lunes, 1 de marzo de 2010

CARTA: Carlos Zaldívar

MI PUEBLO AGONIZA, ¿QUÉ VERGÜENZA?
Por Carlos Zaldívar

Estimados amigos de CPM:
Deberíamos más bien decir: ¡qué sinvergüenza! Y, por lo pronto, deberíamos intentar enterarnos de otros posibles próximos derribos, para intentar evitarlos escribiendo a los periódicos o con alguna protesta cívica delante de ellos.
Sin embargo, como ha ocurrido en todas las ciudades importantes a lo largo de la historia, llega un momento en el que Celendín le esta dando la espalda a su origen, construyendo un imaginario de olvido que le produzca un deterioro simbólico, social y físico por la falta de una buena orientación y gestión por quienes la gobiernan, que requiere de un despertar venido del reconocimiento de sus hijos celendinos a esta herencia magnifica y por que no como herencia de Patrimonio de la Humanidad. No esperar como dijo Singmund Freud, un parricidio urbano.
La ciudad está, en estos momentos, herida, con unas cicatrices que le provocan estados de desequilibrio que en cualquier momento podrían hacer zozobrar su estatus, incluso, alcanzar el colapso irreversible.
Para llegar a la situación actual ha tenido que haber un cúmulo de malas gestiones por parte de los alcaldes predecesores y el actual, que han hecho mal su trabajo, que no tuvieron y tienen visión de futuro y que no hicieron y no hacen nada para remediarlo. Es cierto que hoy por hoy nos podemos dar con un canto en los dientes, de como está el centro histórico comparado con hace varios años, pero no podemos por ellos dejar que ocurran estas cosas. Las publicaciones analizan en profundidad sus valores intrínsecos y lamentan las pérdidas sufridas y, sobretodo, las que aún van a producirse, denunciando abusos y desidias de dirigentes y usuarios.
Si bien es cierto que las ciudades están en continua transformación porque son un ente vivo, así que Celendín es una cosa hoy, y puede ser una otra cosa dentro de 10 años, y una ciudad mejor afortunadamente. Se debe hablar de razones de identidad, de valores patrimoniales, de la necesidad de recuperación de espacios habitables de gran atractivo, de posibilidades de promoción turísticas…, creando una fundación (o cualquier otro tipo de asociación) fuertemente apoyada por todas las partes implicadas y que relacionara al mayor número de entes públicos: desde la Gerencia de Obras, Desarrollo Urbano y Rural hasta las asociaciones de vecinos, pasando por los Gobiernos Municipales y Regionales, Foncodes, Universidad, Banca, Empresarios, patrocinadores, medios de comunicación, profesionales, etc. que aúne esfuerzos y ponga en marcha una maquinaria capaz de dar viso de “realidad” a estas y otras ideas, facilitando relaciones, buscando acuerdos, componiendo cuadros de valor, organizando estrategias de producción… En definitiva, creando ciudad. El éxito final no estará en la puesta en valor de las piedras recolocadas, sino en que éstas sean el verdadero nutriente para la vida de sus habitantes. Esa y no otra es la medida de que la ciudad recupere su origen no a través de la conservación, sino del cambio, que viene de la suma de valor al pasado bajo el sentido del valor de historia, como afirmara Francoise Choay.
El papel de los políticos no va, ni debe ir más allá de impulsar un mayor o menor conservacionismo durante su mandato, pero no me imagino al alcalde de Celendin dando instrucciones a un técnico para que declare protegido a este edificio o a este otro, "porque le han votado los ciudadanos", las carcajadas de los funcionarios, que deben ser profesionales independientes, serían para oírlas...
La ciudad de la globalización es la que respeta la diversidad y la que construye una ciudad del reconocimiento; en la que podamos y debamos reconocernos los unos con los otros: la del espacio público para la juventud, la de la tolerancia étnica, la que rompe distancias económicas y sociales, que tienen una institucionalidad local y una historia suficiente para amortiguar los cambios negativos, sacar provecho de los buenos y proyectarse al mundo.
Es por todo esto, Sr. Alcalde, no destruya nuestro derecho de ser Celendinos y reconocer a nuestro pueblo con aquella idiosincrasia con que nació, sepa Ud que las ciudades importantes en la historia nacieron y se desarrollaron en los causes de los ríos, en los puestos estratégicos de los mares o en los lugares donde los caminos se cruzaban y que estos aun conservan su patrimonio y son admirados por ello, de repente Ud. tiene fobia a nuestro pasado, seguramente por no ser celendino, por su desconocimiento en que existe y existirá el verdadero celendino que por razones adversas no se encuentran en nuestro pueblo, pero si luchando a través de sus propios conocimientos y dejando en alto a nuestro hoy alicaído pueblo, pero sepa además que como verdaderos celendinos sabremos defender a nuestro pueblo su patrimonio, su legajo cultural y lo mas enriquecido el espacio de nuestros hijos y de los hijos de sus hijos que saben ellos que corren sangre celendina, y que por ello llevan en alto a nuestro pueblo que nos vio nacer.
Llamo a todas las organizaciones publicas y privadas, a los maestros, a nuestros maestros que nos enseñaron a vivir con cultura y delicadeza, a las fuerzas vivas de mi pueblo, a mis amigos y paisanos de todo el mundo reclamar por un derecho, a reclamar por un pueblo que agoniza y sin defensas, azotado por la destrucción que un hombre por hoy lo empuja, pero seremos fuertes y formaremos alianzas para que así caiga el aspirante de Atila y ver nuevamente reflotar nuestro pueblo que nos dio el sabor de la vida y mas allá nuestros éxitos y por que no aun también nuestros fracasos, los que supimos superarlos con hidalguía y tesón.
Sinceramente.

Carlos Zaldívar
Ingeniero Civil con Maestria en Gestion Urbano Ambiental.

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