Celendín
La resistencia en Cajamarca, y en Celendín, en particular, sigue sólida, pese a la demente campaña de desprestigio del movimiento lanzada por la prensa derechista, y a pesar de las confrontaciones con tintes de protagonismo político en que se enfrentan Wilfredo Saavedra y Gregorio Santos, a nivel regional, y los seguidores de Jorge Urquía y Mauro Siles, en Celendín, polémicas que la masa ignora al tiempo que obliga a una dinámica de unidad.
Y mientras los medios de comunicación capitalinos esbozan un remedo surrealista de lo que realmente ocurre en la protesta contra la mega minería en Cajamarca, las radios rurales de servicio popular apoyan a los comuneros que pernoctan alrededor del rosario de lagunas que por algún infortunio, nacen del subsuelo mineralizado de la zona.
Los relevos, conmueven. Un campesino de Bambamarca pide agitado a través del teléfono “¡Necesito relevo, mi acémila se ha perdido!”. En Celendín, los jóvenes activistas ambientales nos nutren de información y difunden las imágenes de la defensa acuífera.
Mojados, con la ropa endurecida y la cara rajada por el frío que corre a más de 4 mil metros sobre el nivel del mar, retornan a Celendín, para ser sustituidos por nuevos ciudadanos conscientes de lo que se defiende no es una posición de izquierdas radicales, ni que se promueve un sabotaje empresarial, sino que se trata del futuro de muchas familias, de niños y niñas, de mujeres y hombres que se miran a los ojos, y se reconocen por fin, hermanos.
“Ellos mismos quemaron material de la minera” denuncia una mujer a las radios, sindicando a la propia Policía, y es que todavía hoy se discute, si los efectivos del orden cuidan excesos del pueblo o intereses privados.
El día que iniciaron las paralizaciones, los grupos multimedios de Lima difundieron la malintencionada noticia de que la movilización era un “rotundo fracaso”, y ampliaban información con imágenes de una Cajamarca desierta, con los negocios cerrados, y las vías despejadas por el ejército. Sin embargo ya las comunidades iban llegando desde muy temprano al amanecer, hasta triplicar los primeros reportes que daban cuenta a las 14 horas de 3 mil personas desplazándose hasta las lagunas. Luego se confirmaban, más de 10 mil.
“No queremos mirones en sus balcones” Gritaba un grupo de personas que se trasladaban de Combayo a las lagunas, y que hacían reflexionar acerca de cierta pasividad e indiferencia de cajamarquinos de la ciudad. Y es que, ¿acaso el agua tiene que ser un recurso por el que, únicamente tengan que reclamar los hermanos campesinos?
Siete camiones, dos combis, diecisiete camionetas llevando a los comunidades que pedían ir a vigilar que las lagunas no sean tocadas. Así llegaron hasta El Perol, donde luego se realizaba un mitin con participación de alcaldes de diversos centros poblados, caseríos y distritos aledaños como los de Huasmín (José Marín) y Sorochuco (Ever Abanto).
Mientras tanto en la ciudad, los gremios de trabajadores marchaban por las plazas, los sindicatos, transportistas, estudiantes y sociedad civil en su general, acompañaban con “coplas” lo que ningún noticiario televisó. La resistencia pacífica, la expresión popular. Sin embargo lo que llenó titulares, fue algunos excesos que se producen cuando el estado parece custodiar los privilegios de las transnacionales, o de algunas cuantas familias ricas que se creen los dueños del país.
Y mirar al cielo se convertía en sinónimo de comprobar un claro mensaje. La Newmont y el gobierno, representan la resistencia del poder económico, el marco jurídico y el estado de derecho entonces se convierten solo en pretextos que mueve el olor fresco del dólar.
En el segundo día de protestas se desatan enfrentamientos cada vez más duros, entre ambos bandos (policías y comuneros). Las vías comienzan a bloquearse, en todos los puntos que comunicaban con las rutas de la empresa minera.
Previamente se había trazado una estrategia, que hasta hoy, no se sabe si fue diseñada por el gobierno, o si era otra ingeniosa contribución de la minera para con el pueblo. Pintas subversivas en El Ámaro, que ni en la peor etapa terrorista vio tanto despliegue de pintura, y tipografía tan ordenada y pulcra.
Se corrió la información en casi todas las ciudades que habría recorte de suministros (agua, electricidad), y así se lograba atemorizar a la ciudadanía para que no saliera de sus casas y participara del rechazo a la mega minería. Después de horas de incertidumbre, Sedacaj informaba que no habría ningún recorte.
Campaña de intoxicación coordinada, como si el pueblo fuera ingenuo.
