Durante nuestra estadía en Celendín, para las fiestas patronales, hemos visto de todo: desde una pésima fiesta de toros en donde se pagó caro tributo a la improvisación y a la ignorancia en materia de toros y toreros. Sin embargo, a despecho de la opinión de muchos entendidos, la comisión organizadora se ha llenado la boca afirmando que el mamarracho que hemos visto ha sido la mejor corrida que han espectado los celendinos desde hace mucho tiempo.
Pero una cosa ha llamado poderosamente nuestra atención: el afán compulsivo, casi enfermizo, del alcalde Mauro Arteaga en sembrar de cemento a la ciudad, pavimentando calles a diestra y siniestra y emprendiendo obras de una manera a la que estamos acostumbrados todos los peruanos que caemos en el juego marrullero de los políticos: el de pretender reelegirse en el cargo a través de la inauguración de obras para que el pueblo amnésico piense que realmente se trata de una buena autoridad que siempre se preocupa por el bienestar de sus electores.
Nuestra inocente forma de pensar estaba totalmente equivocada. Algo siniestro se estaba cocinando a través de este afán enfermizo de hacer obras y empezamos a indagar entre algunas gentes que no han perdido su capacidad de crítica y lucidez y allí nos enteramos de los planes que tiene este personajillo que inmerecidamente ocupa el cargo de alcalde de la ciudad. La indignación nos rebasa al enterarnos de que no pretende reelegirse en el cargo de alcalde, sino que está aspirando a la presidencia de la región, para lo cual ha contratado a una cuadrilla de empleados, presumiblemente con los dineros del pueblo, a fin de que viajen por toda la región en busca de firmas que avalen sus inicuos propósitos.
Muy indignados nos preguntamos ¿Cómo, un triste personaje, que no supo cumplir como autoridad con su pueblo pretende dirigir los destinos de la región, en un momento crucial en que se libra una lucha sin cuartel para defender la integridad de la región enfrentando a la voracidad codiciosa de la Newmont Minning Co, que pretende perpetuarse en la región? Sería para que venda los recursos al mejor postor. Y no hablamos por hablar. Lo hacemos con pruebas. Bástenos recordar su condenable actitud durante los tristes sucesos en que nuestros hermanos celendinos pagaron tributo de su sangre en la defensa de nuestros recursos ante los mercenarios de la minera, vestidos con el uniforme del Perú.
El momento crucial del pueblo en que el alcalde no supo cumplir como autoridad. |
Como buen fujimontescinista y al más puro estilo de su jefe, hubiese preferido renunciar por fax, pero como el cargo es irrenunciable, prefirió esconderse cobardemente en la capital y esperar a que pasara la marea para volver a las andadas. Un tipo que en su primera gestión frente al municipio declaró intangible la zona de Minas Conga para la explotación minera y después borro con el codo lo que hizo con la mano, demostrando que solo fue una fanfarronada destinada a encarecer el producto, un tipo que no duda en alinearse con los enemigos de la provincia, no merece, de ninguna manera, llegar al honor de la presidencia de la región. Elegirlo sería un craso error; sería resucitar a un cadáver insepulto que ya apesta.
Así que ya estamos avisados para tomar las precauciones del caso y no pecar de candidez avalando con nuestra firma o voto las increíbles apetencias de este mediocre personaje.
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