Por Crispín Piritaño
Celendín
Hemos asistido, atónitos, a las exposiciones que a través de Canal N, del grupo El Comercio, hace el ex ministro del Medio Ambiente Antonio Brack, monitoreado por el inefable y fofo Jaime Althaus, y no hemos podido creer que aquel personaje que se hiciera conocido por su programa televisivo “La buena tierra”, en el que defendía y propugnaba la conservación del medio ambiente y de la biodiversidad que alberga nuestro territorio, sea el mismo que hoy defiende fieramente el amañado EIA presentado por la Newmont Mining Co y sus cómplices de Buenaventura, en la aventura criminal que quieren emprender en Minas Conga.
Lo hemos visto criticar con ironías falaces el estudio de impacto ambiental propuesto por GRUFIDES y llevado a cabo por el hidrólogo y geoquímico norteamericano Robert Moran, quien en sus conclusiones afirma que “el subsuelo de las lagunas que Yanacocha pretende utilizar para almacenar su residuos contaminantes no es impermeable, sino que la roca cálcica porosa del subsuelo filtrará la sustancias contaminantes a todo el sistema hídrico", y que "los depósitos de desechos de la mina permanecerán en el área para siempre”.
Brack sostiene interesadamente que las afirmaciones de Morán son exageradas y sin sustento técnico. Esto nos llama poderosamente la atención. ¿Puede un doctor en ciencias naturales, por muy ex ministro que sea, contradecir la opinión autorizada de un hidrólogo y geoquímico como Morán, con toda la experiencia que tiene sobre el tema, con más de 40 años haciendo estudios de impacto ambiental sobre los recursos hídricos en todo el mundo?
Las opiniones de Robert Moran tienen muchísimo más sustento que la de los tres peninsulares que ha contratado Yanacocha, por intermedio del premier Valdés, para parchar los errores y omisiones del EIA presentado por la minera. Sus estudios y conclusiones le han valido la animadversión de muchas empresas que continúan explotando a tajo abierto los yacimientos minerales de los países de América del Sur, práctica prohibida por los países civilizados, conscientes de que la destrucción y contaminación que origina contribuyen eficazmente a la desaparición de un planeta azul que divaga precariamente en el cosmos: La Tierra.
Del fofo Althaus -fofo físico, intelectual y ético- nada nos extraña, acostumbrado como está a servir a los intereses más subalternos en contra del pueblo peruano. Ya lo demostró con su actuación al servicio de Montesinos, en el caso de la prensa amordazada de la época más dura del fujimontescinismo, a cuyos dictámenes sigue obedeciendo como lo demuestra la reciente entrevista que hizo a la energúmena Martha Chávez sobre el caso de Antauro Humala y sus privilegios, como si el dictador japonés no disfrutara de los mismos.
Lo que no puede negar Brack es que la “buena tierra” y su biodiversidad que él defendía antes de ser corrompido, como tantos otros, por el cleptócrata Alan García, quien lo hizo ministro, es que la contaminación y destrucción que comete y cometerá Yanacocha con Minas Conga quedará como un baldón para la historia del Perú y será un estigma para todos aquellos que defienden sin razón a las mineras por el solo hecho de que dejan divisas, es decir, dinero fácil para salvar a un gobierno que carece de programas, de filosofía, de identidad y que, en suma, pasará a ser uno más de los mediocres que el Perú ha sufrido en toda su etapa republicana.
¡FUERA YANACOCHA DE CELENDIN, ¡CONGA NO VA, Y NO VA!Celendín
Hemos asistido, atónitos, a las exposiciones que a través de Canal N, del grupo El Comercio, hace el ex ministro del Medio Ambiente Antonio Brack, monitoreado por el inefable y fofo Jaime Althaus, y no hemos podido creer que aquel personaje que se hiciera conocido por su programa televisivo “La buena tierra”, en el que defendía y propugnaba la conservación del medio ambiente y de la biodiversidad que alberga nuestro territorio, sea el mismo que hoy defiende fieramente el amañado EIA presentado por la Newmont Mining Co y sus cómplices de Buenaventura, en la aventura criminal que quieren emprender en Minas Conga.
Lo hemos visto criticar con ironías falaces el estudio de impacto ambiental propuesto por GRUFIDES y llevado a cabo por el hidrólogo y geoquímico norteamericano Robert Moran, quien en sus conclusiones afirma que “el subsuelo de las lagunas que Yanacocha pretende utilizar para almacenar su residuos contaminantes no es impermeable, sino que la roca cálcica porosa del subsuelo filtrará la sustancias contaminantes a todo el sistema hídrico", y que "los depósitos de desechos de la mina permanecerán en el área para siempre”.
Brack sostiene interesadamente que las afirmaciones de Morán son exageradas y sin sustento técnico. Esto nos llama poderosamente la atención. ¿Puede un doctor en ciencias naturales, por muy ex ministro que sea, contradecir la opinión autorizada de un hidrólogo y geoquímico como Morán, con toda la experiencia que tiene sobre el tema, con más de 40 años haciendo estudios de impacto ambiental sobre los recursos hídricos en todo el mundo?
Las opiniones de Robert Moran tienen muchísimo más sustento que la de los tres peninsulares que ha contratado Yanacocha, por intermedio del premier Valdés, para parchar los errores y omisiones del EIA presentado por la minera. Sus estudios y conclusiones le han valido la animadversión de muchas empresas que continúan explotando a tajo abierto los yacimientos minerales de los países de América del Sur, práctica prohibida por los países civilizados, conscientes de que la destrucción y contaminación que origina contribuyen eficazmente a la desaparición de un planeta azul que divaga precariamente en el cosmos: La Tierra.
Del fofo Althaus -fofo físico, intelectual y ético- nada nos extraña, acostumbrado como está a servir a los intereses más subalternos en contra del pueblo peruano. Ya lo demostró con su actuación al servicio de Montesinos, en el caso de la prensa amordazada de la época más dura del fujimontescinismo, a cuyos dictámenes sigue obedeciendo como lo demuestra la reciente entrevista que hizo a la energúmena Martha Chávez sobre el caso de Antauro Humala y sus privilegios, como si el dictador japonés no disfrutara de los mismos.
Lo que no puede negar Brack es que la “buena tierra” y su biodiversidad que él defendía antes de ser corrompido, como tantos otros, por el cleptócrata Alan García, quien lo hizo ministro, es que la contaminación y destrucción que comete y cometerá Yanacocha con Minas Conga quedará como un baldón para la historia del Perú y será un estigma para todos aquellos que defienden sin razón a las mineras por el solo hecho de que dejan divisas, es decir, dinero fácil para salvar a un gobierno que carece de programas, de filosofía, de identidad y que, en suma, pasará a ser uno más de los mediocres que el Perú ha sufrido en toda su etapa republicana.
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