Por Constante Vigil
Celendín
Desde tiempos pasados la construcción de la carretera fue una necesidad vital para el desarrollo de Celendín. En los primeros tiempos los viajes a diferentes ciudades se hicieron a lomo de bestia y en caravanas, denominadas arrierías, para protegerse de los bandoleros que asolaban la región.
En 1926 se empezaron los trabajos de construcción de la carretera hacia la capital del departamento, mediante el sistema de “Conscripción vial” o “Servicio de caminos”, instaurado por el presidente Augusto B. Leguía en la Ley Nº 4130, dada en 1920. En la fotografía se puede apreciar la alegría de los celendinos de la época construyendo su propia carretera.
Celendinos construyendo la carretera en 1926. (Foto archivo CPM)
Esta vía permaneció tal como la hicieron nuestros antecesores por muchos años, sin que las autoridades de turno hicieran nada por mejorarla. A lo más parchaban algún bache o reparaban algún derrumbe y con eso creían que tranquilizaban su conciencia y cumplían con su deber.
Los últimos gobiernos como el de Toledo y Alan García lanzaron con bombos y platillos programas viales de asfaltado en diferentes lugares de la república y el proyecto de asfaltado Cajamarca-Celendín-Río Marañón fue uno de los que se pusieron en ejecución.
El primer tramo, ejecutado por COSAPI, fue un éxito que nos llevó a un entusiasmo que pronto devino en desilusión cuando el segundo tramo La Encañada-Cruz Conga fue concedido a la UNI, y se concretó la estafa que todos conocemos, delito por el que están denunciados el Presidente del Gobierno Regional de entonces, Luis Felipe Pita Gastelumendi, Juan Espinoza Ocoña, ex gerente regional; Luis Armando Cabello Arteaga, segundo vicerrector de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI); asimismo, Heddy Marcela Jiménez Yábar, ex jefa de la Oficina Central de Infraestructura de la UNI, y contra el Consorcio Supervisor Vera & Moreno Ingedisa, representado por Rogelio Quiroz Chávez y José Muñoz Arriz.
Ante tanta corrupción, cuyos tentáculos, de conocerse, serían muy peligrosos, el Gobierno Central decidió retomar el proyecto mediante el Ministerio de Transportes en el programa Pro vías, convocando a postores para el tercer tramo; ojo, como si ya se hubiese construido el segundo. El ganador ha sido el Consorcio Cajamarca Celendín que está formado por Ortiz Construcciones y Proyectos Sucursal del Perú, empresa que, a pesar de llevar el nombre de Celendín, es española.Empresa que ha presentado un presupuesto de 164 192 122, 00 nuevos soles para hacerse de la buena pro.
Esta compañía debió iniciar los trabajos en febrero, pero nuevamente se ha visto entrampado el proyecto por que COSAPI ha interpuesto un recurso de apelación aludiendo especificaciones técnicas no contempladas en el proyecto español. El gobierno regional ha desestimado por infundadas las objeciones de COSAPI y éstos han iniciado juicio. Como sabemos un juicio demora en nuestro Perú un montón de años y ya podemos ir despidiéndonos de la carretera.
Por otro lado está el reclamo de los canteros y los campesinos. Los primeros son los que se han visto perjudicados por la UNI, que tomó materiales de construcción (grava, arena, etc.) en terrenos de sus propiedades, y los segundos son agricultores que han sido mermados en sus terrenos por el nuevo trazo y extensión de la vía. Lógicamente que hay que pagarles, pero la pregunta es: ¿Alcanzará el saldo de la estafa de la UNI para pagar a estos señores, o se lo embolsarán los que ya sabemos?
Los últimos gobiernos como el de Toledo y Alan García lanzaron con bombos y platillos programas viales de asfaltado en diferentes lugares de la república y el proyecto de asfaltado Cajamarca-Celendín-Río Marañón fue uno de los que se pusieron en ejecución.
El primer tramo, ejecutado por COSAPI, fue un éxito que nos llevó a un entusiasmo que pronto devino en desilusión cuando el segundo tramo La Encañada-Cruz Conga fue concedido a la UNI, y se concretó la estafa que todos conocemos, delito por el que están denunciados el Presidente del Gobierno Regional de entonces, Luis Felipe Pita Gastelumendi, Juan Espinoza Ocoña, ex gerente regional; Luis Armando Cabello Arteaga, segundo vicerrector de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI); asimismo, Heddy Marcela Jiménez Yábar, ex jefa de la Oficina Central de Infraestructura de la UNI, y contra el Consorcio Supervisor Vera & Moreno Ingedisa, representado por Rogelio Quiroz Chávez y José Muñoz Arriz.
Ante tanta corrupción, cuyos tentáculos, de conocerse, serían muy peligrosos, el Gobierno Central decidió retomar el proyecto mediante el Ministerio de Transportes en el programa Pro vías, convocando a postores para el tercer tramo; ojo, como si ya se hubiese construido el segundo. El ganador ha sido el Consorcio Cajamarca Celendín que está formado por Ortiz Construcciones y Proyectos Sucursal del Perú, empresa que, a pesar de llevar el nombre de Celendín, es española.Empresa que ha presentado un presupuesto de 164 192 122, 00 nuevos soles para hacerse de la buena pro.
Esta compañía debió iniciar los trabajos en febrero, pero nuevamente se ha visto entrampado el proyecto por que COSAPI ha interpuesto un recurso de apelación aludiendo especificaciones técnicas no contempladas en el proyecto español. El gobierno regional ha desestimado por infundadas las objeciones de COSAPI y éstos han iniciado juicio. Como sabemos un juicio demora en nuestro Perú un montón de años y ya podemos ir despidiéndonos de la carretera.
Por otro lado está el reclamo de los canteros y los campesinos. Los primeros son los que se han visto perjudicados por la UNI, que tomó materiales de construcción (grava, arena, etc.) en terrenos de sus propiedades, y los segundos son agricultores que han sido mermados en sus terrenos por el nuevo trazo y extensión de la vía. Lógicamente que hay que pagarles, pero la pregunta es: ¿Alcanzará el saldo de la estafa de la UNI para pagar a estos señores, o se lo embolsarán los que ya sabemos?
Han pasado 85 años y aún no tenemos una buena carretera.
Ya es tiempo, celendinos, de parar tanto abuso e ignominia. Tenemos que tomar conciencia de que con gestiones personales u oficiales, compadrazgos y ruegos no vamos a conseguir nada. Si seguimos con esta molicie que tanto daño nos hizo en el pasado, podemos esperar sentado media centuria más, como ocurrió en el caso de la Irrigación de Agua del Toro.
Tenemos que organizarnos para tomar medidas radicales y demostrarles a nuestras autoridades que no se los ha elegido para que se paseen en las camionetas del municipio, ni de la región, ni de Yanacocha y menos para que estén en banquetes y francachelas con los recursos del pueblo. Ha llegado la hora: es ahora o nunca. La decisión la tenemos todos.
Tenemos que organizarnos para tomar medidas radicales y demostrarles a nuestras autoridades que no se los ha elegido para que se paseen en las camionetas del municipio, ni de la región, ni de Yanacocha y menos para que estén en banquetes y francachelas con los recursos del pueblo. Ha llegado la hora: es ahora o nunca. La decisión la tenemos todos.
¡SOLANO OYARCE, DEVUELVE LA CALLE QUE LE ROBASTE A CELENDIN!
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