Por Constante Vigil
Celendín
Celendín
Decididamente, en el Perú, y en Celendín, la política siempre nos juega malas pasadas y en los resultados siempre tiene mucho que ver aquel poderoso caballero que es Don Dinero. Nos explicamos: en las Elecciones Municipales de 2006, en las que salió triunfador el actual alcalde, Juan Tello Villanueva, su más fuerte opositor, el ex alcalde Mauro Siles Arteaga, tenía en el primer lugar de su lista a un inefable pero conocido personaje, al abogado Wilmer Solano Oyarce, y no se crea que este oscuro individuo figuraba allí por méritos personales, sino por el monto que había aportado para la campaña de ensuciamiento electorero de las paredes de nuestra pobre ciudad.
Como consecuencia de ello y gracias a las argucias de la cifra repartidora, ahora tenemos a este sujeto como concejal de Celendín, nada menos, y, gracias a esta condición, el hombre puede seguir burlándose de un pueblo que esperaba satisfacciones por sus continuas transgresiones a la ley.
En efecto, toda persona informada se pregunta, en Celendín, ¿cómo es posible que este señor, experto en triquiñuelas legales, las cuales explicarían sus muchísimas propiedades inmuebles en la ciudad, permanezca en el municipio? El hombre es conocido por sus malas acciones en contra de sus defendidos, a quienes habría extorsionado para que le vendieran sus propiedades a precios irrisorios, pero ha colmado el vaso con su apropiación ilícita y abusiva de una calle para ampliar su restaurant “La Selva”, en el sector de El Porvenir, en Chacapampa (ver en el plano de la ciudad de Celendín, en el sector El Porvenir, la mancha del oprobio). Esta acción clama a la luz pública que se trata de un delincuente y no de un abogado defensor de la ley. Estamos ante un hombre que ilustra que el Perú muchos de los que eligen la carrera de derecho lo hacen para encontrar los métodos más seguros para burlar la ley. ¿Para esto, para que se llenen los bolsillos, el Estado peruano gasta el dinero público en la preparación de estos delincuentes legales? Al parecer es cierto lo que dice Don Corleone en “El Padrino”: “Un abogado puede, con un maletín lleno de papeles, robar más dinero que una banda atracadora de bancos armados con metralletas”.
¿Cómo es posible –se pregunta la gente afectada- que este tipo, que burla la autoridad, sea precisamente eso: una autoridad? ¿No hay un fiscal en la ciudad que lo acuse de prevaricato? Esta sin razón, que no tiene nombre, sólo se explica porque el hombre tiene una buena billetera para acallar conciencias, para atar de manos a los responsables de subsanar esta insanía. Los nuevos celendinos emergentes como Wilmer Solano Oyarce, originario de Chalán, no sienten amor por Celendín, por eso se dedican a desfigurarlo, a mutilarlo y a tomarlo por asalto, acaso como una venganza por haber sido postergados en el pasado.
Una autoridad, señor abogado, concejal y prevaricador Solano Oyarce, en un país que necesita valores, es un personaje digno de imitar y no un vulgar delincuente como usted parece serlo, alguien que pisotea sin escrúpulos los derechos de los demás. ¿En qué país estamos? Ya es tiempo de que reaccionemos ante la prepotencia y el abuso, y de que hagamos valer nuestros derechos de vecinos en vista de la impasibilidad de la autoridad. Tenga cuidado, Wilmer Solano Oyarce, abogado, concejal y prevaricador, el pueblo está por despertar.
Como consecuencia de ello y gracias a las argucias de la cifra repartidora, ahora tenemos a este sujeto como concejal de Celendín, nada menos, y, gracias a esta condición, el hombre puede seguir burlándose de un pueblo que esperaba satisfacciones por sus continuas transgresiones a la ley.
En efecto, toda persona informada se pregunta, en Celendín, ¿cómo es posible que este señor, experto en triquiñuelas legales, las cuales explicarían sus muchísimas propiedades inmuebles en la ciudad, permanezca en el municipio? El hombre es conocido por sus malas acciones en contra de sus defendidos, a quienes habría extorsionado para que le vendieran sus propiedades a precios irrisorios, pero ha colmado el vaso con su apropiación ilícita y abusiva de una calle para ampliar su restaurant “La Selva”, en el sector de El Porvenir, en Chacapampa (ver en el plano de la ciudad de Celendín, en el sector El Porvenir, la mancha del oprobio). Esta acción clama a la luz pública que se trata de un delincuente y no de un abogado defensor de la ley. Estamos ante un hombre que ilustra que el Perú muchos de los que eligen la carrera de derecho lo hacen para encontrar los métodos más seguros para burlar la ley. ¿Para esto, para que se llenen los bolsillos, el Estado peruano gasta el dinero público en la preparación de estos delincuentes legales? Al parecer es cierto lo que dice Don Corleone en “El Padrino”: “Un abogado puede, con un maletín lleno de papeles, robar más dinero que una banda atracadora de bancos armados con metralletas”.
La mancha del oprobio...
La gente que siente menoscabados sus derechos en el sector de El Porvenir y que ve que la prepotencia de este abogadillo ha convertido a su barrio en un Infierno sediento, pues hasta del agua del sector se ha apropiado, espera que el actual alcalde cumpla con lo prometido en su campaña. Si por casualidad el señor Tello lo ha olvidado, le recordamos su frase: “Si salgo electo, seré el primero en coger un pico para derribar el restaurante del oprobio”.¿Cómo es posible –se pregunta la gente afectada- que este tipo, que burla la autoridad, sea precisamente eso: una autoridad? ¿No hay un fiscal en la ciudad que lo acuse de prevaricato? Esta sin razón, que no tiene nombre, sólo se explica porque el hombre tiene una buena billetera para acallar conciencias, para atar de manos a los responsables de subsanar esta insanía. Los nuevos celendinos emergentes como Wilmer Solano Oyarce, originario de Chalán, no sienten amor por Celendín, por eso se dedican a desfigurarlo, a mutilarlo y a tomarlo por asalto, acaso como una venganza por haber sido postergados en el pasado.
Una autoridad, señor abogado, concejal y prevaricador Solano Oyarce, en un país que necesita valores, es un personaje digno de imitar y no un vulgar delincuente como usted parece serlo, alguien que pisotea sin escrúpulos los derechos de los demás. ¿En qué país estamos? Ya es tiempo de que reaccionemos ante la prepotencia y el abuso, y de que hagamos valer nuestros derechos de vecinos en vista de la impasibilidad de la autoridad. Tenga cuidado, Wilmer Solano Oyarce, abogado, concejal y prevaricador, el pueblo está por despertar.
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