Por Reinhard Seifert *
Cajamarca
Los poderes fácticos (empresas transnacionales, sector financiero, iglesia católica, gran prensa y sectores del gobierno de turno) quieren darnos lecciones de democracia. Ellos que perdieron las últimas elecciones -que incluso amenazaron con un golpe de estado si no salía su candidata favorita- han puesto “el grito al cielo”. Ellos que nunca fueron elegidos pretenden proponer, exigir y decidir sobre el destino de una organización popular. Ellos que se desenvuelven en la sombra y compran conciencias a granel aparecen como los adalides de la democracia. Ellos que desconocen los valores democráticos de ser elegidos y elegir quieren imponerse a través de la fuerza bruta y de la manipulación grosera. Ellos que siempre fueron los ricos y privilegiados del Perú quieren enseñarnos principios y valores democráticos.
Evidentemente no está en discusión la legitimidad de una autoridad democráticamente elegida. Lo que está en debate es la legitimidad de una autoridad en ejercicio de sus funciones. Obviamente la corrupción casi siempre ha acompañado a éstas en su quehacer diario. Además, lo que está en debate es el desempeño de la palabra empeñada.
Un Frente de Defensa que ha hecho un trabajo duro, colectivo, abnegado y corajudo durante muchos años no es algo de última hora, ya que forjó credibilidad y confianza ante el pueblo. Esto es algo que los poderes fácticos no quieren entender, porque no les conviene. En este sentido un Frente de Defensa recuperó la credibilidad y confianza, valores tan poco practicados por los políticos actuales. Un Frente de Defensa es un clásico contrapeso frente a la ofensiva pro-militar actual de los poderes fácticos. Un Frente de Defensa recoge en su interior opiniones diversas, amplias, les da la cobertura y representa a estas organizaciones sociales organizadas. Es el movimiento social “par exellence”. De ninguna manera intenta reemplazar a una autoridad elegida.
Los poderes fácticos tienen su ideología, los Frentes también. Los primeros son de derecha y los segundos son de izquierda y ambientalistas, pero no hay que perder de vista que en ambos casos no son partidos políticos organizados; son más bien expresiones políticas generales de espectros bastante amplios.
Los partidos políticos —Apra, AP, Fujimoristas (derecha y ultraderecha), movimientos regionales (centro) y Patria Roja, Mov. Tierra y Libertad, los radicales (izquierda)— de Cajamarca nunca apoyaron decididamente la lucha del pueblo de Cajamarca en defensa de las lagunas, del medio ambiente, del agua, por ende de la vida. Estuvieron ausentes en gran parte del conflicto o se meten cuando la mesa “está servida”, oportunistamente suben “al coche”, como el mejor o tratan de “cortar el jamón”.
Ahora el gobierno actual insiste que son ellos los que deben tomar la posta y solucionar los problemas de Cajamarca. Ellos que nunca hicieron nada durante todo este tiempo ni siquiera trabajaron a favor del pueblo, más bien se sirvieron de él. Si hubieran cumplido su palabra un Frente de Defensa no tendría razón de ser. Por eso es que en la defensa de las lagunas de Celendín la gente rechaza a los políticos, algunos vendidos a Yanacocha. Claro está, no son creíbles.
Asimismo, los poderes fácticos quieren justamente a estos tipos de autoridades, que son corruptos, sumisos, obsecuentes, cumplidores de órdenes de los “de arriba”. Exigen democracia ahora para ellos y coherencia a las autoridades controladas por ellos y mano dura contra el movimiento social. Los postulados democráticos solo valen para ellos y no para el movimiento social. Lamentablemente el Perú todavía está lejos de ser un país de oportunidades para todos y su actual clase política – un término muy benévolo- impone un modelo económico que es excluyente: Perú, país minero.
Sofocan cualquier protesta que no concuerda y coincide con los defensores del modelo económico que se presenta como un mantra, algo muy dogmatico, sectario y sacrosanto. Aquí no hay valores democráticos que valgan y cuando un Frente de Defensa los practica no es legítimo, es ilegal. A esto se suma la sumisión de los dirigentes sociales a un poder judicial corrupto para desacreditar su lucha y quebrarla. Actúan al viejo estilo de la mafia italiana: la vendetta. Los poderes fácticos son hipócritas, cínicos y aplican el antiguo adagio: “lo ancho para mí y lo angosto para mi enemigo”.
Un Frente de Defensa ha puesto el “dedo en la llaga”. ¿Qué país queremos ahora y para nuestros hijos y nietos? Queremos un país sólido, abierto y civilizado con valores democráticos (aceptados socialmente) que respeten la pluriculturalidad, donde impera la ley de la razón y no la ley de “la bota y del arma”.
Sin embargo, tampoco queremos un nuevo General Odría (que al menos sabia cantar, emborracharse cuando quería y coquetear con mujeres, cuando se le placía) que todos lo reconocen como el famosísimo general alegre y astuto.
