El gran visionario
¿Quién en Celendín puede olvidar la figura inconfundible del gran maestro Arístides Merino Merino? Su andar de grillo cojo era parte del paisaje en las calles rectilíneas del pueblo, de la ciudad que tanto amó, capital de la provincia a la que dedicó su vida y sus energías.
AMM, sentado, con pantalón color claro, con la Promoción PARTA del colegio
al que le dedicó su vida, el "Javier Prado"
al que le dedicó su vida, el "Javier Prado"
¿Cómo no recordar la amenidad de sus clases de Historia Universal? La conocía de memoria y narraba como si se tratara del guión de una película en la que podíamos sentir el paso y hasta el aliento de personajes como Milcíades, Homero, Alcibíades, El Archiduque Francisco Fernando y su audaz asesino Gavrilo Princip, Stalin, Churchill, Roosevelt y toda la galería de personajes que movieron el mundo , a quienes describía como si hubieran sido sus conocidos.
En esa época en que las metodologías educativas se basaban en el dictado de clases, lo hacía como si estuviera hablando en soliloquio, lo que hacía difícil seguirlo y muchas veces, cuando ya sonaba el timbre del cambio de hora, lo perseguíamos por el patio, preguntándole:
-¿Qué fue lo último que dictó, profesor?
-¡Ma!...¿Qué desde que se conoció el petróleo el mundo anda sobre ruedas, hombre! Y allá iba rumbo a otra aula a proseguir su trabajo.
Personaje respetadísimo por toda la población, todo era saludos y venias de cortesía a su paso, homenajes a los que respondía con toda humildad, inquiriendo por la salud de los familiares del ocasional transeúnte ,interesado como estaba por el bienestar de todos.
Nasho colosal, era un inveterado asistente al cinema. No se perdía una película. Tanta era su afición que tenía un asiento favorito desde el cual podía espectar la obra con comodidad. Todos los que lo conocían se cuidaban de ocupar el dichoso asiento: pero si algún despistado lo hacía sin intención, aparecía de pronto el profesor Arístides y lo conminaba:
-¡Ma!... ¡Ya te sentaste en mi sitio!...¡Quita, quita, hombre!
El interpelado, rojo de vergüenza, tenía que hacer sentido abandono de su lugar en medio de las disculpas del caso. Cuando la película no colmaba las espectativas del ínclito profesor, salía farfullando:
-¡Ma! ¡Este "Coche" Jave nos acabó de engañar, hombre!
Don Arístides Merino nació en Celendín en 1905 y desde joven tuvo grandes ideas y anhelos para Celendín. Se inició en la docencia en el entonces Colegio "Celendín" del cual fue docente fundador. Luego, ya con carácter oficial, pasó a llamarse "Javier Prado" y posteriormente GUE "Coronel Cortegana" en donde se jubiló luego de sobrepasar en mucho su tiempo de servicios.
Don Arístides era un convencido del potencial intelectual de los celendinos y le preocupaba que muchos intelectos se perdieran por falta de medios o de oportunidades, eso lo motivó a una labor incesante de conseguir para los jóvenes centros educativos en donde pudieran formarse. Fue gestor de la creación del INA Nº 38 en 1959; de la Escuela Normal Mixta en 1060 y del IPRC en 1065. De esta manera logró que muchos jóvenes desarrollaran su intelecto y dieran renombre a Celendín.
Aparte de su quehacer educativo integró diversas comisiones de celendinos que buscaban mejoras en la población como el agua potable y desagüe, la electrificación, etc.
Formó parte del grupo de estudio de factibilidad de creación del Departamento Nor Oriental del Marañón con su capital Celendín, extendiendo su jurisdicción a las provincias de Bolívar en La Libertad y en otros distritos de Amazonas, de clara influencia celendina. Desgraciadamente sus proyectos fueron bloqueados por los parlamentarios cajamarquinos, amazonenses y liberteños que vieron con mucho recelo los afanes de crecimiento celendinos: sobre todo los primeros que siempre lucharon por predominar sobre Chota y Celendín.
Era proverbial su camaradería con sus alumnos. Se cuenta que en una oportunidad estaba realizando evaluación oral y le preguntó al “Coche” Diego Merino:
-¿Quién descubrió América antes que Cristóbal Colón?
El interpelado, que estaba en la luna, inmediatamente miró a las vigas y aguzó los oídos esperando que alguien le soplara la respuesta. Un compañero le dijo en voz baja : “Erick el Rojo”
El "Coche", que apenas había oído el soplo, contestó:
-Ariche, el Cojo.
-¿Ah? Muy bien, hombre, tienes 20 -luego, meditando un poco, prosiguió-: ¡Ma! Creo que este me está engañando...
