ADIVINA, ADIVINADOR: ¿QUÉ ES LO QUE SE VE Y NO SE VE?
Por Crispín Piritaño
Celendín
Eran los años culminantes de nuestra formación magisterial y por fin teníamos que pasar de la teoría de las aulas a la praxis de la profesión practicando en las escuelas de la localidad.
El punto de partida era la observación de la clase maestra a cargo del profesor titular del aula. Al grupo que integraba nos tocó practicar en el aula del profesor Aníbal C. Rodríguez Marín, el popular “Sheque”, docente de nuestra recordada Escuela Nº 85.
Estábamos expectantes acerca de cómo desarrollaría las fases de la clase, partiendo de la motivación, momento muy importante si se pretendía lograr plena concentración de los alumnos. Dicen los expertos que una buena motivación es sinónimo de aprendizaje significativo.
El maestro Aníbal ingresó saludando cortésmente e indicó asiento a los alumnos que se pusieron de pie en señal de respeto.
-Antes de empezar, niños, quiero hacerles una adivinanza: a ver, adivina, adivinador… ¿qué es lo que se ve y no se ve?
Tras breves instantes, varios niños levantaron la mano, ansiosos.
-¡Yo, maestro! ¡Yo, maestro!
-A ver, tú- indicó el maestro a un pecoso rubicundo- ¡El duende!-¿Alguno de ustedes ha visto un duende?-No, no- contestaron varios en coro- Entonces no es el duende- dictaminó don Aníbal.
-¡Yo, maestro! ¡Yo, maestro!-clamaron otros levantando las manos
-A ver, tú, Eusebio: -¡Dios!- ¿Alguien ha visto a Dios?- No, pero todos saben que está en todas partes.-Sí, pero nadie puede decir cómo es, por consiguiente no es esa la respuesta.
Y así prosiguieron aventurando varias respuestas: el alma, el aire, el agua, el sonido, etc., y ninguno acertaba.
Experimentado como era, el maestro “Sheque” tenía un “sembradito” entre los niños, es decir, un alumno que sabía de antemano la respuesta.
Cuando éste alzó la mano, el maestro indicó:
-A ver, tú, Jaimito.
-Es su sueldo del maestro Mime, profesor.
-¿El sueldo del maestro Mime? A ver, explica, Jaimito ¿cómo es eso?
-Fácil, el maestro Mime lo cobra a fin de mes y lo ve por unos momentos, luego lo reparte en todas las cantinas como frito de chancho de vecindario, y ya no lo ve ¿Se da cuenta, maestro?
-Tienes razón, Jaimito. Lo que sucede es que el profesor Sánchez es poco previsor, no guarda pan para mayo y seguramente tendrá mal fin…¿Conocen ustedes a don Eusebio Horna, a doña Amalia Cachay, a don Lucho Pereyra, a don Wilfredo Merino, al profesor Manongo, a la profesora Chávez Paredes y al maestro Blanco José que trabaja en nuestra escuela?
-¡Sí! ¡Sí! – contesta la algazara de los niños.
-¿Y han visto que esos señores tienen dinero, propiedades, fincas y automóviles?
-¡Sí! ¡Sí!
-Es que esos señores guardan pan para mayo y ahorran su platita en previsión de lo que pueda ocurrir, por eso tienen mucho dinero. Lamentablemente el Profesor Manuel es poco previsor, roguemos al altísimo que nada malo le suceda. Ahora, niños, vamos a hablar de la importancia del ahorro- prosiguió su lección don Aníbal Circuncisión.
Dichosos tiempos aquellos en que los maestros como Mime podían ver y palpar su sueldo aun cuando sea por un momento. Los maestros de ahora, gracias a los préstamos bancarios y a las tarjetas de crédito, ni siquiera lo ven.
Por Crispín Piritaño
Celendín
Eran los años culminantes de nuestra formación magisterial y por fin teníamos que pasar de la teoría de las aulas a la praxis de la profesión practicando en las escuelas de la localidad.
El punto de partida era la observación de la clase maestra a cargo del profesor titular del aula. Al grupo que integraba nos tocó practicar en el aula del profesor Aníbal C. Rodríguez Marín, el popular “Sheque”, docente de nuestra recordada Escuela Nº 85.
Estábamos expectantes acerca de cómo desarrollaría las fases de la clase, partiendo de la motivación, momento muy importante si se pretendía lograr plena concentración de los alumnos. Dicen los expertos que una buena motivación es sinónimo de aprendizaje significativo.
El maestro Aníbal ingresó saludando cortésmente e indicó asiento a los alumnos que se pusieron de pie en señal de respeto.
-Antes de empezar, niños, quiero hacerles una adivinanza: a ver, adivina, adivinador… ¿qué es lo que se ve y no se ve?
Tras breves instantes, varios niños levantaron la mano, ansiosos.
-¡Yo, maestro! ¡Yo, maestro!
-A ver, tú- indicó el maestro a un pecoso rubicundo- ¡El duende!-¿Alguno de ustedes ha visto un duende?-No, no- contestaron varios en coro- Entonces no es el duende- dictaminó don Aníbal.
-¡Yo, maestro! ¡Yo, maestro!-clamaron otros levantando las manos
-A ver, tú, Eusebio: -¡Dios!- ¿Alguien ha visto a Dios?- No, pero todos saben que está en todas partes.-Sí, pero nadie puede decir cómo es, por consiguiente no es esa la respuesta.
Y así prosiguieron aventurando varias respuestas: el alma, el aire, el agua, el sonido, etc., y ninguno acertaba.
Experimentado como era, el maestro “Sheque” tenía un “sembradito” entre los niños, es decir, un alumno que sabía de antemano la respuesta.
Cuando éste alzó la mano, el maestro indicó:
-A ver, tú, Jaimito.
-Es su sueldo del maestro Mime, profesor.
-¿El sueldo del maestro Mime? A ver, explica, Jaimito ¿cómo es eso?
-Fácil, el maestro Mime lo cobra a fin de mes y lo ve por unos momentos, luego lo reparte en todas las cantinas como frito de chancho de vecindario, y ya no lo ve ¿Se da cuenta, maestro?
-Tienes razón, Jaimito. Lo que sucede es que el profesor Sánchez es poco previsor, no guarda pan para mayo y seguramente tendrá mal fin…¿Conocen ustedes a don Eusebio Horna, a doña Amalia Cachay, a don Lucho Pereyra, a don Wilfredo Merino, al profesor Manongo, a la profesora Chávez Paredes y al maestro Blanco José que trabaja en nuestra escuela?
-¡Sí! ¡Sí! – contesta la algazara de los niños.
-¿Y han visto que esos señores tienen dinero, propiedades, fincas y automóviles?
-¡Sí! ¡Sí!
-Es que esos señores guardan pan para mayo y ahorran su platita en previsión de lo que pueda ocurrir, por eso tienen mucho dinero. Lamentablemente el Profesor Manuel es poco previsor, roguemos al altísimo que nada malo le suceda. Ahora, niños, vamos a hablar de la importancia del ahorro- prosiguió su lección don Aníbal Circuncisión.
Dichosos tiempos aquellos en que los maestros como Mime podían ver y palpar su sueldo aun cuando sea por un momento. Los maestros de ahora, gracias a los préstamos bancarios y a las tarjetas de crédito, ni siquiera lo ven.
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