En las anteriores justas electorales, los candidatos a ocupar el sillón municipal, parecían participar en un concurso de “platos típicos” como los que organizan en las ferias. El ajetreo y la poca vergüenza que demuestran estos señores y sus acólitos por convencer a los votantes, sin proyectos, planes, ni programas, por intermedio de exquisitos potajes, es realmente patético.
El mismo día de las elecciones, los postulantes al primer cargo político del distrito, llaman a ingresar a sus casas o locales partidarios cuadrándose cual verdaderos mozos de restaurantes cinco estrellas.
Los votantes que por primera vez participan y muchos de los que llegan de las zonas rurales, obedecen sumisos, como si fuera una orden, y apuran la cuchara mirando de reojo a la futura autoridad municipal; pero aquellos que ya pasan de los tres escrutinios, lo hacen saludando muy atentos : – ¡Hola don julito! ¿cómo estás manuelito?
Muy desenvueltos y frescos actúan los que ya tienen “cancha” e incluso se toman la libertad de hacer comentarios: – Hoy ganamos don julito, ¡ese del APRA es un grajo! –hablan muy seguros.
Luego del desayuno o almuerzo, cuya calidad depende de la solvencia económica que tenga el candidato (*), este raro anfitrión despide a sus, podríamos decir, comensales, con las siguientes palabras:
- Paisitas, regresan a las cinco pa’ celebrar –mientras sus ayayeros hacen todo lo posible, con mandiles y manteles incluidos, por demostrar que la fiesta del triunfo será la envidia de toda la ciudad.
Casi al llegar al centro de votación y hasta en la misma cola, la mayoría de votantes contradicen lo que los entendidos llaman “encuesta a boca de urna” ya que al ser interrogados por quién votarán, contestan de acuerdo al gusto del curioso preguntón: – bah, por el Milton pue’, ¿por quién más va a ser?
Sin embargo, el ciudadano elector esta más que “curao” de estos vivazos, al final votan por quien desean aunque almuercen dos o tres veces cuidándose, eso sí, de que no se percaten de ello los nada cándidos candidatos que ven en el sillón municipal un plato suculento.
Palujo.
(*) Los negociantes y personajes pudientes del lugar y hasta de la provincia no se quedan atrás y muy sutilmente hacen llegar sus “desinteresadas donaciones” a sus favoritos asegurándose de ello en sus propias encuestas.
¡SOLANO OYARCE, DEVUELVE LA CALLE QUE LE ROBASTE A CELENDIN!
El mismo día de las elecciones, los postulantes al primer cargo político del distrito, llaman a ingresar a sus casas o locales partidarios cuadrándose cual verdaderos mozos de restaurantes cinco estrellas.
Los votantes que por primera vez participan y muchos de los que llegan de las zonas rurales, obedecen sumisos, como si fuera una orden, y apuran la cuchara mirando de reojo a la futura autoridad municipal; pero aquellos que ya pasan de los tres escrutinios, lo hacen saludando muy atentos : – ¡Hola don julito! ¿cómo estás manuelito?
Muy desenvueltos y frescos actúan los que ya tienen “cancha” e incluso se toman la libertad de hacer comentarios: – Hoy ganamos don julito, ¡ese del APRA es un grajo! –hablan muy seguros.
Luego del desayuno o almuerzo, cuya calidad depende de la solvencia económica que tenga el candidato (*), este raro anfitrión despide a sus, podríamos decir, comensales, con las siguientes palabras:
- Paisitas, regresan a las cinco pa’ celebrar –mientras sus ayayeros hacen todo lo posible, con mandiles y manteles incluidos, por demostrar que la fiesta del triunfo será la envidia de toda la ciudad.
Casi al llegar al centro de votación y hasta en la misma cola, la mayoría de votantes contradicen lo que los entendidos llaman “encuesta a boca de urna” ya que al ser interrogados por quién votarán, contestan de acuerdo al gusto del curioso preguntón: – bah, por el Milton pue’, ¿por quién más va a ser?
Sin embargo, el ciudadano elector esta más que “curao” de estos vivazos, al final votan por quien desean aunque almuercen dos o tres veces cuidándose, eso sí, de que no se percaten de ello los nada cándidos candidatos que ven en el sillón municipal un plato suculento.
Palujo.
(*) Los negociantes y personajes pudientes del lugar y hasta de la provincia no se quedan atrás y muy sutilmente hacen llegar sus “desinteresadas donaciones” a sus favoritos asegurándose de ello en sus propias encuestas.
¡SOLANO OYARCE, DEVUELVE LA CALLE QUE LE ROBASTE A CELENDIN!
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