Le preocupaba la apariencia física e intelectual de Celendín, por ello lo mortificaba el hecho de que el corresponsal del diario "El Comercio" fuese Napoleón Sánchez Urrelo, el popular "Tagaga", a quien no consideraba idóneo para el cargo y trataba de convencer a varios intelectuales jóvenes para que asuman la responsabilidad, en lugar del referido periodista que se ufanaba como pavo real de su “altísima corresponsalía”.
Fue tan importante la huella que dejó y la devoción que tenía el pueblo por este visionario ilustre, cuyo nombre ostenta hoy con justicia el Instituto Superior Pedagógico "Arístides Merino Merino" de Celendín.
En esa época en que las metodologías educativas se basaban en el dictado de clases, lo hacía como si estuviera hablando en soliloquio, lo que hacía difícil seguirlo y muchas veces, cuando ya sonaba el timbre del cambio de hora, lo perseguíamos por el patio, preguntándole:
-¿Qué fue lo último que dictó, profesor?
-¡Ma!...¿Qué desde que se conoció el petróleo el mundo anda sobre ruedas, hombre! Y allá iba rumbo a otra aula a proseguir su trabajo.
Personaje respetadísimo por toda la población, todo era saludos y venias de cortesía a su paso, homenajes a los que respondía con toda humildad, inquiriendo por la salud de los familiares del ocasional transeúnte ,interesado como estaba por el bienestar de todos.
Nasho colosal, era un inveterado asistente al cinema. No se perdía una película. Tanta era su afición que tenía un asiento favorito desde el cual podía espectar la obra con comodidad. Todos los que lo conocían se cuidaban de ocupar el dichoso asiento: pero si algún despistado lo hacía sin intención, aparecía de pronto el profesor Arístides y lo conminaba:
-¡Ma!... ¡Ya te sentaste en mi sitio!...¡Quita, quita, hombre!
El interpelado, rojo de vergüenza, tenía que hacer sentido abandono de su lugar en medio de las disculpas del caso. Cuando la película no colmaba las espectativas del ínclito profesor, salía farfullando:
-¡Ma! ¡Este "Coche" Jave nos acabó de engañar, hombre!
Don Arístides Merino nació en Celendín en 1905 y desde joven tuvo grandes ideas y anhelos para Celendín. Se inició en la docencia en el entonces Colegio "Celendín" del cual fue docente fundador. Luego, ya con carácter oficial, pasó a llamarse "Javier Prado" y posteriormente GUE "Coronel Cortegana" en donde se jubiló luego de sobrepasar en mucho su tiempo de servicios.
Don Arístides era un convencido del potencial intelectual de los celendinos y le preocupaba que muchos intelectos se perdieran por falta de medios o de oportunidades, eso lo motivó a una labor incesante de conseguir para los jóvenes centros educativos en donde pudieran formarse. Fue gestor de la creación del INA Nº 38 en 1959; de la Escuela Normal Mixta en 1060 y del IPRC en 1065. De esta manera logró que muchos jóvenes desarrollaran su intelecto y dieran renombre a Celendín.
Aparte de su quehacer educativo integró diversas comisiones de celendinos que buscaban mejoras en la población como el agua potable y desagüe, la electrificación, etc.
Formó parte del grupo de estudio de factibilidad de creación del Departamento Nor Oriental del Marañón con su capital Celendín, extendiendo su jurisdicción a las provincias de Bolívar en La Libertad y en otros distritos de Amazonas, de clara influencia celendina. Desgraciadamente sus proyectos fueron bloqueados por los parlamentarios cajamarquinos, amazonenses y liberteños que vieron con mucho recelo los afanes de crecimiento celendinos: sobre todo los primeros que siempre lucharon por predominar sobre Chota y Celendín.
Era proverbial su camaradería con sus alumnos. Se cuenta que en una oportunidad estaba realizando evaluación oral y le preguntó al “Coche” Diego Merino:
-¿Quién descubrió América antes que Cristóbal Colón?
El interpelado, que estaba en la luna, inmediatamente miró a las vigas y aguzó los oídos esperando que alguien le soplara la respuesta. Un compañero le dijo en voz baja : “Erick el Rojo”
El "Coche", que apenas había oído el soplo, contestó:
-Ariche, el Cojo.
-¿Ah? Muy bien, hombre, tienes 20 -luego, meditando un poco, prosiguió-: ¡Ma! Creo que este me está engañando...
Le preocupaba la apariencia física e intelectual de Celendín, por ello lo mortificaba el hecho de que el corresponsal del diario "El Comercio" fuese Napoleón Sánchez Urrelo, el popular "Tagaga", a quien no consideraba idóneo para el cargo y trataba de convencer a varios intelectuales jóvenes para que asuman la responsabilidad, en lugar del referido periodista que se ufanaba como pavo real de su “altísima corresponsalía”.
Fue tan importante la huella que dejó y la devoción que tenía el pueblo por este visionario ilustre, cuyo nombre ostenta hoy con justicia el Instituto Superior Pedagógico "Arístides Merino Merino" de Celendín.
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