jueves, 20 de agosto de 2009

EDUCACIÓN: Vegetalicidios e idolatría al cemento

TEMAS DE EDUCACIÓN (IV)
Por Jorge Horna
Lima
En estos tiempos contemporáneos y en resguardo de la especie viviente del planeta cada vez son más sostenidos y racionales las acciones de individualidades y colectivos que asumen la defensa del hábitat natural. Es que en muchas latitudes de la Tierra hay un empeño en destruir nuestro hogar común; desde la actitud ignorante e inconciente que ensucia el suelo o el agua y que con mano incendiaria contamina el aire, hasta los acumuladores de riqueza que administran minas, fábricas, flotas de vehículos vertedores de sustancias venenosas, monóxido, ruido. Propician así un futuro tenebroso para la vida.
En las escuelas y colegios está establecida la asignatura de Ciencia y Ambiente (antes se llamaba Vida Animal, Vegetal, Minerales; luego Naturaleza y después Ciencias Naturales), cuyo eje transversal en los contenidos se sintetiza en la Defensa del medio ambiente para que los educandos conozcan el proceso del desarrollo de los seres vivientes y su importancia en los ecosistemas, y como corolario adquieran conciencia para luchar contra la contaminación galopante.
Teóricas campañas se difunden para - por ejemplo- sembrar, cuidar y proteger arbustos y árboles dadores de oxígeno purificador del aire; sin embargo como un absurdo y negación de lo que se teoriza en las aulas, la mayoría de locales escolares carecen hasta de un simple macetero que albergue una brizna de hierba o una flor. Los pocos arbustos y/o árboles que en los espacios exteriores languidecen en cualquier momento son talados para dar paso a bloques de cemento para uso de estacionamiento de vehículos. ¿Qué aprende el niño (a) o joven de estas idiotas actitudes de tantos “promotores” y “directores” de la educación?
Sólo nos queda persistir y forjar desde nuestros hogares en la primera infancia de nuestros niños (as), el respeto y cuidado de las plantas, para que se interiorice en su ser el auténtico espíritu de amor por la naturaleza.

Deberes y Derechos ignorados

La asignatura Familia y Civismo que en esencia debe enseñar a niños y jóvenes el Respeto al Otro (los científicos sociales lo definen como la otredad) y sentar las bases sólidas para el ejercicio de una Ciudadanía que entienda que “los derechos son hijos de los deberes cumplidos”, es un curso que teniendo la importancia para la convivencia armónica entre los seres humanos, no es tomado en cuenta como tal.
La Educación Cívica de antaño nos inculcaba los deberes a cumplir y los derechos ha exigir en los diversos espacios donde nos desenvolveríamos en el futuro como ciudadanos, y este saber era reforzado por la praxis de muchos buenos maestros y el ejemplo ético de nuestros progenitores.
Un reincidente mal ejemplo en los colegios y escuelas (en abundancia las instituciones privadas que tienen locales destinados a viviendas sin espacios apropiados para el fin educativo) es el uso abusivo de la vía pública.
Aniversarios, ensayos para desfiles escolares o celebraciones cívicas son realizados en la calle. Con un desparpajo ofensivo bloquean la calzada con palos o piedras impidiendo el libre tránsito, además de la tortura para los vecinos a lo largo de cien metros de la vía; después de estos eventos montones de desperdicios tirados en el suelo.
Es también común ver a niños (as) y jóvenes realizar sus prácticas de Educación Física, junto a su profesor, en plena calle; pelotazos impactados en viviendas o transeúntes, griteríos insoportables y hasta procacidades. Pobres alumnos, interiorizando hábitos perniciosos que los conduce a pensar y creer que en la calle se puede hacer lo que se les ocurra, sin consideración ni respeto a nadie ni a nada. Y todo impartido desde las instituciones educativas, ¿educativas?

¿Propician identidad las danzas floclóricas escolares?

Los derechos del Otro, de los Otros, por el suelo.

La falacia de los festivales folclóricos
Presentados como algo exótico que insinúa curiosidad, nuestras danzas andinas o de la amazonía son ejecutadas por grupos de alumnos (as), previamente entrenados, en las ya referidas celebraciones de aniversarios. Y también haciendo uso abusivo de la calle.
Bueno fuera que los alumnos lo hicieran con amor por lo nuestro y la convicción de que este arte es una manifestación componente de nuestra nacionalidad. No, ellos participan por la decisión de la mamá o el papá que sólo ansía ver al hijo o hija en escena.
Esos mismos niños (as), jóvenes y jovencitas cuando asisten a fiestas familiares o sociales que son amenizados con música andina, rehúsan (“se corren”) para no bailar lo que alguna vez lo hicieron forzados o presionados. Nada formativo se ha logrado entonces con aquellos “festivales” folclóricos desde la escuela.
La práctica de nuestras danzas o bailes autóctonos no debe ser esporádica, sino planificada desde la escuela y colegio. Desarrollar en el área de Educación por el Arte toda una teorización de la amplia gama de la tradición folclórica (huaynos, yaravíes, marineras, danzas amazónicas y costeñas con toda su variedad) de todas las regiones del país; incentivar la investigación sobre estos tópicos, y simultáneamente una genuina práctica y participación. Sólo se ama a conciencia lo que se va conociendo a profundidad

Lima, 17 de agosto de 2009

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