Por Constante Vigil
Celendín
Celendín
El solo anuncio aparecido en los programas y carteles de la feria es una estafa al respetable que asistió a las cinco tardes taurinas de la Feria de Carmen 2008, pues no pueden llamarse toros a los petardos procedentes de Chuquizongo, Salagual, San Pedro y San Simón, pese a que los primeros estuvieron regulares, de ninguna manera llegaron a la categoría de novillos. De todo el encierro solo uno, el 2° de la segunda tarde, se anunció como de 400 kg. Los demás no llegaron a 350.
"La plaza de palos más grande del mundo"
No sabemos cuánto pagaron por el ganado, la mayoría de desecho, pero tememos algo similar. Hasta el momento de anotar esto, el comité no ha evacuado ningún balance de la feria, pero sospechamos que, como siempre, saldrán “tas con tas”.
Estuvimos en la Feria de Sucre, con la novedad de la plaza portátil Torokuna de Rafael Puga y nos contaron que su costo fue ínfimo porque Puga, conocedor de la afición de los cajamarquinos quería introducir esta modalidad en los lugares que carecen de coso como Celendín. Lo que no sabía era que tenía que lidiar con la mafia de los sitios y los palos, que año tras año agrandan la plaza de acuerdo a sus intereses. De esto, extrañamente, se ufanan los “turistas”, que no saben nada de toros, y sacan a relucir aquello de “La plaza de madera más grande del mundo”, como si esto fuera motivo de orgullo.
Por eso es que Celendín, taurinamente hablando, es la última rueda del coche y lo seguirá siendo, mientras persistamos nutriendo a las mafias enquistadas y proclamando que los pobres campesinos quieren ver la fiesta gratis… ¿Pero de dónde la ven? Encaramados o colgados de las escaleras de acceso a los palcos y chaques en un espectáculo deprimente y bochornoso. Así jamás conseguiremos nada. Salvo mejor parecer.
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