Por César Hildebrandt
Mientras Evo Morales empieza la carrera electoral con treinta puntos de ventaja sobre su más cercano perseguidor (¿vieron?) y Melcochita dice que la mujer que abandonó y a la que avergonzó inmundamente en un programa de TV mientras ella lo llamaba drogadicto, mientras esas cosas pasan en el Alto Perú y en el Perú de los abismos, respectivamente, alguien se ha robado el pulmón de la exhibición llamada “El Cuerpo Humano: real y fascinante”.
“Es una vergüenza que esto justamente suceda en el Perú”, ha dicho Susan Hoefken, gerente general de la empresa que trajo la muestra (por la que ya han pasado 90,000 visitantes nacionales).
El pulmón sustraído perteneció a un chino de unos 45 años y, como todo lo expuesto en la exposición, fue materia de un proceso llamado “polimerización”, una especie de plastificación molecular de los tejidos.
La agencia de noticias Reuters encabezó uno de los párrafos de su despacho fechado ayer en Lima con las siguientes palabras:
“¡Se han robado un pulmón!”, dijo afligida a Reuters Susan Hoefken, gerente general de Impacto Producciones...
Todo esto –lo de Melcochita, lo del pulmón robado, el maltrato de Lima por parte de ese idiota urbano llamado Castañeda- me recuerda otra vez que, hace unas semanas, el redactor de una revista me llamó para preguntarme qué opinaba yo de la cundería, la criollada, el recutecu y el recursismo.
Le contesté, como creo haberlo dicho ya, que todas esas definiciones de carácter criminal me hacían vomitar.
La criollada me hace vomitar. La viveza criolla me hace vomitar. La cundería me hace vomitar. Por eso es que la mayor parte de los políticos criollos me hace vomitar.
¿Qué maldición inapelable hizo que la mayor parte de los peruanos fueran tramposos, impuntuales, permisivos con la mugre interior y exterior?
En muchos sentidos, el Perú no es sólo un país adolescente, como nos lo dijera tibiamente Luis Alberto Sánchez. Es también un viejo vicioso y sin remedio, un expediente de Lombroso, una sospecha con lindos paisajes.
Sólo una psiquis anegada en mórbidas esencias puede explicar que aquí se aprecie a quien no rinde cuentas y al que se burla de sus promesas electorales y al que roba desde la función pública y al que ordena matar desde la más alta investidura.
Fujimori fue el caudillo sanguinario y ladrón que amaron millones y ante el que se arrodillaron la totalidad de las llamadas “fuerzas vivas”. El autoritario Castañeda, un proto Fujimori en todo el sentido del término, es idolatrado y tiene un terno de teflón. Muchedumbres casi cairotas rezan por Keiko. Pobladas parecidas a las de Karachi, donde el marido ladrón de Benazir Butho reincidió en el poder, permitieron el regreso de García.
Y mientras nos farreamos la prosperidad surgida de rematarnos como putas portuarias, la viveza criolla sigue cundiendo: los alcaldes se hacen ricos dando licencias de escándalo, el puerto de Paita se entrega por muy poco (oficialmente hablando) y, como un detalle entre sociológico y psiquiátrico, nos enteramos de que el 90 por ciento de las llamadas a los teléfonos de emergencia 105 y 116 son falsas.
¿Falsas? Peor que eso: taradas. Llaman maricas a ofrecerse, tartamudos a farfullar, niñitas premenstruales que mientan la madre, chicos del Circo Beat que ríen y babean, coqueros que gritan, cretinos que callan. Todo criollísimo, todo peruanísimo, todo zavalítico.
Si mucha gente vota por ladrones y reelige a ladrones, ¿qué de sorprendente puede tener que el pulmón de una muestra que jamás había sufrido contratiempo alguno desaparezca aquí, en las tres veces coronada villa de Lima?
¿Intuirán los chicos salvables de hoy que el Perú no fue siempre esta tecnocumbia bailada en calzoncillos atigrados? ¿Sospecharán que no siempre fuimos esta carie? ¿Sabrán que antes, mucho antes, como decía Neruda, fueron los ríos, ríos arteriales?
A nivel de valores y de estética hemos hecho –y seguimos haciendo- un país espantoso, una ciudad sin ley, una ciudadanía de zombis. Es tiempo de que alguien lo diga a todo pulmón aunque sea sólo para dejar constancia.
Si amamos al Perú atrevámonos a despreciar buena parte de lo que es ahora.
(Tomado del diario La Primera)
“Es una vergüenza que esto justamente suceda en el Perú”, ha dicho Susan Hoefken, gerente general de la empresa que trajo la muestra (por la que ya han pasado 90,000 visitantes nacionales).
El pulmón sustraído perteneció a un chino de unos 45 años y, como todo lo expuesto en la exposición, fue materia de un proceso llamado “polimerización”, una especie de plastificación molecular de los tejidos.
La agencia de noticias Reuters encabezó uno de los párrafos de su despacho fechado ayer en Lima con las siguientes palabras:
“¡Se han robado un pulmón!”, dijo afligida a Reuters Susan Hoefken, gerente general de Impacto Producciones...
Todo esto –lo de Melcochita, lo del pulmón robado, el maltrato de Lima por parte de ese idiota urbano llamado Castañeda- me recuerda otra vez que, hace unas semanas, el redactor de una revista me llamó para preguntarme qué opinaba yo de la cundería, la criollada, el recutecu y el recursismo.
