores actuaciones que le viéramos en los ruedos. El “Maravilla” estuvo en lo suyo, con alardes de condición física, y los demás toreros de a pie, cumplieron. Lo que no entendemos es la presencia del “Tata” Arrieta en el coso. Ya no es ni siquiera una figura decorativa, lo mismo la de su hijo El Santi, que persiste en sus pérfidas maniobras de echarse sobre el toro para hundirle más el estoque y solicitando con gestos destemplados orejas para los matadores ¿Dónde estamos?
El más rescatable fue Ángel Ruiz en el rejoneo. Nos ofreció performances nunca vistas en La Feliciana. Deleitó al público, sobre todo al femenino, en el manejo de sus caballos, uno de ellos, un zaino lustroso, que demostró estar perfectamente adiestrado para estos lances y mostró ciertas galas de cortesía que encandilaron al público.
Con respecto a la plaza de toros no nos cansaremos de repetir que, CELENDIN NECESITA UNA VERDADERA PLAZA DE TOROS, acorde con su tradición taurina, el ruedo de palos, incómodo, anacrónico y peligroso, no debe continuar. Este año se tornó definitivamente siniestra tras la caída de uno de los palcos sufrida por la esposa de nuestro amigo Jorge Aliaga Ortiz, que la dejó en peligroso trance de sufrir fracturas mayores. ¿Será necesario que alguien se inmole para que nuestras autoridades tomen cartas en el asunto? Las posturas populacheras encaminadas a conseguir clientelaje político entre los “pobres que quieren ver la corrida gratis” deben desterrarse. Nunca seremos un destino turístico si persistimos en estas prácticas.
Dentro de los malo que resulta la plaza de palos debemos destacar que esta vez sí hubo limpieza: el ruedo estuvo bien presentado todas las tardes: regado, apisonado y bien trazado. La bárbara costumbre de tirar desperdicios al ruedo y su consiguiente acumulación tarde tras tarde se vio paliada por la acción de una cuadrilla de muchachitos que limpiaban la arena entre toros de manera eficaz, tanto que en parte frenó el impulso de la gente de tirar basura al redondel.
El público estuvo más educado que de costumbre, ya no arrojaron muchos proyectiles al pìcador, ni a las bellas muchachas portadoras del cartel que eran realmente un regalo para los ojos masculinos.
Uno de los mayores desaciertos de la comisión fue el nombramiento del Juez de Plaza. No atinó una. Totalmente errado en sus decisiones, propició un gran escándalo al indultar a un toro, a todas luces manso y falto de casta, que de ninguna manera puede servir como semental de una ganadería que pretenda llegar a más. No lo afirmamos, pero, al parecer, se dejó influenciar por el ganadero, inexplicablemente sentado a la diestra de dios padre. Otro error mayúsculo fue permitir la lidia del último toro de la feria, un becerro que debió regresar a chiqueros por falta de peso y presencia en el ruedo.
Por lo demás la feria permitió el reencuentro, siempre emocionante de los celendinos de todo el mundo que, con el pretexto del toro, se dieron cita para caminar de nuevo por las calles añoradas y sentir el sol celendino, vivificador y fraterno.
Hasta el próximo año, ojalá que en una verdadera PLAZA DE TOROS.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No se a que te refieres con que david estuvo mal . Serà el ganado q era malo , malo.
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