Esta carta -que suscriben los celendinos del mundo que apoyan a CPM en su lucha por la conservación de nuestro pueblo- será entregada al alcalde Juan Tello Villanueva en los próximo días, con las firmas de todos los paisanos que quieran suscribirla (NdeR).
Iglesia y esquina tradicional en camino a la destrucción (Foto Charro)
CARTA DE PROTESTA
DE LOS CELENDINOS DEL MUNDO
DE LOS CELENDINOS DEL MUNDO
La Asociación CELENDIN PUEBLO MAGICO y los celendinos que firman abajo, estén en otros puntos del Perú o recorriendo el mundo, preocupados por la continua degradación de nuestro pueblo, un pueblo singular y original que la historia hizo brotar en el norte del Perú, nos adherimos con urgencia a las voces de protesta que se está haciendo llegar al alcalde, Juan Tello Villanueva, por la forma como su administración está permitiendo la destrucción y deformación del perfil arquitectónico de la ciudad.
Cuando en julio del año pasado acudimos a la Municipalidad, acompañados por los escritores celendinos Alfredo Pita y Jorge Díaz Herrera, para entrevistarnos con el alcalde Tello Villanueva, éste nos prometió emitir ordenanzas que cuidaran la integridad del casco histórico de Celendín, además de propiciar el desarrollo cultural de nuestro pueblo.
Noticias recientes nos alarman pues nos informan que ya se está destruyendo algunas casas de la Plaza de Armas, entre ellas, y esto es lo más lamentable, la casona que fue propiedad de don Santiago Pereyra, en la esquina de los jirones Dos de Mayo y Pardo, en la entrada a la calle del Comercio; la misma que, junto con la tienda de don César Chávez Montoya, “Chocho”, le dieran tanta personalidad y carácter a ese rincón principal de nuestro pueblo.
Muchos de los nuevos celendinos, que evidentemente no quieren ni sienten a Celendín, están permitiendo estos atropellos sin alarmarse y sin levantar ninguna protesta. Solamente algunas voces valientes se dejan oír en esta momentos cruciales: son las de quienes nos escriben dando cuenta de estos crímenes de lesa cultura. Como ya lo han dicho cientos de veces personas responsables y sensatas, gente que ama a su pueblo y quiere lo mejor para él, los derechos de propiedad que puedan aducir un poblador, sea éste viejo o nuevo celendino, no lo autoriza en absoluto a deformar ni mutilar la fisonomía histórica de nuestra ciudad.
Nuestros afanes de conservación del la riqueza cultural de nuestra provincia no se agotan en el campo arquitectural, sino que abarcan también otros aspectos de carácter social, como la necesidad de que se garantice la supervivencia de los campesinos y agricultores celendinos frente a la ominosa amenaza que implica la explotación minera en la zona por parte de la Newmont Mining Company, alias Yanacocha, alias Minas Conga.
También en esta área lo que nos mueve no es la nostalgia ni un pasadismo romántico sino una preocupación responsable por el presente y el futuro de nuestros coterráneos. Lejos de los que se dejan encandilar por los cantos de sirena de las mineras -y tras haber investigado lo que la explotación minera ha dejado a los pueblos en otros lugares del Perú, como por ejemplo en La Oroya, ahora mismo, en nuestro tiempo- estamos convencidos de que hay otros recursos para el desarrollo, otras promesas para un futuro mejor para todos nuestros hermanos. Y esto a partir de la agricultura y la ganadería bien orientadas, y, por supuesto, del turismo-.
La conservación del casco histórico de la ciudad, nuestra gran preocupación en el momento actual, es una necesidad ineludible. Ninguna autoridad honesta, con criterio y sentido de la responsabilidad, permitiría la destrucción de una ciudad que no sólo es heredad del pasado sino que podría transformarse en un poderoso atractivo turístico, en su condición de pueblo original y auténtico, testimonio de una historia singular como la celendina. Ejemplos de decisiones inteligentes hay en otras partes del Perú, donde no todo ha sido destrucción, felizmente. Cuzco es una gran muestra de esto y sobre ello no hay mucho que epilogar. Cuzco es una ciudad rica y dinámica porque explota no sólo Machu Picchu sino también su particularismo urbano. Trujillo ha hecho de su pasado colonial un sello de su personalidad arquitectónica, que los visitantes admiran. Lo mismo ocurre con Cajamarca, que tardíamente se ha puesto a preservar sus reliquias incaicas y coloniales, pero que lo hace y aprovecha. Cajamarca es un destino turístico real. Celendín, sin tener grandes vestigios arqueológicos (aunque los tenemos también), tiene una riqueza que es su urbanística, su plano y su arquitectura armoniosos; sus calles uniformes y rectas, flanqueadas de casas blancas, con tejas rojas, a la española. Y, sobre todo, tiene el privilegio de haber sido fundada y desarrollada por el pueblo más singular y misterioso del norte del Perú. Esto le da un sello muy especial.
