La fiesta del Corpus en Celendín siempre fue grande. Congregaba a todos los santos que se veneraban en los caseríos pertenecientes al distrito de Celendín, quienes concurrían con sus santos y sus danzas típicas a rendir homenaje al Cuerpo de Cristo. En las cuatro esquinas de la plaza de armas se levantaban altares en los cuales se detenía la procesión para el correspondiente rezo y luego se repartía la tradicional sopa de cuaresma a todo el pueblo.
Corpus Christi en Celendín, junio de 1926 (Foto archivo CPM)
En esta extraordinaria fotografía de nuestro archivo, observamos el término de la misa y el inicio de la procesión. En un pueblo muy católico como el celendino, las mujeres acompañan la procesión vestidas de negro y con mantones cubriéndoles la cabeza y escapulario en el pecho, mientras los monaguillos portan el palio y los estandartes.
Los creyentes salen con la cabeza descubierta en señal de respeto y en las espadañas de la iglesia ya están algunos rapaces convertidos en aspa para observar desde un primerísimo plano las danzas de los diferentes caseríos. Los danzantes no aparecen en la foto porque se encuentran en las inmediaciones de la plaza para bailar en cuanto concluya la procesión.
Es curiosa la vestimenta de los muchachos que aparecen en la fotografía, todos visten pantalón y saco a la manera de un terno, aun cuando sea de dril, terno al fin. Algunos usan el pantalón a media pierna y van descalzos. Hay un muchacho futre que viste boina vasca, pantalón de casimir a media pierna y zapatos enteros de factura celendina, marcha muy orondo con la mano en el bolsillo, su vestimenta lo muestra como un niño de familia acomodada, que destaca claramente entre la modestia de los demás.
Un niño en la izquierda tiene cargada a su hermanita, mientras otro, con sombrero en la mano, parece ir a su encuentro y a la derecha otro niño, que también tiene cargada a su hermanita, mira con atención al fotógrafo
Hay unos muchachos que portan carteles de propaganda de pastillas Cafiaspirina, un analgésico de mucho uso en esos años, que dice: “Contra dolores y malestares Cafiaspirina, el producto de confianza. Si es Bayer es bueno”…
En esta hermosa fotografía que parece detener el tiempo, observamos que todavía no se iniciaba en Celendín la era del cemento. El atrio de la iglesia, los pretiles, la calle y hasta la acequia, que apenas se vislumbra en la parte inferior, son de piedra. En el pretil del atrio un campesino con sombrero en la mano espera sentado, al parecer ajeno a la marcha de la procesión. Luce llanques de cuero crudo y correas del mismo material. Para esa época todavía no existían, como hogaño, los llanques de llanta en desuso. Celendín vivía, como dijo el Dr. Manuel Pita Díaz, su época caballar.
¡SOLANO OYARCE, DEVUELVE LA CALLE QUE LE ROBASTE A CELENDIN!
Llegaban para la ocasión las danzas de Guayabas y Mangash, de Cashaconga, Molinopampa, Malcat, Pillco, Maraypata, Pallac, Chuclalás, Pariapuquio, Caguaypampa, Poyunte, Chacapampa, Llanguat, Pumarume, Bellavista, las Tres Zanjas, Chupset y las pallas de La Masma y La Manzana.
Corpus Christi en Celendín, junio de 1926 (Foto archivo CPM)
En esta extraordinaria fotografía de nuestro archivo, observamos el término de la misa y el inicio de la procesión. En un pueblo muy católico como el celendino, las mujeres acompañan la procesión vestidas de negro y con mantones cubriéndoles la cabeza y escapulario en el pecho, mientras los monaguillos portan el palio y los estandartes.
Los creyentes salen con la cabeza descubierta en señal de respeto y en las espadañas de la iglesia ya están algunos rapaces convertidos en aspa para observar desde un primerísimo plano las danzas de los diferentes caseríos. Los danzantes no aparecen en la foto porque se encuentran en las inmediaciones de la plaza para bailar en cuanto concluya la procesión.
Es curiosa la vestimenta de los muchachos que aparecen en la fotografía, todos visten pantalón y saco a la manera de un terno, aun cuando sea de dril, terno al fin. Algunos usan el pantalón a media pierna y van descalzos. Hay un muchacho futre que viste boina vasca, pantalón de casimir a media pierna y zapatos enteros de factura celendina, marcha muy orondo con la mano en el bolsillo, su vestimenta lo muestra como un niño de familia acomodada, que destaca claramente entre la modestia de los demás.
Un niño en la izquierda tiene cargada a su hermanita, mientras otro, con sombrero en la mano, parece ir a su encuentro y a la derecha otro niño, que también tiene cargada a su hermanita, mira con atención al fotógrafo
Hay unos muchachos que portan carteles de propaganda de pastillas Cafiaspirina, un analgésico de mucho uso en esos años, que dice: “Contra dolores y malestares Cafiaspirina, el producto de confianza. Si es Bayer es bueno”…
En esta hermosa fotografía que parece detener el tiempo, observamos que todavía no se iniciaba en Celendín la era del cemento. El atrio de la iglesia, los pretiles, la calle y hasta la acequia, que apenas se vislumbra en la parte inferior, son de piedra. En el pretil del atrio un campesino con sombrero en la mano espera sentado, al parecer ajeno a la marcha de la procesión. Luce llanques de cuero crudo y correas del mismo material. Para esa época todavía no existían, como hogaño, los llanques de llanta en desuso. Celendín vivía, como dijo el Dr. Manuel Pita Díaz, su época caballar.
¡SOLANO OYARCE, DEVUELVE LA CALLE QUE LE ROBASTE A CELENDIN!
1 comentario:
Que buenazas las fotos recordado Charrito. Tenemos que defender nuestro pueblo de aquellos que quieren pisotearlo. Así se ama a la tierra, pasando lo lo que fue y es su historia.
Felicitaciones CPM.
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