¿ES SÓLO IGNORANCIA LA DESTRUCCIÓN DE CELENDÍN?
Por Crispín Piritaño
Celendín
Nuestra preocupación por la compulsiva destrucción final de Celendín al parecer está motivando la justa e indignada reacción de todos los verdaderos celendinos que amamos a nuestra tierra. Y no podía ser de otra manera. Debe, tiene que haber una reacción vigorosa y decidida frente a los enormes despropósitos perpetrados por el inepto alcalde Juan Tello y su no menos inepto concejal, el “ingeniero” Napoleón Jáuregui Barboza.Este último personaje, nos acabamos de enterar, sería padre y padrino a la vez, puesto que "firmaría" como "funcionario" de la municipalidad las licencias para proyectos de construcción cuyos planos, según se dice en la plaza pública, él mismo preprara y se hace pagar.
Sí, amigo lector ha leído bien: el señor concejal haría los proyectos, se los haría pagar y luego los firmaría como "concejal"... ¿Qué es esto? ¡Aquí hay delito...! En efecto, de ser cierto esto, esta figura se llama prevaricación y, lo de Tello, complicidad, si no es algo peor. En ambos casos, por esto, en otros sitios, se va a la cárcel. No sabemos, nos preguntamos extrañados si Jáuregui realmente será ingeniero, porque su miopía futurista es evidente, pero en todo caso es un buen candidato para ir ante los tribunales. Y con él deberán ir todos sus cómplices. Celendín ha dicho basta y ha comenzado a ponerse de pie.
Todas las fuerzas que tienen que ver con la defensa del pueblo tenemos que aunarnos en el empeño, dejar de lado rencillas e intereses subalternos y asumir la empresa de defender nuestra ciudad como un deber sagrado, como una muestra a amor a lo nuestro y de fe en el destino de Celendín como ciudad conservada por sus hijos, como futuro destino turístico.
¿En dónde quedó la huella dejada por nuestros mayores? Ellos nos legaron un pueblo de proyecciones futuristas, perfectamente engarzado en el bello paisaje que le rodea, con calles anchas como si preveyeran el paso de los vehículos en el futuro, tan bien trazadas que en ellas jamás tropieza una línea recta. Y las casas que hicieron, a la española, fueron una perfecta respuesta a las exigencias del clima, lluvioso, frío y seco en diferentes estaciones del año.
Nuestra ciudad, pensada para la tranquilidad, para el equilibrio emocional, para el estudio y para el progreso agrícola y ganadero de su gente, lamentablemente ahora está siendo destruida por los nuevos celendinos, por personajes emergentes, de oscura fortuna, que jamás se enteraron de la historia de nuestro pueblo, incapaces de valorar el legado histórico de nuestros ancestros y que empezó con el obispo Martínez de Compagnon.
Pero, ¿qué hay realmente detrás de esta irresponsable destrucción del patrimonio celendino? Vamos a examinar los dos ángulos evidentes de esta barbarie: la ignorancia y la corrupción:
Como dicen los rumores y es fácil de comprobar, nuestra ciudad al parecer se ha convertido en el paraíso de presuntos narcotraficantes que estarían escondiendo sus turbios negocios bajo la fachada de comerciantes prósperos. No en vano la voz pública ha bautizado a la antigua calle el Comercio como “Nuevo Uchiza”. Cuando el río suena, piedras arrastra...
Estos nuevos celendinos de dudosa prosperidad creen muy equivocadamente que al adquirir una propiedad tienen derecho de hacer lo que les venga en gana y se han dado a la triste tarea de destruir la historia y tradición de un pueblo único en el norte, para transformarlo en un caserío sin personalidad, como sucede en los pueblos jóvenes de la costa, que crecen al desgaire y sin orden.
En Celendín, hoy, se está construyendo "en duro", como si el adobe no lo fuera, con azoteas, como si en la zona no lloviera, con voladizos y otras huachaferías de material noble como la tristemente célebre "portaviandas" de la cuarta cuadra de la calle Bolognesi (parte de la antigua casona que fue la Caja de Depósitos y Consignaciones). Los nuevos propietarios, quienes "diseñan" sus proyectos y, sobre todo, las autoridades que se hacen los de la vista gorda, son criminales y están convirtiendo a nuestra bella ciudad en una aldea cualquiera. Hoy su bárbaro instinto destructor ha alcanzado a las tradicionales casas de dos patriarcas, don Porfirio Díaz Carranza y don Santiago Pereyra.
Esto en cuanto a ignorancia y a dineros malhabidos. Lo otro es la corrupción, apoyada en la ambición. Es la extraña actitud pasiva de los últimos burgomaestres como el alcalde Tello y del regidor Jáuregui, los actuales artífices de la destrucción. Nos preguntamos, ¿qué pasa? ¿Les estarán fracturando la mano, los narcos…? ¿O tendrán aspiraciones de atornillarse en el cargo vía reelección? Sobre estos misterios ahora es necesario que se haga la luz.¿En dónde quedó la huella dejada por nuestros mayores? Ellos nos legaron un pueblo de proyecciones futuristas, perfectamente engarzado en el bello paisaje que le rodea, con calles anchas como si preveyeran el paso de los vehículos en el futuro, tan bien trazadas que en ellas jamás tropieza una línea recta. Y las casas que hicieron, a la española, fueron una perfecta respuesta a las exigencias del clima, lluvioso, frío y seco en diferentes estaciones del año.
