Quienes vemos a la obra de la naturaleza no como una hechura al azar, sino como una obra maestra en donde todo tiene su por qué, y estamos convencidos de que conservarla es un deber moral y material porque ése es el mundo que debemos legar a nuestros descendientes, estamos expuestos a la mordacidad insulsa de quienes creen que somos una especie de náufragos atrapados en las telarañas del tiempo y no hemos podido adecuarnos a la “modernidad”.
-Ahí viene el antimina –dicen de mí algunos paisanos que trabajan en la minería cuando aparezco en el elefante blanco de Huachipa, en la sede de la Av. Brasil o en cualquier otra reunión de cajamarquinos.
Ninguna de éstas sátiras sin sentido hacen mella en mi espíritu de admiración hacia el paisaje con cuya vista nos premia la naturaleza, más bien me producen conmiseración quienes, en su afán de ganar dinero, lo avasallan todo, venden su alma y finalmente se convierten en felipillos de las transnacionales ávidas de riquezas cual aves de rapiña, sin importarles si destruyen la belleza útil del entorno con que natura nos ha premiado.
Al observar la limpidez inocente y la belleza plácida de lo que fue en vida la laguna Yanacocha, laguna negra, en su insulsa traducción al castellano, y luego constatar el expolio y destrucción que hiciera de ella la transnacional Newmont Mining Co., que desfachatadamente utilizó el dulce nombre quechua para disfrazar sus aviesas acciones, no podemos menos que lamentar que su desgracia fueron los tesoros que escondía en sus entrañas, riquezas que fueron conocidas antaño, pero en términos mágicos relacionados con una historia de leyenda.
En mis inicios como docente, pernoctaba los fines de semana en la hacienda “El Sauce”, gozando de la enjundiosa conversación de don Osías Agustí Merino, quien me contaba, con visos de fantasía, la existencia de las lagunas de la altura que se utilizaban como hitos para delimitar las tierras de la hacienda Jerez, que por más de doscientos años pertenecieron a su familia, con las haciendas de Combayo, Polloc, Llaucán y los terrenos comunales de Sorochuco. Me hablaba con vehemente entusiasmo de su serena belleza y de las riquezas que escondían en su lecho. Me decía que en Yanacocha fue arrojada, y no en otros lugares como se presume, la gran cadena de oro que transportaba todo un batallón del ejército incaico para pagar el rescate del Inca Atahualpa y que al saberse las noticias de su muerte fue ocultada en el fondo de las aguas negras.
Me contaba asimismo que conocía, por haberlas recorrido en su juventud y durante el juicio que enfrentó por la recuperación de sus tierras, las lagunas que pronto desaparecerán tras la acción nefasta de la transnacional minera, en complicidad con la Minera Galeno que opera ya en la zona. Me hablaba de la belleza de la laguna Dos Colores, de las lagunas "cuchras" que llevan el nombre de Alforjacocha y de la diversidad de peces que albergaba Challhuagón, que en quechua significa precisamente refugio de los peces, de la laguna El Perol y otras, en cuyas rocas sumergidas crecían las algas que los campesinos cosechaban y secaban para consumirlas en Semana Santa en los pueblos de Jerez y Sorochuco.
Contagiado de ese entusiasmo casi delirante, fui a conocerlas en un viaje de tres días a caballo, pernoctando en las humildes chozas de los campesinos de la zona y quedé maravillado, no solo de su belleza, sino del papel importantísimo que cumplían en la generación de vida en toda la cuenca del Sendamal y de la biodiversidad que vivía en sus aguas. Esos campesinos me contaron que las lagunas estaban encantadas y que en las noches de plenilunio un torito de oro aparecía en sus quietas aguas para tentar a los cristianos que se dejaran vencer por la codicia.
Esas lagunas son el nacimiento de las quebradas y ríos que alimentan el río Sendamal-La Llanga, principal accidente geográfico de la provincia, como el Huamrrucaga y el Chirimayo en Sorochuco, el Chugurmayo y el Jadibamba en la banda de Chilac, perteneciente al distrito de Huasmín, además de otros ríos que llegan al distrito de La Encañada y Bambamarca en Hualgayoc.
Nada de esa belleza y biodiversidad perdurarán cuando Newmont Mining Co., alias Minera Yanacocha, alias Minas Conga, empiece a operar. Las lagunas que brindaban vida y modelaban el paisaje a través de sus lágrimas transformadas en ríos, desaparecerán, en lugar de eso llegarán los cuatro jinetes del Apocalipsis: muerte, destrucción, corrupción y vicio, porque la transnacional minera no solo contamina el medio ambiente, sino también lo hace con la política y la vida del país: corrompe a autoridades , a policías, compra alcaldes, congresistas, periodistas y a todo aquél que de algún modo pudiera servir a sus intereses.
