Realmente la prepotencia y soberbia de Crazy Horse está alcanzando alturas demenciales. En la época que cierra un mandato ha protagonizado incidentes que lo pintan tal como es: un agresor y mentiroso compulsivo. La cachetada que le propinó al voluntario de salud Richard Gálvez León es la confirmación de su carácter irascible que lo lleva a cometer una serie de desatinos que desdicen de su investidura presidencial.
Por principio no estamos de acuerdo con la actitud de Gálvez León en lo de insultar a Crazy, nadie tiene derecho a insultarlo por lo que representa para el país, pero creemos que no se puede responder a un insulto con la agresión, mucho más cuando proviene de la máxima autoridad de la nación, que encima estuvo rodeado de sus guardaespaldas quienes terminaron, también a golpes la acción del mandatario. Esa acción de Crazy nos hizo recordad a Papá Doc con sus tonton macoutes atacando a un opositor.
Acciones como la patada a Lora y el cachetadón que le fracturó el tabique a Gálvez hablan claramente del pobre espíritu democrático que tiene Crazy, cuya propensión a la dictadura es innegable. Además de estas agresiones están las metidas de pata en las pasadas elecciones en las que emitió opiniones a favor de la candidata del PPC cuando estaba prohibido y habría además, intervenido en el poder judicial para que no publique su dictamen acerca de Cataño, que debió hacerse en septiembre postergándolo para después de las elecciones. De esas tiene Crazy y en lo que queda de su mandato podemos esperar más.
Como resultado de esa acción hubo un silencio criticable de la prensa adulona y una denuncia valiente y firme del Diario 16, a quién Crazy tildó de mentiroso en una frase que quedará para la histeria “No le crean al Diario 16, son unos mentirosos…”. Pero lo que vino después fue farragoso: la autoinculpación de Rachumi como autor de la cachetada muestra dos cosas: a un Crazy prepotente y abusivo de su investidura y a un vulgar sobón como Rachumi que quiso limpiarlo. En suma, una burda maniobra que empeoró las cosas.
Y hablando de sobones, nos llama poderosamente la atención la actitud de Javier Villa Stein Presidente del Poder Judicial ¿Un hombre de derecho justificando la agresión de Crazy?. "Ha sido prudente el presidente, porque otro dignatario a lo mejor en vez de una cachetada le hubiera tirado un puñetazo. Solo en un país de maricas se permite que se insulte a la gente sin hacer nada", Otra frase que quedará en la histeria y que, estamos seguros, le ha significado tirar por la borda cualquier pretensión presidencial. Las demás opiniones: la de Mulder, de Velásquez Quesquén y otros miembros del partido de la estrella no nos llaman la atención, son usuales entre quienes están atentos como canes ante cualquier gesto de Crazy.
La reflexión que nos queda detrás de estos incidentes es que, como electores, tenemos que sopesar bien las alternativas que tenemos para elegir a nuestras autoridades, no nos llevemos de pasionismos, ni culto a personas que realmente no lo merecen. Nuestros líderes están para defendernos y no para pisotear nuestros derechos y a Crazy una recomendación, que aumente su ración de litio (li) en la dieta que lo ha convertido en un descomunal luchador de Sumo.
¡SOLANO OYARCE, DEVUELVE LA CALLE QUE LE ROBASTE A CELENDIN!
Por principio no estamos de acuerdo con la actitud de Gálvez León en lo de insultar a Crazy, nadie tiene derecho a insultarlo por lo que representa para el país, pero creemos que no se puede responder a un insulto con la agresión, mucho más cuando proviene de la máxima autoridad de la nación, que encima estuvo rodeado de sus guardaespaldas quienes terminaron, también a golpes la acción del mandatario. Esa acción de Crazy nos hizo recordad a Papá Doc con sus tonton macoutes atacando a un opositor.
Acciones como la patada a Lora y el cachetadón que le fracturó el tabique a Gálvez hablan claramente del pobre espíritu democrático que tiene Crazy, cuya propensión a la dictadura es innegable. Además de estas agresiones están las metidas de pata en las pasadas elecciones en las que emitió opiniones a favor de la candidata del PPC cuando estaba prohibido y habría además, intervenido en el poder judicial para que no publique su dictamen acerca de Cataño, que debió hacerse en septiembre postergándolo para después de las elecciones. De esas tiene Crazy y en lo que queda de su mandato podemos esperar más.
Como resultado de esa acción hubo un silencio criticable de la prensa adulona y una denuncia valiente y firme del Diario 16, a quién Crazy tildó de mentiroso en una frase que quedará para la histeria “No le crean al Diario 16, son unos mentirosos…”. Pero lo que vino después fue farragoso: la autoinculpación de Rachumi como autor de la cachetada muestra dos cosas: a un Crazy prepotente y abusivo de su investidura y a un vulgar sobón como Rachumi que quiso limpiarlo. En suma, una burda maniobra que empeoró las cosas.
Y hablando de sobones, nos llama poderosamente la atención la actitud de Javier Villa Stein Presidente del Poder Judicial ¿Un hombre de derecho justificando la agresión de Crazy?. "Ha sido prudente el presidente, porque otro dignatario a lo mejor en vez de una cachetada le hubiera tirado un puñetazo. Solo en un país de maricas se permite que se insulte a la gente sin hacer nada", Otra frase que quedará en la histeria y que, estamos seguros, le ha significado tirar por la borda cualquier pretensión presidencial. Las demás opiniones: la de Mulder, de Velásquez Quesquén y otros miembros del partido de la estrella no nos llaman la atención, son usuales entre quienes están atentos como canes ante cualquier gesto de Crazy.
La reflexión que nos queda detrás de estos incidentes es que, como electores, tenemos que sopesar bien las alternativas que tenemos para elegir a nuestras autoridades, no nos llevemos de pasionismos, ni culto a personas que realmente no lo merecen. Nuestros líderes están para defendernos y no para pisotear nuestros derechos y a Crazy una recomendación, que aumente su ración de litio (li) en la dieta que lo ha convertido en un descomunal luchador de Sumo.
¡SOLANO OYARCE, DEVUELVE LA CALLE QUE LE ROBASTE A CELENDIN!
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