El tema educativo se ha convertido en el caballito de batalla que esgrimen los candidatos a la presidencia para ganar adeptos. Todos hablan de reformas, de aumento de sueldos a los maestros, de incrementos de fondos para el sector, de cambios en el currículo, de alimentación de los estudiantes, de renovación de locales escolares, etc., etc.
La situación del maestro y la educación, caballito de batalla de los políticos de turno.
Pero lo que más nos incomoda es la posición estatista del APRA defendiendo los “logros” conseguidos en 5 años de gobierno. Nosotros, que estamos en la lid educativa, nos preguntamos extrañados ¿Cuáles logros? ¿Es que ha cambiado algo en educación? ¿Hemos mejorado en algo durante la gestión del ministro Chang Escobedo? ¿Acaso no seguimos en los últimos lugares de Latinoamérica?
El objetivo del APRA y de otros gobernantes de facto que se sucedieron en la sufrida historia del pueblo peruano no fueron el de mejorar la educación, sino el político de desaparecer al SUTEP, lo que es una prueba de su falta de vocación democrática, porque el derecho de sindicalizarse en un derecho universal de los trabajadores. En su primer gobierno intentó crear un sindicato paralelo que se llamó Antae y fracasó ruidosamente en su afán.
Con la experiencia del intento fallido y con un sindicato capturado por una facción política impresentable en el espectro democrático del sistema, el APRA tuvo por fin la oportunidad que esperaba para aniquilar al sindicato, esgrimiendo un arma a la que jamás debe apelar un buen gobierno: la de presentar a un grupo significativo de peruanos, como es el magisterio en pleno, como los revoltosos irresponsables que se oponen al progreso del país, como los primeros enemigos de los niños y los únicos que atentan contra su derecho a recibir una buena educación.
Uno de los signos más evidentes del totalitarismo que inspira a las tiranías y gobernantes de ego colosal es la convicción egoísta de que solo ellos tienen la razón y que sus postulados en cualquier aspecto son los correctos y convenientes para el país, cualquier alternativa que los contradiga simplemente está condenada al basurero. Así lo hicieron los golpistas de la década del 70, el tiranuelo japonés y el ahora gordo y flatulento Alan García.
Nosotros tenemos la firme convicción que la crisis de la educación peruana nace en el momento en que las hordas apristas, reclutadas de las canteras del PAIT, ignorantes en su mayoría, irrumpieron en las filas del magisterio, como docentes, porteros, guardianes, laboratoristas, portapliegos y papelucheros, copando los planteles de la república con una sola misión: desaparecer al SUTEP. El APRA, irresponsablemente, ponía en mano de ignorantes improvisados el futuro educativo de la nación.
En el tiempo que duró el gobierno aprista estos cuadros se titularon como pudieron, apelando a múltiples argucias como los cursos vacacionales acelerados y profesionalizaciones en universidades de dudosa prosapia que vieron en la ocasión un filón que explotaron al máximo, ambos métodos de ninguna manera se equipararon a una formación docente regular. En consecuencia, con incapaces al frente de las nuevas generaciones, los resultados no se hicieron esperar. El Perú relegado a la zaga en Latinoamérica en lo relativo al aspecto educativo por más de 20 años.
En el segundo gobierno del APRA se intenta concretar con relativo éxito la carrera pública magisterial planteada por el ex ministro de Toledo, Javier Sota Nadal, y como era de esperar, el partido de gobierno habría de utilizarla para favorecer a sus cuadros vía pruebas amañadas cuyos resultados eran conocidos por los maestros militantes del APRA. Una prueba de esto fue que en una de los últimos procesos de nombramiento que se dio en Celendín, la totalidad de los nombrados eran afiliados al partido de la estrella.
Desgraciadamente, cuando un organismo como el SUTEP, que está llamado a asumir tareas de suma importancia para el país, es capturado por Patria Roja, le sucede lo mismo que a los gobiernos totalitarios, pierde perspectiva, sus dirigentes se creen insustituibles, sus metas dejan de ser educativas y usan al sindicato como un trampolín para lanzarse tras el poder. En consecuencia, son incapaces de presentar una alternativa educativa que solucione el problema educativo peruano, pese a sus cacareados contactos y capacitaciones a cargo de docentes cubanos, en donde el problema educativo al parecer se ha solucionado. La dificultad de fondo es que nuestra realidad es diferente a la del país centroamericano.
Los maestros que creemos en la sindicalización como un derecho de los trabajadores y sentimos al sindicato como un frente de defensa gremial, estamos cercados entre dos fuegos: por un lado el gobierno con sus chantajes, pruebas punitivas y toda suerte de trabas que amenazan la estabilidad laboral de quienes, por convicción sindical, no nos hemos sometido a sus designios, y por otro el CEN de Patria Roja, enquistado en el SUTEP, que no convoca a los maestros capaces para elaborar un plan educativo que sea una alternativa real de solución para el problema educativo en el Perú, y por el contrario, moteja despectivamente como “infantiles” a los que no comulgan con sus ideas. Así no juega Perú.