Por otro lado, en las actuales circunstancias Cajamarca puede defenderse solo y no necesita mediadores de la iglesia católica (Bambarén o Garatea) que siempre han estado de lado del poder de turno. Tenemos la suficiente capacidad de fortalecernos en otras luchas que se avecinan. Un buen interlocutor es aquel que pone por delante la defensa del bien común y no a los intereses subalternos. Este interlocutor no nace, se hace en la lucha diaria. No somos de ahora, sino venimos de muchos años de lucha. A Cajamarca se la respeta porque es un pueblo digno y luchador.
De manera autocrítica nos faltó tolerancia entre nosotros mismos, aceptar las diferencias de opiniones hacia nosotros y hacia los otros, faltó mejor preparación política del equipo de dirigentes. Todavía no hemos aprendido separar a tiempo “el trigo de la paja”, los que están con el pueblo versus los que están con los poderes fácticos; o como decían los mayores: “Sarna con gusto no pica”.
En Cajamarca ninguna mesa de diálogo —que datan de la época de los 90— tuvieron éxito, fueron mecedoras, porque ninguno de los actores implicados quiso cumplir lo pactado, principalmente la empresa minera Yanacocha. Así cundió la desazón y el engaño.
En Cajamarca se juega el destino del Perú, por eso la crudeza de la lucha actual y el futuro incierto de las propuestas políticas, sociales y económicas.
La frustrada “mesa de diálogo” del gobierno actual tiene un objetivo central: Imponer a como dé lugar el proyecto Minas Conga, bajo el lema: “Conga va, sí o sí”; frente al logro del pueblo: “Conga no va, no y no”.
¿Cómo lograr disolver este “nudo gordiano”? Un amigo respondió a la misma pregunta: “A la mala, pues”.
Cajamarca, 28 de diciembre 2011
* M.Sc. Ing. Reinhard Seifert,
Egresado de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Frankfurt del Meno, Alemania, y de la Sorbona, Universidad de París I-Francia.
Ex Presidente del Frente de Defensa Ambiental de Cajamarca (2002-2007).
Actualmente es asesor del mismo organismo.
C.E. 278095
Cél.: 954 189 418
Del Comercio 464 - Cajamarca - Perú
Correo electrónico: rseiferts@gmail.com
¡FUERA YANACOCHA DE CELENDIN, CONGA NO VA, Y NO VA...!
*
Cajamarca
Los poderes fácticos (empresas transnacionales, sector financiero, iglesia católica, gran prensa y sectores del gobierno de turno) quieren darnos lecciones de democracia. Ellos que perdieron las últimas elecciones -que incluso amenazaron con un golpe de estado si no salía su candidata favorita- han puesto “el grito al cielo”. Ellos que nunca fueron elegidos pretenden proponer, exigir y decidir sobre el destino de una organización popular. Ellos que se desenvuelven en la sombra y compran conciencias a granel aparecen como los adalides de la democracia. Ellos que desconocen los valores democráticos de ser elegidos y elegir quieren imponerse a través de la fuerza bruta y de la manipulación grosera. Ellos que siempre fueron los ricos y privilegiados del Perú quieren enseñarnos principios y valores democráticos.
Evidentemente no está en discusión la legitimidad de una autoridad democráticamente elegida. Lo que está en debate es la legitimidad de una autoridad en ejercicio de sus funciones. Obviamente la corrupción casi siempre ha acompañado a éstas en su quehacer diario. Además, lo que está en debate es el desempeño de la palabra empeñada.
Un Frente de Defensa que ha hecho un trabajo duro, colectivo, abnegado y corajudo durante muchos años no es algo de última hora, ya que forjó credibilidad y confianza ante el pueblo. Esto es algo que los poderes fácticos no quieren entender, porque no les conviene. En este sentido un Frente de Defensa recuperó la credibilidad y confianza, valores tan poco practicados por los políticos actuales. Un Frente de Defensa es un clásico contrapeso frente a la ofensiva pro-militar actual de los poderes fácticos. Un Frente de Defensa recoge en su interior opiniones diversas, amplias, les da la cobertura y representa a estas organizaciones sociales organizadas. Es el movimiento social “par exellence”. De ninguna manera intenta reemplazar a una autoridad elegida.
Los poderes fácticos tienen su ideología, los Frentes también. Los primeros son de derecha y los segundos son de izquierda y ambientalistas, pero no hay que perder de vista que en ambos casos no son partidos políticos organizados; son más bien expresiones políticas generales de espectros bastante amplios.
"En Cajamarca se juega el destino del Perú".