Todo esto con la aquiescencia de un gobierno que ofreció detener la voracidad de las mineras, que tuvo el cinismo de crear un Ministerio del Medio Ambiente y que en nombre de la conservación de la biodiversidad destruye con helicópteros y aviones del ejército a las dragas instaladas en los ríos de la selva, para hacernos creer que es la minería informal la causante de nuestras desgracias y no la formal, como en el caso que nos ocupa, que, según ellos, son ejemplo de modernidad y sabio uso de los recursos, que hacen parir a las vaquitas y dan trabajo como pregonan los aprendices de felipillos. Ojalá que estos mentirosos del partido de gobierno reciban el castigo justo del pueblo y no logren traspasar la valla del 5% en las próximas elecciones. Sería tal vez la venganza de los toritos mágicos de las lagunas.
Por eso, antes de que esto suceda, tómese un tiempo y écheles una miradita a nuestras lagunas y conmuévase de su belleza, será tal vez la última vista que de ellas se obtenga. Observe bien el cambio operado en Yanacocha, un triste caso del “antes” y el “después”, y lo peor de todo es que esta horrible destrucción no ha cambiado en un ápice la situación de atraso en que está ubicado el departamento de Cajamarca en el mapa de la pobreza en el Perú.
¡SOLANO OYARCE, DEVUELVE LA CALLE QUE LE ROBASTE A CELENDIN!
.
-Ahí viene el antimina –dicen de mí algunos paisanos que trabajan en la minería cuando aparezco en el elefante blanco de Huachipa, en la sede de la Av. Brasil o en cualquier otra reunión de cajamarquinos.
Ninguna de éstas sátiras sin sentido hacen mella en mi espíritu de admiración hacia el paisaje con cuya vista nos premia la naturaleza, más bien me producen conmiseración quienes, en su afán de ganar dinero, lo avasallan todo, venden su alma y finalmente se convierten en felipillos de las transnacionales ávidas de riquezas cual aves de rapiña, sin importarles si destruyen la belleza útil del entorno con que natura nos ha premiado.
La laguna Yanacocha en 1992 y en 2006, antes y después de la criminal cirugía operada por Minera Yanacocha.
Al observar la limpidez inocente y la belleza plácida de lo que fue en vida la laguna Yanacocha, laguna negra, en su insulsa traducción al castellano, y luego constatar el expolio y destrucción que hiciera de ella la transnacional Newmont Mining Co., que desfachatadamente utilizó el dulce nombre quechua para disfrazar sus aviesas acciones, no podemos menos que lamentar que su desgracia fueron los tesoros que escondía en sus entrañas, riquezas que fueron conocidas antaño, pero en términos mágicos relacionados con una historia de leyenda.
En mis inicios como docente, pernoctaba los fines de semana en la hacienda “El Sauce”, gozando de la enjundiosa conversación de don Osías Agustí Merino, quien me contaba, con visos de fantasía, la existencia de las lagunas de la altura que se utilizaban como hitos para delimitar las tierras de la hacienda Jerez, que por más de doscientos años pertenecieron a su familia, con las haciendas de Combayo, Polloc, Llaucán y los terrenos comunales de Sorochuco. Me hablaba con vehemente entusiasmo de su serena belleza y de las riquezas que escondían en su lecho. Me decía que en Yanacocha fue arrojada, y no en otros lugares como se presume, la gran cadena de oro que transportaba todo un batallón del ejército incaico para pagar el rescate del Inca Atahualpa y que al saberse las noticias de su muerte fue ocultada en el fondo de las aguas negras.
Me contaba asimismo que conocía, por haberlas recorrido en su juventud y durante el juicio que enfrentó por la recuperación de sus tierras, las lagunas que pronto desaparecerán tras la acción nefasta de la transnacional minera, en complicidad con la Minera Galeno que opera ya en la zona. Me hablaba de la belleza de la laguna Dos Colores, de las lagunas "cuchras" que llevan el nombre de Alforjacocha y de la diversidad de peces que albergaba Challhuagón, que en quechua significa precisamente refugio de los peces, de la laguna El Perol y otras, en cuyas rocas sumergidas crecían las algas que los campesinos cosechaban y secaban para consumirlas en Semana Santa en los pueblos de Jerez y Sorochuco.
