sábado, 15 de marzo de 2008

NASHERIAS: ¡Qué tal… lisura!

Por Crispín Piritaño
Celendìn
El 13 de marzo se produjo el desafuero de la congresista aprista Tula Benites, un clamor que era apoyado por el 99,99 % de los peruanos (el 0,01 corresponde a ella misma y a su familia) por los delitos de peculado, colusión y falsedad genérica, al encontrarla responsable de contratar a un empleado fantasma en su despacho. La foto que adjuntamos nos produce un efecto contradictorio. Esa mujer que sonríe y que podría haber sido cualquier trabajadora peruana, cualquier oficinista honesta y laboriosa, resultó siendo una pájara de cuenta.
De esta manera el congreso, de por sí muy desprestigiado, rectificó la vergonzosa decisión de la víspera en que absolvían a Benites del mismo delito por el que condenaron a Elsa Canchaya. Pero no se crea que la bancada aprista hizo un mea culpa, no. Tuvo que mediar una reprimenda del presidente García, quien expreso ante la arremetida de la prensa y la opinión pública: “Es algo atroz, el Perú y la opinión pública ven con alarma que exista cualquier blindaje partidarista”. Nosotros anotamos que este blindaje en cristiano se denomina complicidad. Era increíble que se cumpla aquello de: “a los amigos todo, a los enemigos, la ley”
Lo insólito del caso es que la desaforada congresista, ante una pregunta de la prensa ha respondido que va a continuar metida en política, que lo ocurrido es el resultado de la arremetida mediática y que la verdad se abrirá paso.
Acá cae a pelo la expresión sui géneris del recordado Antonio Llerena Marotti, ex congresista y locutor radial:
-¡Qué tal… lisura!
A propósito del Sr. Llerena, a quien ya no escuchamos y nos preguntamos consternados si habrá hecho abandono físico de este mundo porque ya era de edad avanzada: en un momento tuvo un affaire con la congresista del número 13 en la adiposa nalga, Susy Díaz, quien lo acusaba de acoso sexual, lo que en el caso de don Antonio podría traducirse como ganas de “viejo verde”. La respuesta airada de Llerena Marotti a través de Radio “El Sol” era para la risa. Se refería a ella como “la congresista de las cuatro letras”. Nadie sabía si aludía a su nombre, a la parte donde se estampó el famoso número o al sustantivo que designa al oficiomás antiguo de la humanidad. Era incomparable don Antonio, con esa manera tan suya de decir las cosas. Dios lo tenga en sus manos, aquí, o allá.
Volviendo al asunto de los otorongos, perdón, congresistas, ¿se ha dado el caso de que otorongo coma otorongo? No, otorongo no come otorongo. Otorongo elimina otorongo, obedeciendo al rugido del león.
¿Qué dirán de todo esto los ingenuos trujillanos que votaron por la señora Benites? Indudablemente se sentirán defraudados por las expectativas que se formaron en torno a ella. Y digo ingenuos en tono autocrítico, porque el suscrito también creyó en las diatribas y mentadas de madre que hacía el Sr. Jorge Pollack a través de las ondas de Radio “Libertad” contra la corruptela mayor de la historia encarnada en el régimen del chino rata.
Pollack denostaba a los corruptos y se mostraba decididamente en contra de la triple re-re-elección de Fujimori y me convenció a votar por él. Creí cándidamente que haría oposición en un congreso cada vez más arrodillado. Incluso asistí, banderita en mano, a uno de los mítines que realizó en varios distritos para agradecer su elección y renovar su juramento de fidelidad a sus principios.
¡Vana ilusión! Una semana después de sentarse en su curul, Pollack recibió de parte de Montesinos una oferta que no podía rechazar, y ¡zas!, se pasó a la bancada del oficialismo. Cuando indignado llamé por teléfono a Radio Libertad para preguntar si el segundo apellido del señor Jorge Pollack era Iscariote, dado su origen judío y en vista de su traidora actitud. Ante mi sana curiosidad, insolentemente me colgaron.
Menos mal que poco después ocurrió el destape de Kouri recibiendo ladrillos de dólares en la salita del SIN, que dio al traste con los afanes vitalicios del ahora reo en proceso judicial. No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista. Aunque los peruanos parecemos tener una resistencia para el castigo pocas veces vista en la historia de la humanidad.

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