Le contesté, como creo haberlo dicho ya, que todas esas definiciones de carácter criminal me hacían vomitar.
La criollada me hace vomitar. La viveza criolla me hace vomitar. La cundería me hace vomitar. Por eso es que la mayor parte de los políticos criollos me hace vomitar.
El Perú de hoy, donde los canallas, asesinos, corruptos y ladrones se atreven a gritar: "¡Soy inocenteeee!"
¿Qué maldición inapelable hizo que la mayor parte de los peruanos fueran tramposos, impuntuales, permisivos con la mugre interior y exterior?
En muchos sentidos, el Perú no es sólo un país adolescente, como nos lo dijera tibiamente Luis Alberto Sánchez. Es también un viejo vicioso y sin remedio, un expediente de Lombroso, una sospecha con lindos paisajes.
Sólo una psiquis anegada en mórbidas esencias puede explicar que aquí se aprecie a quien no rinde cuentas y al que se burla de sus promesas electorales y al que roba desde la función pública y al que ordena matar desde la más alta investidura.
Fujimori fue el caudillo sanguinario y ladrón que amaron millones y ante el que se arrodillaron la totalidad de las llamadas “fuerzas vivas”. El autoritario Castañeda, un proto Fujimori en todo el sentido del término, es idolatrado y tiene un terno de teflón. Muchedumbres casi cairotas rezan por Keiko. Pobladas parecidas a las de Karachi, donde el marido ladrón de Benazir Butho reincidió en el poder, permitieron el regreso de García.
Y mientras nos farreamos la prosperidad surgida de rematarnos como putas portuarias, la viveza criolla sigue cundiendo: los alcaldes se hacen ricos dando licencias de escándalo, el puerto de Paita se entrega por muy poco (oficialmente hablando) y, como un detalle entre sociológico y psiquiátrico, nos enteramos de que el 90 por ciento de las llamadas a los teléfonos de emergencia 105 y 116 son falsas.
¿Falsas? Peor que eso: taradas. Llaman maricas a ofrecerse, tartamudos a farfullar, niñitas premenstruales que mientan la madre, chicos del Circo Beat que ríen y babean, coqueros que gritan, cretinos que callan. Todo criollísimo, todo peruanísimo, todo zavalítico.
Si mucha gente vota por ladrones y reelige a ladrones, ¿qué de sorprendente puede tener que el pulmón de una muestra que jamás había sufrido contratiempo alguno desaparezca aquí, en las tres veces coronada villa de Lima?
¿Intuirán los chicos salvables de hoy que el Perú no fue siempre esta tecnocumbia bailada en calzoncillos atigrados? ¿Sospecharán que no siempre fuimos esta carie? ¿Sabrán que antes, mucho antes, como decía Neruda, fueron los ríos, ríos arteriales?
A nivel de valores y de estética hemos hecho –y seguimos haciendo- un país espantoso, una ciudad sin ley, una ciudadanía de zombis. Es tiempo de que alguien lo diga a todo pulmón aunque sea sólo para dejar constancia.
Si amamos al Perú atrevámonos a despreciar buena parte de lo que es ahora.
(Tomado del diario La Primera)
1 comentario:
SI SOY CORRUPTO
“Señor estoy conforme” dijo el ya condenado ex presidente peruano, Alberto Fujimori, para evitar el escándalo mediático, en el nuevo juicio que afronta por los delitos de chuponeo, compra de congresistas tránsfugas y compra de medios de comunicación que realizo durante su corrupto periodo presidencial, aceptando tácitamente que …si es un corrupto.
Y es que, aceptar su culpabilidad, evita un tedioso proceso judicial que se alargaría hasta las postrimerías del mismo 2011, perjudicando tremendamente la candidatura de su hija Keiko Fujimori, puesto que en dicho procesos comparecerían mas de 100 testigos e importantes personalidades y figuras políticas como sus rivales y ex candidatos presidenciales Mario Vargas Llosa, laureado escritor internacional, Javier Perez de Cuellar, ex secretario General de las Naciones Unidas, su ex esposa Susana Iguchi y el mismo Montesinos, su corrupto y todo poderoso ex asesor.
Y es que, el ex presidente mantiene como ultima esperanza para su liberación, via indulto, a pesar de la condena de 25 anos que recibió en el primer juicio al encontrársele culpable por violación de derechos humanos en las matanzas de Barrios Altos y la Cantuta, que su hija Keiko Fujimori gane las elecciones con su movimiento político fujimorista, hoy, nuevamente maquillado y remozado con un nuevo nombre: Fuerza 2011.
Por ello, su aceptación de culpabilidad en este nuevo proceso judicial, con lo cual confirma, no solamente haber chuponeado telefónicamente a sus rivales políticos de turno Vargas Llosa y Perez de Cuellar, durante las elecciones presidenciales en las que participaron, sino también haber comprado por miles de dólares a gran numero de congresistas tránsfugas que le eran necesarios para tener mayoría en el Congreso y poder gobernar con total impunidad, como el caso Kuri que tumbaría su corrupto régimen dictatorial. Y finalmente, también reconoció haber comprado no solo los editoriales, sino incluso la línea de orientación de varios medio de comunicación escritas y televisivas, como el canal 4, por el que pago un millón de dólares a los hermanos Crusillat, para que abogaran política y mediáticamente a favor de las medidas y acciones realizadas a lo largo de su nefasto y corrupto gobierno. Abrazos shilicos. Beto Zaldivar zaldivarp
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