lunes, 3 de septiembre de 2012

SIN TAPUJOS: Empezó la guerra fría

Por Jorge A. Chávez Silva
La indeseable presencia militar en tres provincias de Cajamarca, so pretexto de garantizar el orden en las manifestaciones, no es sino la prueba fehaciente de que el levantamiento del estado de emergencia solo existe en el papel y es más que nada una tregua acordada por la propia Newmont para arremeter de nuevo cuando considere que las condiciones le son favorables.

El levantamiento del estado de emergencia es como todo lo que hace este gobierno: Una mentira.

Y es también la prueba de que la democracia es una
engañifa orquestada por los grupos de poder económico y las transnacionales mineras que han sembrado el mito del "Perú, país minero" y han capturado al gobierno. Lo que sucede es que, pese a que casi el 80 % de los cajamarquinos han opinado en contra de la presencia de la minería en la región, el gobierno se hace el sordo y pretende ignorar la posición legítima del pueblo. ¿No era acaso que la democracia es el gobierno del pueblo y para el pueblo?
La encuesta publicada por Ipsos pone de manifiesto el hecho de que los cajamarquinos en general estamos hartos de la contaminación, expolio y demás calamidades que la minería trajo a la región y desean un progreso basado en otras actividades como la agroindustria, la ganadería, la artesanía, el turismo y el comercio. En suma, que están cansados de veinte años de abuso sin que esa actividad significara progreso para la mayoría de la población.
Los pocos que apoyan y desean la presencia de Newmont en Cajamarca son los empresarios hoteleros, comerciantes, transportistas que negociaban con la transnacional usufructuando en provecho propio el potencial turístico de Cajamarca. La mayoría de ellos basó su fortuna en las utilidades que les dejó el tráfico de influencias, la corrupción fiscal y judicial que imperò en el más nefasto gobierno de nuestra historia: el decenio del fujimontescinismo. Son ellos los que ahora se rasgan las vestiduras, piden la cabeza de Santos, culpándolo de sus descalabros económicos y claman por la ayuda del estado para cumplir sus compromisos asumidos. A estos malos peruanos y peores cajamarquinos solo les interesa su bolsillo y que el pueblo viva en la ignorancia y paseando su miseria por las calles de las ciudades, porque en términos turísticos, eso también vende.
Esta gente trata mal a sus empleados, explotándolos en las peores condiciones laborales, pagando sueldos de miseria y cargando dura tarea sobre sus hombros, sin la mínima seguridad social y personal. Harto conocido es el caso de un empresario hotelero celendino que explota de la manera más vil a sus empleados sin que las autoridades respectivas se preocupen por esta situacion.
Los celendinos que en nuestro eterno volver estamos de paso por la capital de la región hemos visto como ha "progresado" Cajamarca. Antes de que Newmont iniciara sus operaciones en la región. Un hotel de mediana categoría no costaba más de veinte soles, lo mismo que la comida; Cajamarca es una región pródiga y fecunda, era buena y barata. Con la irrupción de la infausta transnacional. Las cosas encarecieron y los empresarios hoteleros, de restaurantes, transportistas, etc., asumieron alegremente que todos éramos mineros, socios de Newmont o empleados de la explotadora, y podíamos pagar los precios que se subieron hasta la estratósfera. Ahora los acontecimientos los han vuelto a la realidad.
Al inicio de esta guerra fría están los dos protagonistas enfrentados: por un lado un gobierno enclenque que cede a las presiones de los grupos de poder y las transnacionales, y en el otro extremo el pueblo, cuyos dirigentes, que militan en grupúsculos políticos como PR y el MRTA, han servido para desvirtuar un poco el legitimo reclamo y protesta de los cajamarquinos por una vida sana y dan pábulo a la derecha y la prensa parametrada para rotularlo de extremista, terrorista o antiprogresista.
Los cajamarquinos estamos hartos de treguas, peritajes, facilitadores, obispos de los pobres, periodistas monocordes y arzobispos politiqueros que intentan imponernos a la minera., Que para empezar a empezado a despedir a sus trabajadores. A lo único que apuntamos es a que de una vez por todas se declare inviable para siempre el proyecto Conga y se enjuicie a Yanacocha y sus cómplices por veinte años de ignominia y destrucción en la región. Solo entonces podremos vivir en paz.

¡FUERA YANACOCHA DE CELENDIN, CONGA NO VA Y NO VA!
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