martes, 23 de septiembre de 2008

CANTACLARO: Historias de Cañoncitos

Por Constante Vigil
Celendín
Hemos leído por enésima vez “Historia de un Cañoncito” de don Ricardo Palma y comprendemos por qué, a pesar que sus temas son cosas del pasado, no pierde actualidad. Actitudes como la del personaje de su tradición, humanas al fin, se repiten hasta la actualidad. Todo depende de la cantidad de pólvora que tenga el arma en cuestión.
Al invocar esta historia la comparamos con las cabriolas y aspavientos de Ulises Linares Castañeda como líder del, ahora silencioso y de capa caída, Movimiento de Identidad Celendina (MI Celendín), un ente que recogió la palma de nuestras inquietudes acerca de la integridad del perfil arquitectónico de la ciudad.
No pretendemos ser la gallina que puso el huevo en alertar a los celendinos de lo que estaba pasando con nuestro pueblo. Tal honor le corresponde a nuestro digno paisano David Fernando Briones Silva, celendino que inició este largo e inconcluso camino para salvaguardar a nuestro pueblo de la destrucción a manos de los vándalos enriquecidos sospechosamente.
Linares Castañeda tuvo el mérito de encarar la lucha ante el beneplácito de todos los celendinos que nos hicieron llegar sus opiniones favorables, que publicamos en su oportunidad. Sin embargo, nosotros fuimos cautos en nuestras expectativas, pues conocíamos la filiación pro Minas Conga de Linares Castañeda y pensábamos con temor: ¿no estaremos facilitando el ascenso de un facilitador de la mina? Muchos opinaban en ese sentido, pero nosotros quisimos apostar por la buena fe, por nuestra confianza en la responsabilidad intrínseca que debe animar a todo congénere humano que se respete. Así, enterrando las suspicacias, seguimos apoyando a Linares Castañeda en su lucha, reclamando al alcalde, de funesta actuación hasta hoy, a ponerse la camiseta de Celendín y no ceder a la tentación de los verdes que atacaban en varios frentes.
Poderoso señor es el dinero, reza el refrán, y una de las armas para acallar a un molesto crítico es proporcionarle un trabajo, es una vieja práctica. En este caso al amigo Linares Castañeda le ha caído del cielo la Gerencia de Recursos Humanos de la Municipalidad. No sabemos cuanto recibe de honorarios, pero imaginamos que no será una puchuela. Como la historia del cañoncito, también en este caso había pólvora de por medio. Qué distancia alcanzó el tiro no lo sabemos, lo que sí rogamos que no le haya dado en el meollo a su movimiento, a MI Celendín.
De lo que sí estamos seguros es de que no se puede cambiar las expectativas de un pueblo por un plato de lentejas. Nosotros seguimos pensando que por sobre cualquier prevenda o empleo están los intereses sagrados de Celendín.

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