Pese a haberse creado el Colegio Partícular ”Celendín”, en 1937, muchos padres de familia creían que era en vano enviar a las niñas al colegio. Aún persistían los viejos moldes machistas que circunscribían el aporte de la mujer a las labores propias del hogar. “Las mujeres en su casa y los hombres en el trabajo”, era el precepto por el que se regía la mayoría de hogares celendinos de la época.
Las alumnas de una de las promociones del taller de Valentina Rocha, que posan para la foto del recuerdo en 1944. Sentada Sra. Valentina Rocha del Aguila. De pie de izquierda a derecha: Carmen Díaz Araujo, Anselma Barrera, Rosa Arminda Silva Collantes y Orfa Esther Araujo Salazar.
Si una jovencita quería ir más allá de estos menesteres debía ingresar como aprendiz en algún taller de modistería en donde aprendían a coser trajes femeninos y a veces camisas para varones. No existían por entonces damitas que se atrevieran a ser herreras, zapateras, albañiles, carpinteras, etc, porque eran considerados oficios propios del sexo masculino. Como vemos la liberación femenina aún no hacía sus pininos en Celendín.
Uno de los talleres de modistería más conocidos durante las décadas del 30, 40 y 50 fue el de la señora Valentina Rocha del Águila, ubicado en la calle Bolognesi, entre los jirones Dos de Mayo y Ayacucho. Doña Valentina sacó muchas promociones de costureras, creo que la mayoría de modistas de esos años pasaron por el taller de la señora Rocha.
De estos conceptos surge la manufactura femenina del sombrero de paja. Casi todas las mujeres de un hogar se dedicaban a tejer sombreros para vender en la feria dominical que se realizaba frente a la iglesia matriz de la plaza de armas. Pese al poco dinero que se ganaba, en algo solucionaba la economía de la casa. Si un hogar, por ejemplo, contaba con cinco tejedoras, de algún modo se garantizaba la subsistencia.
Las alumnas de una de las promociones del taller de Valentina Rocha, que posan para la foto del recuerdo en 1944. Sentada Sra. Valentina Rocha del Aguila. De pie de izquierda a derecha: Carmen Díaz Araujo, Anselma Barrera, Rosa Arminda Silva Collantes y Orfa Esther Araujo Salazar.
Si una jovencita quería ir más allá de estos menesteres debía ingresar como aprendiz en algún taller de modistería en donde aprendían a coser trajes femeninos y a veces camisas para varones. No existían por entonces damitas que se atrevieran a ser herreras, zapateras, albañiles, carpinteras, etc, porque eran considerados oficios propios del sexo masculino. Como vemos la liberación femenina aún no hacía sus pininos en Celendín.
Uno de los talleres de modistería más conocidos durante las décadas del 30, 40 y 50 fue el de la señora Valentina Rocha del Águila, ubicado en la calle Bolognesi, entre los jirones Dos de Mayo y Ayacucho. Doña Valentina sacó muchas promociones de costureras, creo que la mayoría de modistas de esos años pasaron por el taller de la señora Rocha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario