domingo, 27 de noviembre de 2011

OPINION: El mito del país minero

Por Jorge A. Chávez Silva, “Charro”
Desde que entró en uso la frase atribuida a Raimondi ,“El Perú es un país sentado en un banco de oro”, esta se ha constituido en el paradigma mental mas difundido de la imagen del país a nivel mundial. Todo el mundo cree, incluso muchos peruanos, que el Perú es un emporio de recursos naturales habitado por tribus de seres salvajes que son fáciles de explotar.
De acuerdo a este paradigma, el peruano de a pie o el que se moviliza en 4 x 4 piensa que el Perú es un país destinado a ser exportador de materias primas al extranjero. Como no tenemos la tecnología suficiente para explotar nuestros propios recursos, nos abrimos de piernas a la voracidad de las transnacionales sin importar las consecuencias.

La destruccion irracional que causa la protesta de los cajamarquinos.

Como ya lo advirtió el Amauta Mariátegui, el Perú a través de la historia se mostró al mundo en esta faceta, a excepción del incario que encontró en una agricultura altamente tecnificada la fuente de satisfacción de sus necesidades como estado socialista. Los conquistadores españoles arribaron a nuestras costas atraídos por las leyendas verosímiles de un Imperio que “bebía y comía en vasos y platos de oro y plata” y en nombre de esa codicia voraz y esgrimiendo la cruz, destruyeron una de las mejores sociedades de la historia de la civilización humana. Con la república la actitud de los españoles siguió vigente. Los países industrializados de Europa nos buscaron como productores de guano y de salitre. En épocas más recientes llegaron los dorados años del caucho, del petróleo y de la harina de pescado, para actualmente retornar a la explotación de a los recursos minerales.
Lo triste del caso fue que en cada momento la explotación del recurso alcanzó niveles desmesurados en la economía peruana, al punto de constituirse en la principal fuente de la renta fiscal. El gobierno actual sostiene que sin la minería no puede haber inclusión social y cualquier empleado o pequeño empresario que gane más de 3 mil soles mensuales, cree firmemente que su relativa comodidad no sería posible sin la minería.
Los últimos cinco gobernantes del Perú han sostenido la tesis de que esta política de exportar materias primas sin valor agregado genera el crecimiento económico y la bonanza en la que navegamos todos los peruanos. Incapaces de crear programas de desarrollo alternativo vieron en la minería una manera fácil de captar divisas. Pero la realidad es mucho más dura. Detrás de estos cacareos gubernamentales de bonanza persiste la contradicción que se da entre el crecimiento económico y el descontento social cada vez más creciente cuyos mayores índices se dan en el rubro de la minería.
A pesar de que la explotación de los recursos ha permitido un aumento de fondos económicos por impuestos y canon, al mismo tiempo se produce una actitud de insatisfacción en amplios sectores sociales que se sienten afectados, con la consiguiente desconfianza y abierto rechazo, porque ellos sufren el pasivo ambiental que genera la minería y el convencimiento de que la distribución de la riqueza es verticalmente desigual: son poquísimos los que se benefician y no se genera el efecto dinamizador de la economía regional que pregonan los voceros de las transnacionales. Desde el punto de vista de los afectados, este crecimiento económico, más que una oportunidad es un problema.
¿Pero es en realidad el Perú un país minero como pregonan los slogans? Lo somos en el sentido de la abundancia de minerales que posee el país, pero no lo somos en cuanto a tecnología. No sabemos cómo explotar nuestros minerales, ni darles el valor agregado que nos permita una verdadera progresión económica que nos lleve a vivir en paz entre peruanos, liberados de esa mugrosa sensación urticante de ser felipillos de los extranjeros.
Pero el Perú es mucho más que un país minero, es un país hermoso, riquísimo, con un potencial enorme, que ostenta puestos número uno en muchísimos recursos naturales, flora, fauna, el mar más rico, el potencial arqueológico más importante de América, una culinaria que cada vez alcanza mayores niveles de aceptación en el mundo. El deber de nuestros gobernantes no es obtener rentas fácilmente sino engranar esta riqueza con la educación de los peruanos.
Si comparamos las exportaciones de un país como Alemania que alcanza un promedio de 1,4 billones de dólares, 50 veces mayor de lo que exporta el Perú, podremos apreciar la diferencia:
¿Qué exporta el Perú? Oro, cobre, zinc, plomo, plata, gas… lo que saca de la tierra.
¿Qué exporta Alemania? Automóviles, maquinaria, productos químicos, alimentos y sobre todo EDUCACION. Los autos, las maquinarias, etcétera, no se encuentran cavando la tierra, son producto de la inventiva del hombre, son el producto de de la semilla sembrada por la educación.
“El Perú es un mendigo sentado en un banco de oro”, frase mentirosa que no dice la realidad del Perú. No somos ningunos mendigos porque trabajamos, pero somos unos trabajadores sin educación, sin tecnología. Somos una especie de analfabetos sentados en un banco de oro y mientras el nivel educativo se mantenga en el triste nivel en que se encuentra, seremos simples mitayos analfabetos y los del norte los ingenieros y capitalistas que se creen con derecho a explotarnos y dividirnos. Así no juega Perú

¡SOLANO OYARCE, DEVUELVE LA CALLE QUE LE ROBASTE A CELENDIN!
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente articulo, nos hace ver la realidad que se vive en nuestro Celendin, sobre todo a los que por razones de trabajo nos encontramos alejados del terruño.

Anónimo dijo...

Como siempre, todo un maestro "Charrito", ¡Felicitaciones!

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