El objetivo del APRA y de otros gobernantes de facto que se sucedieron en la sufrida historia del pueblo peruano no fueron el de mejorar la educación, sino el político de desaparecer al SUTEP, lo que es una prueba de su falta de vocación democrática, porque el derecho de sindicalizarse en un derecho universal de los trabajadores. En su primer gobierno intentó crear un sindicato paralelo que se llamó Antae y fracasó ruidosamente en su afán.
Con la experiencia del intento fallido y con un sindicato capturado por una facción política impresentable en el espectro democrático del sistema, el APRA tuvo por fin la oportunidad que esperaba para aniquilar al sindicato, esgrimiendo un arma a la que jamás debe apelar un buen gobierno: la de presentar a un grupo significativo de peruanos, como es el magisterio en pleno, como los revoltosos irresponsables que se oponen al progreso del país, como los primeros enemigos de los niños y los únicos que atentan contra su derecho a recibir una buena educación.
Uno de los signos más evidentes del totalitarismo que inspira a las tiranías y gobernantes de ego colosal es la convicción egoísta de que solo ellos tienen la razón y que sus postulados en cualquier aspecto son los correctos y convenientes para el país, cualquier alternativa que los contradiga simplemente está condenada al basurero. Así lo hicieron los golpistas de la década del 70, el tiranuelo japonés y el ahora gordo y flatulento Alan García.
Nosotros tenemos la firme convicción que la crisis de la educación peruana nace en el momento en que las hordas apristas, reclutadas de las canteras del PAIT, ignorantes en su mayoría, irrumpieron en las filas del magisterio, como docentes, porteros, guardianes, laboratoristas, portapliegos y papelucheros, copando los planteles de la república con una sola misión: desaparecer al SUTEP. El APRA, irresponsablemente, ponía en mano de ignorantes improvisados el futuro educativo de la nación.
En el tiempo que duró el gobierno aprista estos cuadros se titularon como pudieron, apelando a múltiples argucias como los cursos vacacionales acelerados y profesionalizaciones en universidades de dudosa prosapia que vieron en la ocasión un filón que explotaron al máximo, ambos métodos de ninguna manera se equipararon a una formación docente regular. En consecuencia, con incapaces al frente de las nuevas generaciones, los resultados no se hicieron esperar. El Perú relegado a la zaga en Latinoamérica en lo relativo al aspecto educativo por más de 20 años.
En el segundo gobierno del APRA se intenta concretar con relativo éxito la carrera pública magisterial planteada por el ex ministro de Toledo, Javier Sota Nadal, y como era de esperar, el partido de gobierno habría de utilizarla para favorecer a sus cuadros vía pruebas amañadas cuyos resultados eran conocidos por los maestros militantes del APRA. Una prueba de esto fue que en una de los últimos procesos de nombramiento que se dio en Celendín, la totalidad de los nombrados eran afiliados al partido de la estrella.
Desgraciadamente, cuando un organismo como el SUTEP, que está llamado a asumir tareas de suma importancia para el país, es capturado por Patria Roja, le sucede lo mismo que a los gobiernos totalitarios, pierde perspectiva, sus dirigentes se creen insustituibles, sus metas dejan de ser educativas y usan al sindicato como un trampolín para lanzarse tras el poder. En consecuencia, son incapaces de presentar una alternativa educativa que solucione el problema educativo peruano, pese a sus cacareados contactos y capacitaciones a cargo de docentes cubanos, en donde el problema educativo al parecer se ha solucionado. La dificultad de fondo es que nuestra realidad es diferente a la del país centroamericano.
Los maestros que creemos en la sindicalización como un derecho de los trabajadores y sentimos al sindicato como un frente de defensa gremial, estamos cercados entre dos fuegos: por un lado el gobierno con sus chantajes, pruebas punitivas y toda suerte de trabas que amenazan la estabilidad laboral de quienes, por convicción sindical, no nos hemos sometido a sus designios, y por otro el CEN de Patria Roja, enquistado en el SUTEP, que no convoca a los maestros capaces para elaborar un plan educativo que sea una alternativa real de solución para el problema educativo en el Perú, y por el contrario, moteja despectivamente como “infantiles” a los que no comulgan con sus ideas. Así no juega Perú.
¡SOLANO OYARCE, DEVUELVE LA CALLE QUE LE ROBASTE A CELENDIN!
1 comentario:
Muy cierto amigo Charro. Un abrazo
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