viernes, 7 de agosto de 2009

TOROS: Batiendo récords en La Feliciana

Hay temas que, en nuestro hogar, no se pueden tan siquiera mencionar. No porque no existan, sino porque avergüenzan, y tal vez porque, sabiendo que se criaron entre espinas, tememos puedan hincarnos mortalmente. Pero quien los sujeta se da cuenta que ha sido únicamente herido, al comprender que lo que se creyó el hogar fue la verdadera espina (FSC).

¿LA PLAZA TAURINA MÁS GRANDE DEL MUNDO?
Por Franz Sánchez Cueva
Celendín

Intentando establecer un récord mundial, la plaza de toros de La Feliciana, en el barrio pobre de Sevilla, Celendín, Perú, me ha demostrado y con creces, haberlos roto todos. Es la más grande plaza, no sé si del mundo, pero sí la más grande que he visto, en todo.
Para dejarlo en claro, este coso taurino es grande en muchos aspectos:
- Es el único construido de maderos, para cuya elaboración se talan miles de eucaliptos que sostienen a más de 10 mil personas por tarde, dentro de un radio de 70 metros. En una actividad que se repite cada año, por las mismas fechas; las cifras toman dimensiones de espanto si solamente consideramos cinco años de corrida. Con tan solo un lustro comprenderemos que la fiesta brava, tórnase amenaza brava. No sólo para los eucaliptos sino para los animales que viven en los bosques. Una breve mirada alrededor del pueblo y observaremos que, hoy, existen bosques, pero pelados, secos, sin vidas (que valga el plural). Y el problema aquí, no está en el uso que se le da a la madera, sino en la depredación desmedida y sin planes de reforestación; puro consumismo. Acaso alguien que se precie de celendino puede negar que, en muy poco tiempo, los planos verdes, la campiña, que circundaba la ciudad, ahora luce pelada, esteril. Celendín es una ciudad que muestra una batalla casi ganada por el cemento, con panoramas devastados por la mano del hombre, más que por la naturaleza. Sabiendo que no hay un mínimo intento de reforestar, construimos el ruedo taurino de madera más grande que existe. Y la mejor excusa es apoyarnos en “la tradición”. ¿Quién puede contra la tradición? Ojalá hiciéramos también una tradición de la reforestación. Una actividad que se transmite de padres a hijos. Tres cosas grandes debe hacer un hombre antes de morir, dicen: escribir un libro, tener un hijo y sembrar, por lo menos, un árbol. En Celendín: de escribir nada, menos leer; tener muchos hijos, sí, y en muchas mujeres de ser posible, y construir plazas de toros, sembrando desidia.
-La plaza de La Feliciana, en Sevilla (recalco, en Celendín) es la más grande muestra de incultura, de intolerancia, de desperdicio, de contrastes, de miserias. En ella, sin mucho esfuerzo, se puede observar sujetos ebrios jugando con su vida en lo alto de los palcos, arrojando cerveza sobre la cabeza de los demás, en el peor de los casos evacuando fluidos de sus alcohólicos organismos. En medio del jolgorio, hay gente que se grita, se insulta, que pelea, demostrando el grado de intolerancia de esta indigente sociedad. Personas que no se pueden ver ni en pintura, coinciden en el mismo palco, en la misma banca, y se arma el zafarrancho. Como si fuera poco, los vendedores irrumpen sobre las personas y los pillos roban a los incautos.
Mientras que en el campo, un pan duro alivia el hambre y es salvavidas, en Sevilla (alienado nombre con que algunos suplen el de La Feliciana), las sabias autoridades locales reparten naranjas que luego la gente arroja, con insolente arrogancia ante la pobreza, sobre el picador o contra las modelos que pasean los carteles. Al desperdicio unimos nuestra demostración de incultura.

Escenas de la plaza de palos más grande del mundo.