Estamos convencidos de que la fisonomía de nuestro pueblo, y la cultura que en él se respiraba, cinceló la personalidad de muchos paisanos que ahora llevan el nombre de Celendín por todo el mundo y que son los paradigmas a seguir, no sólo porque destacaron en sus actividades sino porque enseñaron a su descendencia a amar a nuestra tierra. Esto es propio del celendino. Así, durante generaciones hemos podido decir, con mucho orgullo, que toda persona con una gota de sangre shilica en las venas sabe amar al terruño. Por lo mismo, hoy sentimos que quienes propician la destrucción de Celendín, sin importarles que ellos implica la muerte irreversible de un mundo, en realidad nunca han querido a nuestra patria chica.
Este amor por nuestra cultura, esta voluntad frente a la vida, son los signos que han marcado siempre a los celendinos, y nos han permitido ir por el mundo siempre protegidos por una hermandad nunca desmentida, sin olvidar jamás a nuestro suelo, por más que las circunstancias de la vida nos alejaran de él. Esto mismo explica que hoy estemos en alerta frente a problemas de nuestra tierra, que se agravan, convencidos hoy más que nunca de que es importante fortalecer el diálogo y los vínculos con los habitantes actuales del pueblo y con los viejos celendinos que quedan, para, todos juntos, asumir el deber impostergable de luchar por la integridad de nuestra tierra sagrada. Sagrada no sólo así lo quiso el amor de nuestros antepasados sino por el deber que tenemos frente a nuestros hijos de preservarla para ellos.
En ese sentido, ratificamos al alcalde Tello Villanueva que quienes firmamos esta carta de protesta somos celendinos que amamos a nuestra tierra y a nuestra cultura, shilicos que le reclamamos, y exigimos, las ordenazas que prometiera para impedir la destrucción del perfil urbano de la ciudad. Le pedimos también que tome las medidas urgentes que se imponen para impedir el reemplazo de las casas destruidas, arriba mencionadas, que eran verdaderos monumentos históricos del pueblo, por edificaciones de dudoso estilo y gusto que atenten contra la personalidad de Celendín. Las nuevas construcciones del pueblo deben tener unas características que preserven la fisonomía tradicional para que Celendín siga siendo Celendín y no cualquier cosa, como otros desastres urbanos que se ve en la región.
Cuando en julio del año pasado acudimos a la Municipalidad, acompañados por los escritores celendinos Alfredo Pita y Jorge Díaz Herrera, para entrevistarnos con el alcalde Tello Villanueva, éste nos prometió emitir ordenanzas que cuidaran la integridad del casco histórico de Celendín, además de propiciar el desarrollo cultural de nuestro pueblo.
Noticias recientes nos alarman pues nos informan que ya se está destruyendo algunas casas de la Plaza de Armas, entre ellas, y esto es lo más lamentable, la casona que fue propiedad de don Santiago Pereyra, en la esquina de los jirones Dos de Mayo y Pardo, en la entrada a la calle del Comercio; la misma que, junto con la tienda de don César Chávez Montoya, “Chocho”, le dieran tanta personalidad y carácter a ese rincón principal de nuestro pueblo.
Muchos de los nuevos celendinos, que evidentemente no quieren ni sienten a Celendín, están permitiendo estos atropellos sin alarmarse y sin levantar ninguna protesta. Solamente algunas voces valientes se dejan oír en esta momentos cruciales: son las de quienes nos escriben dando cuenta de estos crímenes de lesa cultura. Como ya lo han dicho cientos de veces personas responsables y sensatas, gente que ama a su pueblo y quiere lo mejor para él, los derechos de propiedad que puedan aducir un poblador, sea éste viejo o nuevo celendino, no lo autoriza en absoluto a deformar ni mutilar la fisonomía histórica de nuestra ciudad.
Nuestros afanes de conservación del la riqueza cultural de nuestra provincia no se agotan en el campo arquitectural, sino que abarcan también otros aspectos de carácter social, como la necesidad de que se garantice la supervivencia de los campesinos y agricultores celendinos frente a la ominosa amenaza que implica la explotación minera en la zona por parte de la Newmont Mining Company, alias Yanacocha, alias Minas Conga.
También en esta área lo que nos mueve no es la nostalgia ni un pasadismo romántico sino una preocupación responsable por el presente y el futuro de nuestros coterráneos. Lejos de los que se dejan encandilar por los cantos de sirena de las mineras -y tras haber investigado lo que la explotación minera ha dejado a los pueblos en otros lugares del Perú, como por ejemplo en La Oroya, ahora mismo, en nuestro tiempo- estamos convencidos de que hay otros recursos para el desarrollo, otras promesas para un futuro mejor para todos nuestros hermanos. Y esto a partir de la agricultura y la ganadería bien orientadas, y, por supuesto, del turismo-.