Nuestra ciudad, pensada para la tranquilidad, para el equilibrio emocional, para el estudio y para el progreso agrícola y ganadero de su gente, lamentablemente ahora está siendo destruida por los nuevos celendinos, por personajes emergentes, de oscura fortuna, que jamás se enteraron de la historia de nuestro pueblo, incapaces de valorar el legado histórico de nuestros ancestros y que empezó con el obispo Martínez de Compagnon.
Pero, ¿qué hay realmente detrás de esta irresponsable destrucción del patrimonio celendino? Vamos a examinar los dos ángulos evidentes de esta barbarie: la ignorancia y la corrupción:
Como dicen los rumores y es fácil de comprobar, nuestra ciudad al parecer se ha convertido en el paraíso de presuntos narcotraficantes que estarían escondiendo sus turbios negocios bajo la fachada de comerciantes prósperos. No en vano la voz pública ha bautizado a la antigua calle el Comercio como “Nuevo Uchiza”. Cuando el río suena, piedras arrastra...
Estos nuevos celendinos de dudosa prosperidad creen muy equivocadamente que al adquirir una propiedad tienen derecho de hacer lo que les venga en gana y se han dado a la triste tarea de destruir la historia y tradición de un pueblo único en el norte, para transformarlo en un caserío sin personalidad, como sucede en los pueblos jóvenes de la costa, que crecen al desgaire y sin orden.
En Celendín, hoy, se está construyendo "en duro", como si el adobe no lo fuera, con azoteas, como si en la zona no lloviera, con voladizos y otras huachaferías de material noble como la tristemente célebre "portaviandas" de la cuarta cuadra de la calle Bolognesi (parte de la antigua casona que fue la Caja de Depósitos y Consignaciones). Los nuevos propietarios, quienes "diseñan" sus proyectos y, sobre todo, las autoridades que se hacen los de la vista gorda, son criminales y están convirtiendo a nuestra bella ciudad en una aldea cualquiera. Hoy su bárbaro instinto destructor ha alcanzado a las tradicionales casas de dos patriarcas, don Porfirio Díaz Carranza y don Santiago Pereyra.
Al alcalde Tello y a sus concejales CPM les reclamó resposabilidad y honestidad cuando asumieron y han demostrado ser increiblemente, sospechosamente, irresponsables. Ahora nos tendrán, a CPM y a su equipo, como implacables críticos. Hablemos con claridad, como en el caso de Tello y Jaúregui, la corrupción y la ambición vienen destrozando a Celendín desde antes. Si no recordemos los inexplicables signos exteriores de riqueza que exhibían y exhiben los últimos ex alcaldes que pasaron por el sillón municipal, elegidos por un pueblo iluso que los creyó competentes y honrados (a propósito de esto, por ejemplo, ¿cumplió su promesa el Sr. Tello de coger un pico y destruir la piscina que abusivamente construyó el regidor Solano, apropiándose de una calle del sector El Porvenir...?).
Encima quieren durar en el puesto y andan a la caza de votos como diablo por alma. Esta es otra de los rasgos que caracterizan a estos personajillos. Por el voto ofrecido permiten que los malos ciudadanos hagan su regalada gana donde les da la gana, como sucede con la licencia que al parecer tienen los Castrejón para seguir destruyendo la colina de San Isidro, para hacer sus casas en el hueco de la ignominia. Claro, sus votos van al caudal de votos...
Estamos seguros de que los buenos alcaldes que sirvieron gratuitamente por honor a su pueblo como don Eleuterio Ache Merino, don Santiago Ache Rabanal, recientemente repatriado a Celendín, su hijo Aureliano Rabanal Pereyra, don César Pereyra Chávez, don Porfirio Díaz y muchos que escapan a la memoria, se removerán en sus tumbas de indignación al ver que malos celendinos destruyen el patrimonio por el que tanto trabajaron.
CPM, tribuna de los intereses celendinos, emplaza a las organizaciones civiles de la provincia, a los asociaciones de celendinos residentes en otras ciudades del país y el extranjero, a los sindicatos de trabajadores -y en particular al de los maestros, que normalmente deben enseñar civismo y honestidad en la vida-, así como a las promociones de ex estudiantes de los planteles celendinos, a lanzar las acciones del caso para frenar la barbarie.
Los celendinos bien nacidos no podemos permitir tanta iniquidad. Hagamos nuestro el lema “ASÍ COMO LO DESTRUYERON QUE LO VUELVAN A CONSTRUIR”, detengamos la destrucción, exijamos que se restauren bajo el mismo modelo antiguo las fachadas de las casonas antiguas. Por dentro no nos interesa si los nuevos dueños quieren vivir huachafamente, o como les dé la gana, pero que los ignorantes y los corruptos no sigan atentando contra la belleza, contra el urbanismo de Celendín, que es de todos.
¡ALTO A LA DESTRUCCION DEL PATRIMONIO CELENDINO!
¡REVOCATORIA DEL ALCALDE Y SU REGIDORES POR INCAPACES Y CORRUPTOS!
No hay comentarios:
Publicar un comentario