- Según mi parecer, la plaza de toros de La Feliciana, en Sevilla (y en Celendín, insisto), es el más grande espectáculo de humillación pública al hombre y mujer del campo. Se construyen barreras, que son tendidos al nivel de la arena, formados en horizontal por palos gruesos, creando una especie de gran java, de cuyero, exclusivo para los campesinos. Cuando comento esto, hay personas de la ciudad que se sienten ofendidas, casi ultrajadas, que argumentan que a los campesinos no se les obliga ir a la barrera. Yo pregunto: hemos obligado al alcalde y a su séquito de adulones a que vayan al palco oficial. No, sin embargo, ellos saben que es de su estatus estar sentados allí, apreciando la carnicería. Alguna vez se dejará ver uno de esos regidores, con su familia, espectando la barbarie desde barrera. Tal vez no, eso si sería humillante para ellos. Para la gente rural no hay humillación que valga, ¿verdad?
Seamos sinceros, en pleno año 2009, los shilicos somos intolerantes y discriminadores, somos racistas, y digo somos, todos. Por eso algunos buscamos alejarnos de lo indígena aduciendo ser descendientes de la más noble estirpe europea. Que patraña, cuando más que andar buscando sangres nobles deberíamos perfeccionarnos, como verdaderos celendinos, respetando al campesino. Esto sería noble. Los campesinos, al menos, reconocen y respetan sus orígenes, mientras que nosotros somos confundidos mestizos que buscan cada quien lo que les conviene.
- El atentado contra los animales es salvajismo puro. Y que no se atrevan, los intelectualoides y los que fungen de artistas o sabios de la tauromaquia, decir que eso es arte. Masacre disfrazada artísticamente, ignorancia maquillada de sapiencia, eso es lo que es. Un crimen en todas sus anchas. Por eso no me entusiasma en lo más mínimo acudir al festival de sangre, debido también a mi comprobada hemofobia. No encuentro nada de agradable en ver asesinar 15 toros , que acaban en medio de borbotones de sangre en la arena. Pero, ¿qué ven nuestros niños, qué aprenden? ¿Que los animales no sienten, que la puya hundida sobre el lomo no duele, que se lo merecen? ¿Que el toro es el malo y que el valiente es el torero? ¿Que hay que hacer sufrir a los animales para que la gente nos aplauda, nos respete y se tome fotografías con nosotros, convirtiéndonos en falsos héroes? Qué vil mentira todo esto.
En la denominada sociedad de la información y tecnología, cuando el hombre estira sus conocimientos al máximo, nos damos por enterados que existe gente que se atreve llamar al toro “animal”, queriendo hacer diferencias, cuando también somos animales y compartimos el mismo planeta, y debemos respetarlos. O gente que les dice “bestias”, y que luego aplaude la décimo segunda estocada fallida de la verdadera bestia insensible, vestida de luces. Qué ciegos, qué sordos y qué mudos, son los que teniendo los sentidos bien puestos, les late el corazón con el mismo sonido de las monedas chocando entre sí. No es tradición, esto es negocio.
-Al final de la tarde, con el sol poniéndose y la gente se va satisfecha, eructando sufrimiento ajeno, luego de clamar por sangre, sino del toro, la del torero. Y la plaza más grande del mundo, es también el más grande muladar: bolsas plásticas, papeles, cáscaras, más basura, más miseria. Otro atentado al ambiente y la gente que se autodenomina “antiminera” y casi “ecologista”, no tiene reparo en haber contribuido a seguir contaminando nuestro entorno. Hipócritas.
Si alguna vez a alguien le interesó maquetear la sociedad celendina de hoy, y lo que esta verdaderamente significa, pues no tiene más que visitar la plaza de toros de La Feliciana, en Sevilla (en Celendín, reitero) a finales de julio. La muestra a escala de un pueblo, que lejos de reflexionar, se siente orgulloso de sus miserias, que ve arte en donde existe brutalidad, que aplaca su insaciable morbo con alguna desgracia, que decepciona mucho cada día, que provoca náuseas, y del que mejor sería separarse indefinidamente.
Sí, es la plaza más grande del mundo, que no quepan dudas. La pregunta surge de improviso: ¿Quieren un premio...? ¡Que lo disfruten...!
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7 comentarios:

Anónimo dijo...

http://asociacionmelendez.blogspot.com/
http://asociacionmelendez.spaces.live.com/
somos una asociacion familiar deportiva cultural llamada MELENDEZ un pueblo de celendin,como ya sabran.

Anónimo dijo...

La opinión del señor Franz Sanchez a través de su interesante artículo , es un punto de partida que refleja su no acuerdo con las "corridas de toros", corriente en la que están muchos celendinos. Sería bueno que El CPMII convoque a los que puedan ha cer la refutación respectiva.
Esperamos puntos de vista esclarecedores de ambas orillas

Anónimo dijo...

La opinión del señor Franz Sanchez a través de su interesante artículo , es un punto de partida que refleja su no acuerdo con las "corridas de toros", corriente en la que están muchos celendinos. Sería bueno que El CPMII convoque a los que puedan ha cer la refutación respectiva.
Esperamos puntos de vista esclarecedores de ambas orillas

Percy Peralta dijo...

Quiero manifestar mi oposicion en contra de las corridas de toros. Tambien quiero invitar a los lectores para sumarse en una campaña contra el abuso a los animales

Anónimo dijo...

Durante los últimos años, las corrientes defensoras de los animales van ganando terreno, y su trasmisión, hoy en día, através de los medios de comunicación, entre los que se encuentra el civernético, se hace cada vez más constante,incisivo y efectivo. Ello demuestra que gran parte de la "aldea global" va tomando conciencia y que ciertas costumbres arraigadas en la tradiciòn por muchas generaciones tramitidas se vean profundamente comprometidas y cuestinadas. La "corrida de toros", es cierto, es una de nuestras tradiciones mas preponderantes, que dificilmente serà dejada de lado; sin embargo, conforme pasen los años, las nuevas generaciones tendrán que tomar la decisiòn más acertada. Un abrazo. Beto Zaldívar zaldivarp@hotmail.com

Anónimo dijo...

asumo que todos los antitaurinos son herbívoros por excelencia.
hay otros temas mucho más importantes sobre lo que se puede escribir.

Franz Sánchez dijo...

A ver, por qué tendrían que ser hervíboros los antitaurinos. Eso quiere decir que las feministas tendrían que ser "lesbianas". Acá no se trata de que no como carne y defiendo a los toros, como carne, la disfruto y respeto a los vegetarianos. Pero no me gustan el salvajismo extremo al que someten a los animales. Ojalá entienda el amigo, amiga del post anterior.

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