martes, 18 de noviembre de 2008

CANTACLARO: El crimen de Choropampa

UN MUERTO MÁS DE YANACOCHA
Por Constante Vigil
Celendín
Ocho años después de uno de los peores desastres ecológicos del mundo, perpetrado por Minera Yanacocha en Choropampa, Cajamarca, el número de víctimas sigue aumentando. Hace poco falleció el profesor Vicente Zárate Minchán, alcalde del pueblo y uno de los afectados por el derrame de mercurio. Al agravarse su salud fue llevado a Cajamarca e internado en el Hospital Regional, pero al negarse Pacífico Sur, la aseguradora de Yanacocha, a respaldar su curación, el enfermo fue trasladado a un hospital de Chiclayo, donde falleció víctima del Síndrome de Guillain Barré, como se conoce a los síntomas de la exposición humana al mercurio.
Zárate Minchán es la última víctima mortal, por ahora, del letal derrame de mercurio de Choropampa, que afectó a unas 1.500 personas.
Como se recordará, el 2 de junio del 2000, un camión de la Empresa RANSA S.A., al servicio de Minera Yanacocha, derramó 151 kg de mercurio residual en Choropampa, entre los caseríos comprendidos entre las localidades de Choten y Magdalena. Los pobladores de zona, pobres entre los pobres, se abalanzaron sobre el plateado mineral, creyendo que era precioso.

Rosas Alvarez Leyva, un inutilizado por la contaminación de Minera Yanacocha.
A partir de entonces los pobladores empezaron a sufrir extrañas enfermedades como caída de la piel, pérdida del uso de las extremidades, parálisis, cáncer al cerebro y finalmente la muerte. La minera recurrió al encubrimiento con la complicidad de autoridades inmorales, periodistas, alcaldes, parlamentarios, organizaciones religiosas y hasta ONGs como CARE, que minimizaron el problema arguyendo que el mercurio se iba a eliminar con la orina. Como los casos de enfermedades proliferaron y adquirían mayor gravedad, Yanacocha contrató a la aseguradora Pacífico Sur, que según los usuarios les da mal trato y les atiende una sola vez, si alguien se siente mal tiene que espera hasta el siguiente mes y sólo para recibir pastillas calmantes.
Finalmente, Yanacoha inició un plan de indemnizaciones de manera unilateral y dio por cerrado el caso. Este programa fue aprovechado por unos cuantos “vivos”, que lucraron con la desgracia ajena y dejaron en el desamparo a los verdaderos afectados, como es el caso del ciudadano Rosas Alvarez Leyva, de 29 años, quien se encuentra postrado en una cama sin poder mover las manos ni para tomar sus alimentos. Su esposa, Raquel Llatas Narro, aparte de atender a sus dos menores hijos, tiene que darle de comer en la boca. Este sufrido padre, que obviamente ya no puede trabajar, nunca recibió ninguna indemnización.
Lo más indignante es que, pese a que el congresista Werner Cabrera logró la formación de una comisión parlamentaria que elaboró un INFORME FINAL, el que fue aprobado por UNANIMIDAD en la Comisión de Pueblos Andinos, Ecología y Ambiente en de junio de este año, hasta la fecha no se forma la Comisión Multisectorial que implemente las recomendaciones de la comisión. ¡Las leguleyadas y la burocracia de siempre!
Este desastre constituye un crimen de lesa humanidad que en cualquier otra parte del mundo hubiese significado el cierre de operaciones de la minera, pero para los gobiernos peruanos la vida de un ciudadano no vale nada, y peor si es de provincias. Lo más importante es no perder la etiqueta de “Perú, país minero, exportador de riquezas”, ni desmentir a los felipillos que pregonan en la televisión que han progresado gracias al apoyo de la minera.
Ojo, pues, celendinos, hay que mirarse en el espejo de Choropampa. Allí estamos viendo al monstruo y a sus negras entrañas. Tenemos que estar alertas y esperar la hora de la hora, rogando que nuestra honda sea la de David.

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