Los partidos políticos —Apra, AP, Fujimoristas (derecha y ultraderecha), movimientos regionales (centro) y Patria Roja, Mov. Tierra y Libertad, los radicales (izquierda)— de Cajamarca nunca apoyaron decididamente la lucha del pueblo de Cajamarca en defensa de las lagunas, del medio ambiente, del agua, por ende de la vida. Estuvieron ausentes en gran parte del conflicto o se meten cuando la mesa “está servida”, oportunistamente suben “al coche”, como el mejor o tratan de “cortar el jamón”.
Ahora el gobierno actual insiste que son ellos los que deben tomar la posta y solucionar los problemas de Cajamarca. Ellos que nunca hicieron nada durante todo este tiempo ni siquiera trabajaron a favor del pueblo, más bien se sirvieron de él. Si hubieran cumplido su palabra un Frente de Defensa no tendría razón de ser. Por eso es que en la defensa de las lagunas de Celendín la gente rechaza a los políticos, algunos vendidos a Yanacocha. Claro está, no son creíbles.
Asimismo, los poderes fácticos quieren justamente a estos tipos de autoridades, que son corruptos, sumisos, obsecuentes, cumplidores de órdenes de los “de arriba”. Exigen democracia ahora para ellos y coherencia a las autoridades controladas por ellos y mano dura contra el movimiento social. Los postulados democráticos solo valen para ellos y no para el movimiento social. Lamentablemente el Perú todavía está lejos de ser un país de oportunidades para todos y su actual clase política – un término muy benévolo- impone un modelo económico que es excluyente: Perú, país minero.
Sofocan cualquier protesta que no concuerda y coincide con los defensores del modelo económico que se presenta como un mantra, algo muy dogmatico, sectario y sacrosanto. Aquí no hay valores democráticos que valgan y cuando un Frente de Defensa los practica no es legítimo, es ilegal. A esto se suma la sumisión de los dirigentes sociales a un poder judicial corrupto para desacreditar su lucha y quebrarla. Actúan al viejo estilo de la mafia italiana: la vendetta. Los poderes fácticos son hipócritas, cínicos y aplican el antiguo adagio: “lo ancho para mí y lo angosto para mi enemigo”.
Un Frente de Defensa ha puesto el “dedo en la llaga”. ¿Qué país queremos ahora y para nuestros hijos y nietos? Queremos un país sólido, abierto y civilizado con valores democráticos (aceptados socialmente) que respeten la pluriculturalidad, donde impera la ley de la razón y no la ley de “la bota y del arma”.
Sin embargo, tampoco queremos un nuevo General Odría (que al menos sabia cantar, emborracharse cuando quería y coquetear con mujeres, cuando se le placía) que todos lo reconocen como el famosísimo general alegre y astuto.
Por otro lado, en las actuales circunstancias Cajamarca puede defenderse solo y no necesita mediadores de la iglesia católica (Bambarén o Garatea) que siempre han estado de lado del poder de turno. Tenemos la suficiente capacidad de fortalecernos en otras luchas que se avecinan. Un buen interlocutor es aquel que pone por delante la defensa del bien común y no a los intereses subalternos. Este interlocutor no nace, se hace en la lucha diaria. No somos de ahora, sino venimos de muchos años de lucha. A Cajamarca se la respeta porque es un pueblo digno y luchador.
De manera autocrítica nos faltó tolerancia entre nosotros mismos, aceptar las diferencias de opiniones hacia nosotros y hacia los otros, faltó mejor preparación política del equipo de dirigentes. Todavía no hemos aprendido separar a tiempo “el trigo de la paja”, los que están con el pueblo versus los que están con los poderes fácticos; o como decían los mayores: “Sarna con gusto no pica”.
En Cajamarca ninguna mesa de diálogo —que datan de la época de los 90— tuvieron éxito, fueron mecedoras, porque ninguno de los actores implicados quiso cumplir lo pactado, principalmente la empresa minera Yanacocha. Así cundió la desazón y el engaño.
En Cajamarca se juega el destino del Perú, por eso la crudeza de la lucha actual y el futuro incierto de las propuestas políticas, sociales y económicas.
La frustrada “mesa de diálogo” del gobierno actual tiene un objetivo central: Imponer a como dé lugar el proyecto Minas Conga, bajo el lema: “Conga va, sí o sí”; frente al logro del pueblo: “Conga no va, no y no”.
¿Cómo lograr disolver este “nudo gordiano”? Un amigo respondió a la misma pregunta: “A la mala, pues”.
Cajamarca, 28 de diciembre 2011
* M.Sc. Ing. Reinhard Seifert,
Egresado de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Frankfurt del Meno, Alemania, y de la Sorbona, Universidad de París I-Francia.
Ex Presidente del Frente de Defensa Ambiental de Cajamarca (2002-2007).
Actualmente es asesor del mismo organismo.
C.E. 278095
Cél.: 954 189 418
Del Comercio 464 - Cajamarca - Perú
Correo electrónico: rseiferts@gmail.com
¡FUERA YANACOCHA DE CELENDIN, CONGA NO VA, Y NO VA...!
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