lunes, 18 de mayo de 2020

LITERATURA: Poetas celendinos fundadores


Publicamos un muy ilustrativo artículo del profesor Jorge Horna sobre la poesía celendina en el siglo XIX. Inicialmente fue publicado en el blog Chungo y Batán. (CPM)


LUCEROS MADRUGADORES DE MAYO
 
 
Por Jorge Horna

Cobijados bajo el sugestivo cielo de nuestra tierra, en el siglo XIX nacieron don Pedro Ortiz Montoya, don Pedro García Escalante “El Búho”, don Nazario Chávez Aliaga y don David Sánchez Infante, quienes se dieron a la tarea de escribir, de versificar los torrentes de imaginación e ideas para traducirlas en palabra embellecida.
Teniendo en cuenta la cronología de las fechas de nacimiento de estos poetas, aquí estos breves apuntes.

Pedro Ortiz Montoya (Celendìn, 1853) es el primer poeta shilico del que se tiene noticia; dedicado a la docencia en su tierra fue uno de los impulsores de la creación del colegio particular “Celendín”, que años después dio origen al colegio “Javier Prado” (hoy IE. “Coronel Cortegana”).
De su inspiración, un fragmento del poema "A Celendín".
El poeta Pedro Ortíz Montoya. Documento tomado del muro Facebook del doctor Julio César Muñoz Sánchez.


A CELENDÍN

Lirio gentil que floreces
en las hermosas praderas,
que extiende a sus riberas
el coloso Marañón.
¡Celendín!, patria amada,
precioso edén encantado,
por ti siempre enamorado
latir siento el corazón

Del inca en la tierra clásica
formas la mansión querida,
preciosa perla escondida
en la región andina;
y un porvenir luminoso
te sonríe, patria amada,
en la tierra afortunada
el Perù septentrional.

Pedro García Escalante
(Huacapampa, José Gálvez, 1886), solía usar el seudónimo “El Búho”. También fue docente y director de educación primaria en su lugar de origen. Dirigió publicaciones periódicas: “El Cometa”, “El Progreso” y otras.
Aquí dos estrofas de su poesìa:

PRELUDIO (Canto épico)

Yo, ante el recuerdo de tu patria historia
templar mi lira con fervor quisiera
si de la musa el cantar tuviera
el ritmo dulce que eterniza gloria.

Mi pobre musa con su ignota lira
apenas puede preludiar su canto,
y sólo la fuerza del deber levanto
mi voz escasa que sin eco expira.

Y sólo acepta por su hazaña el canto
que es un poema que a tu historia adhiero,
y el recuerdo de tus glorias quiero
sublime lira mi poder no es tanto.

Nazario Chávez Aliaga (Huauco, Sucre, 1891). Se abocó al periodismo y dirigió el periódico “El Perú” en la ciudad de Cajamarca; ensayista y cronista de su época, devino en la actividad política, sus fluctuaciones al respecto son controversiales y polémicas. Publicó varios libros de poesía y abrazó la corriente vanguardista.
De don Nazario aquí un fragmento de su poema:

HORA GRIS


Es tarde. La lluvia cae lenta
Las sombras se acuestan muellemente en los llanos
La luz va muriendo en mi propia presencia
Y en mi alma ha clavado sus garras la tristeza…

Es tarde. La lluvia cae lenta,
el dolor golpea mi casa como un mendigo
el silencio grita como ganso en mi pecho
y una noble amargura se hospeda en mi alma.


Es tarde. La lluvia cae lenta,
no sé que soledad me ha invadido,
que al querer protestar de esa amargura,
agonizan mis palabras
como cisne en la sangre.

David Sánchez Infante (Sorochuco, 1895); este gran sorochuquino, para gloria de todo Celendín, desplegó en su corta existencia una actividad fructífera en aras de la justicia social y las reivindicaciones y las esperanzas populares. Fue docente en el colegio “Celendín” de aquellos años; propició en la ciudad un espacio educativo-cultural denominado “Asambleas Sabatinas”. Una de sus producciones literarias más logradas es El Nuevo Evangelio de Celendín. Dirigió con coraje, en Lima, la revista Integridad.
De Sánchez Infante esta muestra poética:

MI ANHELO

Si tú me preguntaras patria mía
cuál es única gloria que anhelo,
para que tú con amoroso celo
me la concedas, como madre, un día.

Emocionada el alma de alegría,
a ti que eres mi amor y mi consuelo,
con filial devoción y sin recelo
sólo de morir por ti, te pediría.

