La asociación Celendín Pueblo Mágico brega desde hace tres años por detener la avanzada destrucción de nuestra hermosa ciudad, única en la serranía por su urbanistica impecable. Celebramos que una pluma elegante como la de Manuel J. Villanueva haya tomado nuestras banderas y adherido a nuestra lucha, ya desde el año pasado, según podemos ver en el artículo de opinión que podemos leer abajo y que publicó en la edición para La Libertad del diario Correo. Debemos confesar hidalgamente que su nota no la leímos a tiempo. La hemos conocido, como dejamos constancia en nuestra página en Facebook, gracias al empeño de nuestra paisana Heidy Márquez Machuca. Damos las gracias a Manuel J. Villanueva por hacerse cargo de este combate justo, y también a Heidy, quien subraya una gran verdad: La solución está en las manos y los corazones de los celendinos, es cuestión de querer un poquito a nuestro suelo, según dice. El problema, decimos nosotros, es que los que gobiernan hoy a nuestro pueblo no son celendinos de verdad...
Correo, edición de La Libertad, 10 de Junio del 2008
EN DEFENSA DE CELENDÍN
Por Manuel J. Villanueva
LA LIBERTAD | Tenemos noticias un poco negativas, sobre la falta de conservación del centro tradicional de la bella ciudad de Celendín, ubicada en una planicie, que hace de esta ciudad, una de las más planas de toda nuestra serranía. En el transcurso de los últimos 50 años, Celendín se ha visto agredida, en aras de una mal entendida modernidad, por el concreto, cemento y calaminas, que han desdibujado su belleza tradicional.
Además, el pequeño cerro tutelar de San Isidro ha experimentado una notoria degradación por la explotación de una cantera. Es decir, el facilismo, el conformismo y la falta de una visión de conservación, han permitido que esto suceda atentando contra la belleza del entorno celendino. Ahora, muchos nuevos propietarios de casonas tradicionales ubicadas en el mismo centro, están construyendo edificios de más de tres pisos, en un lugar donde debe imperar la tradicional arquitectura que consiste en casas de sólo dos pisos y con sus relucientes balcones. Creemos que estas nuevas construcciones no deben prosperar, en aras de la uniformidad y la belleza de esta ciudad cajamarquina. Por eso muchos celendinos, que viven en otras ciudades, pero añorando nuestra patria chica, exigimos a las autoridades edilicias y regionales de Celendín y Cajamarca para que tomen acciones inmediatas e impidan este tipo de construcciones. Toda ciudad que tiene algo que mostrar a sus visitantes y a sus hijos, tales como Cusco, Arequipa o Trujillo, tienen en su visión de desarrollo urbano, la conservación, de los llamados centros históricos.
Celendín tiene todas las características urbanas que además son peculiares, para desarrollar una política urbanística que conserve las líneas arquitectónicas de la ciudad y propicie además su desarrollo urbano en forma armónica y ordenada. Además, sería muy interesante, que nuevamente se retome el uso de las tejas, para todos los techos de las casas, tal como sucede en el Cusco. Sabemos que en la época de lluvias, las famosas "goteras" son un fastidio para los que habitan las casas celendinas, pero en estos tiempos, se puede perfeccionar la calidad de las tejas y también su colocación en los techos, para garantizar la impermeabilidad de las casas en épocas de lluvias. Ojalá, que también se usen las piedras tanto en las aceras como en las calles, pero en forma más elaborada, para garantizar las exigencias de tránsito humano y vehicular. Todas estas iniciativas tienen que estar acompañadas de un eficiente sistema de drenaje, para evitar aniegos y charcos provocados por la deficiente canalización.
Correo, edición de La Libertad, 10 de Junio del 2008
EN DEFENSA DE CELENDÍN
Por Manuel J. Villanueva
LA LIBERTAD | Tenemos noticias un poco negativas, sobre la falta de conservación del centro tradicional de la bella ciudad de Celendín, ubicada en una planicie, que hace de esta ciudad, una de las más planas de toda nuestra serranía. En el transcurso de los últimos 50 años, Celendín se ha visto agredida, en aras de una mal entendida modernidad, por el concreto, cemento y calaminas, que han desdibujado su belleza tradicional.
Además, el pequeño cerro tutelar de San Isidro ha experimentado una notoria degradación por la explotación de una cantera. Es decir, el facilismo, el conformismo y la falta de una visión de conservación, han permitido que esto suceda atentando contra la belleza del entorno celendino. Ahora, muchos nuevos propietarios de casonas tradicionales ubicadas en el mismo centro, están construyendo edificios de más de tres pisos, en un lugar donde debe imperar la tradicional arquitectura que consiste en casas de sólo dos pisos y con sus relucientes balcones. Creemos que estas nuevas construcciones no deben prosperar, en aras de la uniformidad y la belleza de esta ciudad cajamarquina. Por eso muchos celendinos, que viven en otras ciudades, pero añorando nuestra patria chica, exigimos a las autoridades edilicias y regionales de Celendín y Cajamarca para que tomen acciones inmediatas e impidan este tipo de construcciones. Toda ciudad que tiene algo que mostrar a sus visitantes y a sus hijos, tales como Cusco, Arequipa o Trujillo, tienen en su visión de desarrollo urbano, la conservación, de los llamados centros históricos.
Celendín tiene todas las características urbanas que además son peculiares, para desarrollar una política urbanística que conserve las líneas arquitectónicas de la ciudad y propicie además su desarrollo urbano en forma armónica y ordenada. Además, sería muy interesante, que nuevamente se retome el uso de las tejas, para todos los techos de las casas, tal como sucede en el Cusco. Sabemos que en la época de lluvias, las famosas "goteras" son un fastidio para los que habitan las casas celendinas, pero en estos tiempos, se puede perfeccionar la calidad de las tejas y también su colocación en los techos, para garantizar la impermeabilidad de las casas en épocas de lluvias. Ojalá, que también se usen las piedras tanto en las aceras como en las calles, pero en forma más elaborada, para garantizar las exigencias de tránsito humano y vehicular. Todas estas iniciativas tienen que estar acompañadas de un eficiente sistema de drenaje, para evitar aniegos y charcos provocados por la deficiente canalización.
En la actualidad, Celendín puede convertirse en un polo turístico de primer orden, pero para esto tiene que conservar su propia personalidad. También debemos romper el paradigma de la mala entendida modernidad, que tiende a copiar lo que hacen otras ciudades. Es decir, Celendín no debe adaptarse al cemento, fierro y ladrillos, sino más bien que estos materiales se deben adaptar a las exigencias propias de la arquitectura celendina. En este contexto, son las autoridades y la población celendina, tanto los que viven en nuestra patria chica, como todos los que vivimos fuera de ese ámbito, los que estamos llamados a defender nuestro legado tradicional representado por la belleza de las casas tradicionales de Celendín.
Estamos todavía a tiempo para conservar a nuestro pueblo, que es la herencia de nuestros mayores que tuvieron la sabiduría de asentarse en una hermosa planicie, cerca al río Marañón, llamado con mucha propiedad la serpiente de oro por el célebre escritor, Ciro Alegría, que volvió a nacer en Celendín, según el relato de otro gran intelectual celendino, Alfonso Peláez Bazán.
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Estamos todavía a tiempo para conservar a nuestro pueblo, que es la herencia de nuestros mayores que tuvieron la sabiduría de asentarse en una hermosa planicie, cerca al río Marañón, llamado con mucha propiedad la serpiente de oro por el célebre escritor, Ciro Alegría, que volvió a nacer en Celendín, según el relato de otro gran intelectual celendino, Alfonso Peláez Bazán.
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