La circunstancia del “renacimiento” celendino de Ciro Alegría parece haber influido en su visión integral del norte, habida cuenta que en sus novelas aparecemos los celendinos como el aliño que sazona la vida de sus personajes. El escritor parece conocernos bien y siempre nos describe como empedernidos comerciantes errantes y alaba la fama de las beldades celendinas.
Así leemos en “El mundo es ancho y ajeno” en donde habla de una celendina casada con uno de los personajes de la novela, de apellido García: “La señora García, que era muy fisgona, se había asomado a la puerta de la trastienda. El bandido comprendió inmediatamente la razón de la belleza de la señorita del corredor. Esa mujer marchita, de hermosura en ruinas, hacía presumir una espléndida juventud. Lo extraño resultaba su casamiento con Zenobio. El no sabía que éste la enamoró en Celendín, donde hay mujeres muy hermosas, engañándola con que era hacendado y tenía mucho dinero”.
Así leemos en “El mundo es ancho y ajeno” en donde habla de una celendina casada con uno de los personajes de la novela, de apellido García: “La señora García, que era muy fisgona, se había asomado a la puerta de la trastienda. El bandido comprendió inmediatamente la razón de la belleza de la señorita del corredor. Esa mujer marchita, de hermosura en ruinas, hacía presumir una espléndida juventud. Lo extraño resultaba su casamiento con Zenobio. El no sabía que éste la enamoró en Celendín, donde hay mujeres muy hermosas, engañándola con que era hacendado y tenía mucho dinero”.
Adolescentes campesinas celendinas, vestidas de domingo y con mochila. Foto Charro.
Aunque nos hace flaco favor en cuanto al sentimiento de las celendinas, es claro en reconocer la belleza proverbial de nuestras paisanas y nada más certero que el ojo avizor del genial escritor. Para corroborarlo basta darse una vuelta por el Cumbe un domingo cualquiera y admirar la belleza de nuestras campesinas que llegan a la ciudad. Ellas son, lejos, muy diferentes a las de otros lugares, inclusive de Cajamarca,
Aparecen rozagantes y chaposas, con su carga y su sombrero a cuestas, camino de la Alameda a vender el cubano en que trabajaron durante la semana. El sol del amanecer arranca destellos azules de sus ojos y reverberancias broncíneas de sus rostros atezados, tal como las describe nuestro colaborador “Charro”: “una linda campesina de ojos azules y mejillas capulí”.
Hasta el sombrero que lucen se nos antoja más fino y elegante cuando corona tanta belleza. La manufactura celendina difiere mucho del basto sombrero que se elabora en otros lugares del departamento, aunque los puristas debamos lamentar la pérdida de la costumbre de la cinta con que se adornaban antaño.
Si en busca de nuevas sensaciones nos acercamos por Huacapampa, comprobaremos que nuestro optimismo se queda corto cuando vemos a las huacampinas ordeñando sus vacas en los verdes prados de la campiña. Parece la imagen de algún valle del Pirineo por lo sonrosado y clásico de sus rostros, y la esbeltez del talle. Ciertamente como lo afirma el pintor Alfredo Rocha, son las huacampinas las que han contribuido mayormente a la fama de la belleza celendina.
Por ello afirmamos complacidos que la belleza celendina existe, como en todo reino encantado y gracias a Dios goza de buena salud.
Aparecen rozagantes y chaposas, con su carga y su sombrero a cuestas, camino de la Alameda a vender el cubano en que trabajaron durante la semana. El sol del amanecer arranca destellos azules de sus ojos y reverberancias broncíneas de sus rostros atezados, tal como las describe nuestro colaborador “Charro”: “una linda campesina de ojos azules y mejillas capulí”.
Hasta el sombrero que lucen se nos antoja más fino y elegante cuando corona tanta belleza. La manufactura celendina difiere mucho del basto sombrero que se elabora en otros lugares del departamento, aunque los puristas debamos lamentar la pérdida de la costumbre de la cinta con que se adornaban antaño.
Si en busca de nuevas sensaciones nos acercamos por Huacapampa, comprobaremos que nuestro optimismo se queda corto cuando vemos a las huacampinas ordeñando sus vacas en los verdes prados de la campiña. Parece la imagen de algún valle del Pirineo por lo sonrosado y clásico de sus rostros, y la esbeltez del talle. Ciertamente como lo afirma el pintor Alfredo Rocha, son las huacampinas las que han contribuido mayormente a la fama de la belleza celendina.
Por ello afirmamos complacidos que la belleza celendina existe, como en todo reino encantado y gracias a Dios goza de buena salud.
4 comentarios:
Hola a todos muy cierto es lo que dicen sobre la belleza celendina, yo soy hija de una celendina "Shilika" y siempre entro a algunos foros queriendo saber mas sobre esta bella tierra que me acogio en mi adolescencia trayendo a mi mente hermosisimos recuerdos y es que la gente de Celendin es y sera sumamente amable y ni que decir de su bella musica en los carnavales....me llamo Sharon Manza Chavez mi ultimo apellido delata que mis raices son celendinas verdad? y a mucha honra.
Aunque a mi me ensamblaron en Lima, por mis venas corre sangre celendina. Mi abuela me cantaba: Marco Sánchez Marín, toca su clarín, a la vuelta de Celendín,es un privilegio pertenecer a la comunidad celendina, en realidad nos envidian por ser muy querendones con lo nuestro; me casé con una "shilica" de apellido Araujo que me cambió la vida.
Ratifico lo que dijo la señorita,Celendín es un ensueño, aunque también llevo sangre celendina, yo me casé con una "shilica" de apellido araujo que, siendo bella por dentro y por fuera, me cambió la vida, gracias a Celendín por fabicar tan belles mujeres.
Siempre en todo lugar hay prototipos de belleza que a todos nos llama la atención,y emitimos jucios y valoraciones de acuerdo a nuestra observación y percepción. Pero cuan triste es la realidad, pues valoramos sólo un estándar de belleza (las mujeres de tez delineada, de medidas proporcionales, vestidas a la moda, al ritmo de lo novedoso), y no por la diversidad de mujeres de nuestro espacio celendino y cajamarquino, que con su forma de expresión, carisma y cultura son también bellas, pero no salen en facebook, email,hi5, etc, ¿por qué?
Porque la belleza en este mundo está diferenciada más por las características físicas de una mujer, que por sus factores subjetivos, morales o conductuales.
Por ello, no necesariamente la forma física es un indicador de belleza, porque tras de ello se esconde discriminación y racismo hacia las demás, aunque nosotros inconscientemente no nos demos cuenta de ello.
Por eso, si amamos la belleza difundamos todo lo bello de nuestra región y aprendamos a convivir con nuestras diferencias.
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