Morir, por defender tu sacrosanto
e inmaculado honor, en cruento duelo,
para que, en premio de que amo tanto

Y al brindarte mi vida toda entera,
me des por tumba tu bendito suelo,
y por mortaja tu feliz bandera.

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lunes, 11 de mayo de 2020

VIDA DE PUEBLO: "Nashos" y "Nashacos" en Celendín

En el viejo Celendín había dos categorías bien definidas entre las personas que pretendían tener sentido del humor: los Nashos y los Nashacos. Muchos en el Celendín actual no saben con certeza de qué están hablando cuando utilizan uno u otro término. Rescatamos hoy, para aclarar e ilustrar el tema, una nota que publicamos en el primer blog que lanzó nuestro colectivo, Celendín Pueblo Mágico. (CPM)

Los "Nashos" y los "Nashacos

Por Jorge Chávez Silva, Charro


Hay otros personajes del pueblo que no son héroes ni artistas destacados, pero siempre ayudaron y ayudan a vivir a sus paisanos. Son los del espíritu travieso, los cultivadores de la palabra precisa y adecuada, don que identifica tanto al celendino y que se manifiesta en aquellos que salpican la existencia con gracia e ingenio haciendo más llevadera la monotonía de la vida provinciana. El eco de sus risas aún resuena en las calles rectilíneas, en los velorios, en las fiestas y en cuanta ocasión que se necesite que salte lo bufonesco para recordarnos que lo que somos, seres humanos que sabemos relativizar la vida.

Celendín, Calle del Comercio, 1950. Óleo de Jorge Chávez Silva, "Charro".
 
Este rasgo, esta capacidad de buen humor hicieron célebres, con razón, a los “nashos” como personajes únicos y caracrtériscos de Celendín. Pero, cuidado, "nasho" nunca y de ningúb modo quiere decir "nashaco"...
El término “nashaco” en algunos lugares de la provincia es una derivación despectiva del nombre Nazario. En Celendín tiene otras connotaciones; allí ser nashaco es más bien ser necio, petulante y muy pagado de si mismo. La fatuidad del nashaco lo lleva frecuentemente al snobismo y a lo antinatural. La pose fingida y su seudo elegancia huachafa llevan el sello inherente de lo ridículo; en una tertulia de amigos el nashaco produce escozor; sus malos sarcasmos y su afectación son insufribles.
El “nasho”, en cambio, es un filósofo de la vida; un diletante que ríe de sí mismo y de todo lo demás; un excéntrico que encuentra tema en donde otros nada ven. Es la expresión máxima del espíritu ingenioso y socarrón del celendino; su afán satírico discurre por cauces plenos de ingenio y travesura. El auténtico nasho sería incapaz de perder los estribos en un esgrima de ingenio con otro nasho; de ocurrir esto, estaría cayendo en la categoría de nashaco. Su ingenio suele no tener límites y, llegado el caso, puede crear las situaciones más descabelladas, que el nashaco no comprenderá porque jamás estarán enmarcadas dentro de lo que él tiene por bueno, justo o normal.
Nashos grandiosos los hubo en Celendín en toda época, fueron de esta progenie don Eleuterio Ache, el alcalde que encarceló a la imagen de San Sebastián; don Augusto G. Gil Veláquez, tacaño y a la vez gran manirroto, exhibicionista y gran benefactor; don Arístides Merino con su butaca propia en el cine; el “gringo” Osías Agustí y su compadre “Charro” Antonio Chávez, con su afán de ponerle sobrenombres a la gente buscando la pincelada perfecta; don César “Copocho” con su enjundiosa bohemia y su acordeón; el extraordinario “Loco” Alfredo Rocha, ciudadano universal que nunca renunció a la querencia, siempre inmerso en un delirio artístico que lo llevó a auscultar todas las vertientes de la creación; el “Mime” Manuel Sánchez Aliaga, con sus maneras histriónicas; el “Coche” Diego, con su hablar shilico; el “Gasha” Guillermo Pereira, con sus verba y sus impromptus ingeniosos; y muchísimos más que sería una nashería enumerar.
Si cabría una aproximación literaria a ambos personajes, tendríamos que recurrir a la óptica de nuestro querido maestro argentino Julio Cortázar. Los nashos, con su imaginación desbordante y su ironía encuadran perfectamente en las dimensiones de los “cronopios”, mientras que, desde luego, los nashacos no serían sino los tristes “famas”, personajes “lambac”, desabridos... 
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HISTORIA: Juan Basilio Cortegana, semblanza y documentos

UN HIJO ILUSTRE DE CELENDÍN: JUAN BASILIO CORTEGANA Y VERGARA     Por Nazario Chávez Aliaga El día 12 de noviembre de 1877, en su domicilio ...