La conservación del casco histórico de la ciudad, nuestra gran preocupación en el momento actual, es una necesidad ineludible. Ninguna autoridad honesta, con criterio y sentido de la responsabilidad, permitiría la destrucción de una ciudad que no sólo es heredad del pasado sino que podría transformarse en un poderoso atractivo turístico, en su condición de pueblo original y auténtico, testimonio de una historia singular como la celendina. Ejemplos de decisiones inteligentes hay en otras partes del Perú, donde no todo ha sido destrucción, felizmente. Cuzco es una gran muestra de esto y sobre ello no hay mucho que epilogar. Cuzco es una ciudad rica y dinámica porque explota no sólo Machu Picchu sino también su particularismo urbano. Trujillo ha hecho de su pasado colonial un sello de su personalidad arquitectónica, que los visitantes admiran. Lo mismo ocurre con Cajamarca, que tardíamente se ha puesto a preservar sus reliquias incaicas y coloniales, pero que lo hace y aprovecha. Cajamarca es un destino turístico real. Celendín, sin tener grandes vestigios arqueológicos (aunque los tenemos también), tiene una riqueza que es su urbanística, su plano y su arquitectura armoniosos; sus calles uniformes y rectas, flanqueadas de casas blancas, con tejas rojas, a la española. Y, sobre todo, tiene el privilegio de haber sido fundada y desarrollada por el pueblo más singular y misterioso del norte del Perú. Esto le da un sello muy especial.
Estamos convencidos de que la fisonomía de nuestro pueblo, y la cultura que en él se respiraba, cinceló la personalidad de muchos paisanos que ahora llevan el nombre de Celendín por todo el mundo y que son los paradigmas a seguir, no sólo porque destacaron en sus actividades sino porque enseñaron a su descendencia a amar a nuestra tierra. Esto es propio del celendino. Así, durante generaciones hemos podido decir, con mucho orgullo, que toda persona con una gota de sangre shilica en las venas sabe amar al terruño. Por lo mismo, hoy sentimos que quienes propician la destrucción de Celendín, sin importarles que ellos implica la muerte irreversible de un mundo, en realidad nunca han querido a nuestra patria chica.
Este amor por nuestra cultura, esta voluntad frente a la vida, son los signos que han marcado siempre a los celendinos, y nos han permitido ir por el mundo siempre protegidos por una hermandad nunca desmentida, sin olvidar jamás a nuestro suelo, por más que las circunstancias de la vida nos alejaran de él. Esto mismo explica que hoy estemos en alerta frente a problemas de nuestra tierra, que se agravan, convencidos hoy más que nunca de que es importante fortalecer el diálogo y los vínculos con los habitantes actuales del pueblo y con los viejos celendinos que quedan, para, todos juntos, asumir el deber impostergable de luchar por la integridad de nuestra tierra sagrada. Sagrada no sólo así lo quiso el amor de nuestros antepasados sino por el deber que tenemos frente a nuestros hijos de preservarla para ellos.
En ese sentido, ratificamos al alcalde Tello Villanueva que quienes firmamos esta carta de protesta somos celendinos que amamos a nuestra tierra y a nuestra cultura, shilicos que le reclamamos, y exigimos, las ordenazas que prometiera para impedir la destrucción del perfil urbano de la ciudad. Le pedimos también que tome las medidas urgentes que se imponen para impedir el reemplazo de las casas destruidas, arriba mencionadas, que eran verdaderos monumentos históricos del pueblo, por edificaciones de dudoso estilo y gusto que atenten contra la personalidad de Celendín. Las nuevas construcciones del pueblo deben tener unas características que preserven la fisonomía tradicional para que Celendín siga siendo Celendín y no cualquier cosa, como otros desastres urbanos que se ve en la región.
Atentamente.
PRIMEROS ADHERENTES AL COMUNICADO PROTESTA CIUDADANA:
Jorge Horna Chávez - Profesor (Lima)
Elmer Nicolás Chávez - Doctor en Medicina
Jorge Chávez Silva - Artista plástico, promotor cultural
Alfredo Pita - Escritor y periodista de la Agencia de Noticias France Presse (Francia)
José de Piérola – Escritor y profesor en la Universidad de El Paso (Estados Unidos)
José Horna Rodríguez - Profesor (Lima)
Antonieta Inga del Cuadro - Lingüista, ex catedrática de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima)
José Aliaga Pereyra - Editor (Lima)
Luis Vásquez Velásquez - Abogado (Lima)
Lucila de Tarrillo - Ama de casa (Lima)
Emma Gargurevich Cuzquén - Licenciada en educación (Lima)
Consuelo Rodríguez Robles - Licenciada en educación (Lima)
Emma de Chávez - Enfermera
Francisco Horna Gargurevich - Antropólogo
1 comentario:
Quiero felicitarles por la iniciativa que tienen y además apoyo como celendino que soy.También quiero que tengan presente es la actual delicuencia que va ganado terreno en nuestro pueblo y todo por la inoperancia de nuestras autoridades políticas , policiales y judiciales.
Lo dicho es preocupante y pido a todos que nos unamos a combatir esta lacra que tanto daño esta haciedo a publos enteros. Y no olvimos la reciente desgracia del equipo de fútbol y todo por la falta de autoridad y seriedad de quienes nos gobiernan.
Quisiera comentar más pero espero que esto deaspierte ya el interés de todos sus hijos que nos vió nacer en este lido ´pueblo y que tanto añoro regresar y por que no morir en mi pueblo: gracias
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