Quienes construyen imágenes de desprestigio y hasta terroríficas sobre las organizaciones sociales comprometidas con el pueblo, son las clases dominantes para sembrar miedos y pánico y perpetuarse en el poder político.
Los sindicatos como entes sectorizados que defienden los derechos de los trabajadores, son uno de los núcleos básicos que alientan la toma de conciencia social. En ese sentido, el SUTEP desde su fundación hizo suya la calle como espacio complementario para la protesta. Y su única CONSIGNA es la lealtad y consecuencia en la lucha. Otros gremios continuaron ese ejemplo a partir de la década del setenta: la Federación Bancaria, la Federación Médica, los estamentos de empleados estatales.
La columna que sostiene a un sindicato son sus representados; el cuasi anonimato no existe. Un activista consciente asume su misión y desarrolla los propósitos colectivos planteados; la responsabilidad y el sacrificio son componentes de la escala axiológica. El supremo derecho a la libertad de pensar no debe ser aprovechada para negar la verdad que ya es historia reconocida. Por mirar el árbol no se debe dejar de mirar el bosque, reza un preciso adagio.
Efectivamente, tirios y troyanos reconocen al GLORIOSO SUTEP, al margen de que muchos –no todos- de sus dirigentes locales, regionales y nacionales tengan convicciones y compromisos político-sociales, que van desde social cristianos, progresistas, y quienes profesan ideas socialistas y comunistas. Es innegable que hubieron y habrán desviaciones, oportunismos y personalismos, producto de condenables conductas humanas. De allí a hacer un escarnio generalizado, es una ciega concepción que muy poco contribuye a enriquecer el intercambio de opiniones. El discernimiento de los lectores fertilizará la razón. Punto final.
Lima, 22 de noviembre de 2010.
1 comentario:
Por lo que he leido, Crispin Piritaño no hace "escarnio generalizado" ni del sindicalismo ni del Sutep en particular. Al contrario, dice que fue bueno para los maestros organizarse. El problema que ve es que hay una dirigencia que se eternizó en la cúpula del sindicato. Ahora bien, y esto lo digo yo, como esta cúpula respondía también a otras necesidades y estrategias (partidarias en este caso, Patria Roja), el problema que han tenido es conciliar ambas cosas, ser dirigentes sindicales de los maestros, por un lado, y por otro ser dirigentes de una organización política que tenía que plantearse problemas de otro tipo, alejados de las propuestas pedagógicas y de la relación maestro-alumno, del día a día de las escuelas en todo el país. No nos olvidemos que Horacio Zevallos en un mitin enarboló un fusil de palo. Todo esto, junto como muchos otros factores, por su puesto, ha tenido un resultado: la calidad del maestro como profesional de la enseñanza ha decaido y por ende el nivel cultural de los jovenes que este maestro formaba. Decir esto no es insultar al sindicato ni a los maestros ni a sus luchas. Es bueno debatir en base a la experiencia y con los resultados de la experiencia al frente. Esta discusión al menos tiene el mérito de hacernos pensar a todos, maestros y simples ciudadanos.
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