Contagiado de ese entusiasmo casi delirante, fui a conocerlas en un viaje de tres días a caballo, pernoctando en las humildes chozas de los campesinos de la zona y quedé maravillado, no solo de su belleza, sino del papel importantísimo que cumplían en la generación de vida en toda la cuenca del Sendamal y de la biodiversidad que vivía en sus aguas. Esos campesinos me contaron que las lagunas estaban encantadas y que en las noches de plenilunio un torito de oro aparecía en sus quietas aguas para tentar a los cristianos que se dejaran vencer por la codicia.
Esas lagunas son el nacimiento de las quebradas y ríos que alimentan el río Sendamal-La Llanga, principal accidente geográfico de la provincia, como el Huamrrucaga y el Chirimayo en Sorochuco, el Chugurmayo y el Jadibamba en la banda de Chilac, perteneciente al distrito de Huasmín, además de otros ríos que llegan al distrito de La Encañada y Bambamarca en Hualgayoc.
Nada de esa belleza y biodiversidad perdurarán cuando Newmont Mining Co., alias Minera Yanacocha, alias Minas Conga, empiece a operar. Las lagunas que brindaban vida y modelaban el paisaje a través de sus lágrimas transformadas en ríos, desaparecerán, en lugar de eso llegarán los cuatro jinetes del Apocalipsis: muerte, destrucción, corrupción y vicio, porque la transnacional minera no solo contamina el medio ambiente, sino también lo hace con la política y la vida del país: corrompe a autoridades , a policías, compra alcaldes, congresistas, periodistas y a todo aquél que de algún modo pudiera servir a sus intereses.
Todo esto con la aquiescencia de un gobierno que ofreció detener la voracidad de las mineras, que tuvo el cinismo de crear un Ministerio del Medio Ambiente y que en nombre de la conservación de la biodiversidad destruye con helicópteros y aviones del ejército a las dragas instaladas en los ríos de la selva, para hacernos creer que es la minería informal la causante de nuestras desgracias y no la formal, como en el caso que nos ocupa, que, según ellos, son ejemplo de modernidad y sabio uso de los recursos, que hacen parir a las vaquitas y dan trabajo como pregonan los aprendices de felipillos. Ojalá que estos mentirosos del partido de gobierno reciban el castigo justo del pueblo y no logren traspasar la valla del 5% en las próximas elecciones. Sería tal vez la venganza de los toritos mágicos de las lagunas.
Por eso, antes de que esto suceda, tómese un tiempo y écheles una miradita a nuestras lagunas y conmuévase de su belleza, será tal vez la última vista que de ellas se obtenga. Observe bien el cambio operado en Yanacocha, un triste caso del “antes” y el “después”, y lo peor de todo es que esta horrible destrucción no ha cambiado en un ápice la situación de atraso en que está ubicado el departamento de Cajamarca en el mapa de la pobreza en el Perú.
¡SOLANO OYARCE, DEVUELVE LA CALLE QUE LE ROBASTE A CELENDIN!
.
3 comentarios:
Aún se puede detener paisano, no desmaye, avivemos la lucha por la defensa de nuestra propia vida....
Celendín ya despertó, desde cualquier lugar en el que nos encontremos sí podemos colaborar, no desmaye paisano....
ES DIFICIL PARA LOS QUE TRABAJAMOS EN EL PROYECTO CONGA,TOMAR PARTIDO POR TAL O CUAL POSICION, PERO DESPUES DE VER EL ANTES Y EL DESPUES DE LA LAGUNA NEGRA, NO QUEDA DUDA, LA AMBICION DESMEDIDA DEL HOMBRE NO CONTEMPLA EL FUTURO DE NUESTROS HIJOS,ESTAMOS CON USTEDES Y QUE SEA LO QUE DIOS QUIERA
Es increíble como afectan los insumos que utilizan los mineros para la extracción del oro y destruye toda la naturaleza, contamina las aguas, la vegetación, los millares de peces, el ambiente se vuelve irrespirable, y las tierras quedan estériles por mas de 300 años.
Seria bueno que las autoridades del gobierno, solo hagan cumplir las leyes empezando por la Constitución, pues, las aguas son reservas naturales, los daños que causen cualquier perico de los palotes debe PAGAR LAS CONSECUENCIAS OCASIONADAS, COMO, LA MUERTE DE MILLONES DE PECES, PLANTAS, AGUAS, PERUANOS.
ASIMISMO, DEBE CALCULARSE TODOS LOS IMPUESTOS DEJADOS DE PAGAR, IGUAL, TODOS LOS METALES QUE SE LLEVAN Y NO PAGAN NADA QUE ALGUNOS TIENEN PRECIOS MAS ALTOS QUE EL ORO.
El Balance de los costos y beneficios permitirá conocer que estos explotadores no tendrían nada que reclamar y deberían de irse antes de ser juzgados con la cárcel por toda la vida que le queda.
Publicar un comentario