En la zona rural se recrudecían las acciones: Un grupo de comuneros de Combayo intentaban ingresar al campamento minero, la policía reacciona reprimiendo con bombas lacrimógenas, los enfrentamientos se prolongan por horas, hasta que se corre la noticia por las radioemisoras cajamarquinas de la muerte de un poblador (Samuel Quiliche).
Las reacciones fueron inmediatas, la opinión pública culpaba a los líderes de la protesta, a los medios de comunicación que la apoyaron, al Presidente Regional por promoverla. Sin embargo olvidaron corroborar la información que resultó ser una farsa.
Minera Yanacocha lanzaba un comunicado rebotado eficazmente por la prensa, en el que denunciaba "Quienes han ingresado han entrado a pie y en vehículos, siendo liderados por el presidente regional, Gregorio Santos Guerrero, y el alcalde de Huasmín, José Marín Agusti.
Los manifestantes han incendiado un almacén de tuberías de PVC, pese a la presencia policial y fiscal en la zona. Afortunadamente, no se han registrado daños personales, gracias a que las fuerzas policiales en todo momento han mantenido una actitud defensiva y evitaron caer en provocaciones".
Quedo claro, “actitud defensiva” que revela a favor de quien era la acción policial.
Por la noche se realizaba la vigilia en Celendín, y se pedía colaboración con víveres, alimentos no perecibles, frazadas, leña y todo lo que se pudiera para los paisanos que permanecían a un costado de las legendarias lagunas.
Al día siguiente, mientras Goyo Santos le hacía guiños a Ollanta Humala para que visite Cajamarca, la población informaba que continuaría apostada en la zona de lagunas hasta que se les asegure su integridad. Al mismo tiempo la prensa limeña publicaba titulares amarillistas, y Carlos Tapia le decía chau a la PCM, en carta desveladora a Salomón, que de salomónico no tiene nada.
La resistencia comienza a enviar información de “El Perol”, comunicadores y periodistas se quejan de “fallos” en la señal de los celulares, por lo que no podían enviar más despachos a tiempo, a pesar de ello negaban excesos que aparecían en los medios, y apuntaban a Defensoría del Pueblo como testigo del comportamiento de comuneros.
Se procede a enviar más víveres y más ciudadanos comienzan a suplir a algunos ya abatidos por el cansancio. En Bambamarca se denuncia el robo inhumano por parte de la policía, de suministros para la resistencia. Entonces comienzan a endurecer la organización los “comandos de resistencia”. Ya no revelan sus acciones, y envían a las mujeres para alimentar a los comuneros, ollas comunes y repartición de comida, se refuerza la impermeabilidad de los grupos de defensa.
La repartición queda así: Laguna Azul y Perol repartido entre celendinos, encañadinos y pueblos cercanos. Laguna Mishacocha custodiada por Bambamarquinos y chotanos. Las delegaciones de 12 provincias se adhieren, menos una.
En la ciudad de Cajamarca se obtiene el reporte de la Policía, sobre los comuneros detenidos. Aladino Llamoctanta, Basilio Muñoz y Samuel Quiliche, son liberados y se reincorporan a la lucha.
La resistencia adquiere presencia internacional. La Associated Press, la califica como la más grande del mundo. Mientras que la “ciber-resistencia” ataca la plataforma de la compañía minera Volcán (empresa que no opera en Cajamarca). Pero el mensaje era claro. El pueblo despertó.
En Lima se improvisan paneles para poder explicar el fenómeno. Pero no es tan complicado como parece, es el resultado de la fórmula: 20 años de minería agresiva + 500 años de engaños y de explotación imperialista.
Milton Sánchez, presidente de la Plataforma Interinstitucional de Celendín mientras caminaba a El Perol, me decía “no sabemos nada de la información que llega allá, ni de lo que dijo el presidente regional. Solamente sabemos que la gente acá defenderán las lagunas, incluso a cambio de su vida”.
Para el domingo, la resistencia realizará un izamiento de la bandera patria, a media asta. Es más que un acto simbólico, estamos de duelo porque la visión de progreso y desarrollo nos dicta dar la preferencia al principal elemento de vida: el agua. Lo que parecería el argumento de una novela futurista titulada “Guerra por el agua”, se ha desatado por la necedad de seguir un lineamiento económico que promueve a toda costa, saciar ambiciones.
El proyecto norteamericano más grande de Latinoamérica, es también hoy, el escenario de una lucha nunca antes vista que ha convertido a Cajamarca en aquel pueblo que James Cameron llamó Pandora en Ávatar.
Y usted ¿piensa todavía, que este movimiento social, sigue siendo una simple pataleta antiminera?
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