Por Jorge A. Chávez Silva, “Charro”
Esta extraordinaria, y candorosa, fotografía, la hemos obtenido gracias a la gentileza de nuestro amigo Wálter Tavera Chávez. Es de los años 50 y pinta de cuerpo entero una circunstancia que vivíamos en ese tiempo: la diferencia que había entre los shilicos que vivíamos en el pueblo y los shilicos que venían de la capital. Los recién llegados lucían como un anís, bien enzapatados, brillantes ante nuestra doméstica realidad, que en la mayoría de casos nos pillaba descalzos.
La foto fue tomada en el corral de alguna de las casas de la manzana que está ubicada entre los jirones Unión, Gálvez, Cáceres y San Martín. En esa época todavía existían los corrales en donde medraban pavos, patos y gallinas. y crecían además, el maíz, las achiras para los tamales y había tablones de alfalfa para los cuyes.
Hoy, frente ante el avance irremediable del afán constructor y a las divisiones que ocasionaron las sucesivas herencias, ya no existen los corrales, por lo menos en el centro histórico de la ciudad, y a las casas, a decir de nuestro buen amigo Mime, las han hecho cecinas. Los otrora señoriales zaguanes de entrada se ha convertido en estrechos pasadizos por donde hay que pasar aguantando la respiración para no quedar atrapados.
Todos, en este simpático grupito de niños, son integrantes de una misma familia, que, de algún modo, tienen como tronco al héroe celendino de la guerra con Chile, el capitán Zaturnino Chávez Baella.
Esta extraordinaria, y candorosa, fotografía, la hemos obtenido gracias a la gentileza de nuestro amigo Wálter Tavera Chávez. Es de los años 50 y pinta de cuerpo entero una circunstancia que vivíamos en ese tiempo: la diferencia que había entre los shilicos que vivíamos en el pueblo y los shilicos que venían de la capital. Los recién llegados lucían como un anís, bien enzapatados, brillantes ante nuestra doméstica realidad, que en la mayoría de casos nos pillaba descalzos.
La foto fue tomada en el corral de alguna de las casas de la manzana que está ubicada entre los jirones Unión, Gálvez, Cáceres y San Martín. En esa época todavía existían los corrales en donde medraban pavos, patos y gallinas. y crecían además, el maíz, las achiras para los tamales y había tablones de alfalfa para los cuyes.
Hoy, frente ante el avance irremediable del afán constructor y a las divisiones que ocasionaron las sucesivas herencias, ya no existen los corrales, por lo menos en el centro histórico de la ciudad, y a las casas, a decir de nuestro buen amigo Mime, las han hecho cecinas. Los otrora señoriales zaguanes de entrada se ha convertido en estrechos pasadizos por donde hay que pasar aguantando la respiración para no quedar atrapados.
Todos, en este simpático grupito de niños, son integrantes de una misma familia, que, de algún modo, tienen como tronco al héroe celendino de la guerra con Chile, el capitán Zaturnino Chávez Baella.
En la fila delantera, de izquierda a derecha: Gerardo Valladares Chávez (Shulca), Wálter Chávez Velásquez, Carlos Chávez y Eduardo Chávez.
Atrás: Hilda Rojas Pinedo, Wilson Mori Chávez (Coche Willy), Elvira Chávez Velásquez (Tavita) y Elena Rojas Pinedo.
¡SOLANO OYARCE, DEVUELVE LA CALLE QUE LE ROBASTE A CELENDIN!
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