viernes, 18 de julio de 2008

NASHERIAS: El peso de la ley.

Por Crispín Piritaño
Celendín

A raíz de los últimos acontecimientos luctuosos sobre violaciones y asesinatos de niños he visto en los noticieros, cómo la congoja de los familiares se expresaba a través de frases acuñadas por redactores de la prensa amarilla de décadas atrás:
- “El asesino es un avezado en la senda del crimen”.
- “Esperamos que la policía tome cartas en el asunto”.
- “Ojalá a los delincuentes les caiga todo el peso de la ley”
Fuera de la estúpida retórica de estas frases y de la evidente metáfora que encierran, me he preguntado muchas veces cuánto pesa la ley. ¿La ley tiene peso? y ¿Cuán pesada es la ley peruana?
En otros países como Inglaterra, Francia, Estados Unidos, las leyes son inflexibles y se cumplen, caiga quien caiga, eso significa que tienen peso y que los delincuentes, aún cuando usen saco y corbata, están condenados a quedar como estampillas aplastados por el peso de la ley.
La ley peruana es escuálida, tiene como se dice en el argot boxístico, peso mosca o pluma o, en términos de aforo, es pambashca. Ningún delincuente se siente incómodo por su peso. Nadie se explica cómo un prevaricador como Alejandro Rodríguez Medrano, siniestro personaje que puso la ley al servicio de la corrupción encabezada por el dúo dinámico Fujimori-Montesinos, salga libre de polvo y paja, dispuesto a volver a las andadas.
La explicación es que cumplió siete de los ocho años a que fue condenado, más los días de trabajo y estudio. Nos preguntamos extrañados ¿Qué habrá estudiado Rodríguez Medrano?, no creemos que se haya versado en ética ni en moral nicomaqueas, para eso hay que tener vocación y el abogado en cuestión evidentemente desconoce de qué se tratan esas materias.
Lo mismo ocurre con otros delincuentes que, en el colmo de la desfachatez, tenían su curul en el Congreso y alguno hasta se sentó en el sillón presidencial. Ellos saben perfectamente que la ley peruana no tiene peso.
Nuestra ley funciona como los tarjeteros automáticos de los bancos. Inmediatamente detectan la condición del usuario. Si se trata de un magnate que mueve millones le expide una tarjeta de atención urgente, pero si es un peruano común y corriente con una mano delante y otra por detrás en pos de conseguir un préstamo, le expide una de atención indefinida y puede perder todo el día sentado en el banco sin conseguir nada y así pretenden que creamos que con la minería el Perú avanza.
Esto en cristiano quiere decir que a los delincuentes de poca monta, les cae todo el peso de la ley y sus expediente servirán de pasto a las polillas. En cambio aquellos que asesinan a mansalva y roban por millones gozan hasta de protección policial disfrazada metafóricamente como “arresto domiciliario”.
Por eso no debe extrañar a nadie que dentro de poco, los tránsfugas por dinero y el principal implicado en el megajuicio por crímenes contra la humanidad salgan pronto libres y hasta postulen para presidentes. Así es el Perú. Dios nos coja confesados.

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