Por considerarlo importante para la valoración de nuestras artesanas del sombrero y para llamar la atención sobre cuán inicuamente se las explota -debido a que los demás permanecemos como testigos indiferentes de esta barbarie-, publicamos este artículo de José Sabogal Wiesse, hijo del pintor cajabambino, preocupado por el arte del Perú profundo y marginal. Este es el primero de una serie de artículos referentes al tema que iremos publicando posteriormente. Texto y fotografía publicadas en “América Indígena”, Vol. XLI, México, 1981 (Nota de la Redacción)
Como caracterizar un objeto artesanal.
Por José Sabogal Wiesse
La obra artesanal constituye un bien que se fabrica con las manos, usando el ingenio peculiar, y que se elabora con propósitos utilitarios. Esta habilidad singular es el fruto del aprendizaje, La utilización de la maquinaria es accesoria.
En consecuencia, toda pieza artesanal carece de su igual, características que solamente puede alcanzar la fabricación a máquina. Y esto, pese a que el propio artesano intente a veces fabricar artículos semejantes. Es por esto que toda artesanía conlleva la factura o “marca” del autor y de su lugar de procedencia.
En la feria de Huancayo la clientela indígena reconoce exactamente de donde provienen las mantas que se ofrecen en venta. Más aún, te acostumbran la vista a distinguir si es que dicha pieza textil ha sido fabricada en San Pedro de Cajas, en Yauyos, en la zona altina de la cordillera occidental, en Huancavelica, en Ayacucho, o en el propio valle. También distinguen los textiles hechos a máquina en Huancayo o en Lima. En algunos casos llegan a señalar quién es el autor de los trabajos más acreditados
Características que no deben olvidarse:
Todas las artesanías auténticas son útiles dentro de su propia cultura.
Trátese de una pequeña aldea o de una región, pues en cada lugar existen necesidades propias, correspondientes a sus hábitos comunales y costumbres. Las imitaciones consiguientes, hechas por encargo, no son objetos artesanales, y lo curioso es que es fácil distinguirlas.
Los modelos de la artesanía son diseñados o ideados por los mismos artesanos.
La artesanía en los Andes es como el curso de un río, y siempre se adapta a las vicisitudes de la vida que gira alrededor del artesano, pero a la vez conserva su trasfondo vernacular y su gracia inimitable. Cuando la artesanía pierde su carácter utilitario y tradicionalista, muere.
Esta fragilidad de las artesanías lo muestran muchas experiencias en muchos países, en donde es siempre susceptible de extinguirse ante cualquier embate de la modernización. De allí el peligro de la influencia de afuerinos, trátese de capitalinos de algún país “desarrollado”. Los peores, está demostrado, son los “mejorados” bien intencionados que desean ayudar a los artesanos. Siempre quieren cambiar modelos, técnicas, insumos y darle otros usos a las piezas artesanales.
Los objetos artesanales conllevan cierta mística en su factura, pues son fabricados con cariño y en muchos casos con unción, Trátese de zapatos hechos a mano y a medida o de imágenes en las cuales tienen que creer tanto el santero como el comprador.
En las ciudades modernas el artesano tiene que trabajar más rápido para sobrevivir. Lo importante consiste en producir, aún aligerando el uso de materia prima, simplificando la tecnología tradicional y hasta empleando partes prefabricadas por la industria. En dicha forma esas artesanías neo – urbanas van despojándose del candor de la producción artesanal rural, que se hace con mayor calma.
Las herramientas y la utilería correspondientes a un oficio son fabricadas o reunidas por el artesano o heredadas de sus padres o legadas por sus maestros, dichos implementos de trabajo son extraordinariamente simples, dado que lo que realmente vale es la destreza propia del regnícola, indígena.
Los países industrializados a veces procuran y hasta obsequian maquinaria que aseguran que habrá de facilitar la labor del artesano. La experiencia en todo el tercer mundo indica que desvirtúan la artesanía o destruyen toda capacidad creativa. Un ejemplo notorio son las hermosas estatuillas primitivas de madera del Africa negra del ayer. Hoy se fabrican por cientos, mejor ilustradas, uniformes, comerciables y en stocks en establecimientos comerciales de Europa Occidental.
Sus precios han bajado; fue malogrado un arte indígena y talados los bosques del Africa Ecuatorial.
En la feria de Huancayo la clientela indígena reconoce exactamente de donde provienen las mantas que se ofrecen en venta. Más aún, te acostumbran la vista a distinguir si es que dicha pieza textil ha sido fabricada en San Pedro de Cajas, en Yauyos, en la zona altina de la cordillera occidental, en Huancavelica, en Ayacucho, o en el propio valle. También distinguen los textiles hechos a máquina en Huancayo o en Lima. En algunos casos llegan a señalar quién es el autor de los trabajos más acreditados
Características que no deben olvidarse:
Todas las artesanías auténticas son útiles dentro de su propia cultura.
Trátese de una pequeña aldea o de una región, pues en cada lugar existen necesidades propias, correspondientes a sus hábitos comunales y costumbres. Las imitaciones consiguientes, hechas por encargo, no son objetos artesanales, y lo curioso es que es fácil distinguirlas.
Los modelos de la artesanía son diseñados o ideados por los mismos artesanos.
La artesanía en los Andes es como el curso de un río, y siempre se adapta a las vicisitudes de la vida que gira alrededor del artesano, pero a la vez conserva su trasfondo vernacular y su gracia inimitable. Cuando la artesanía pierde su carácter utilitario y tradicionalista, muere.
Esta fragilidad de las artesanías lo muestran muchas experiencias en muchos países, en donde es siempre susceptible de extinguirse ante cualquier embate de la modernización. De allí el peligro de la influencia de afuerinos, trátese de capitalinos de algún país “desarrollado”. Los peores, está demostrado, son los “mejorados” bien intencionados que desean ayudar a los artesanos. Siempre quieren cambiar modelos, técnicas, insumos y darle otros usos a las piezas artesanales.
Los objetos artesanales conllevan cierta mística en su factura, pues son fabricados con cariño y en muchos casos con unción, Trátese de zapatos hechos a mano y a medida o de imágenes en las cuales tienen que creer tanto el santero como el comprador.
En las ciudades modernas el artesano tiene que trabajar más rápido para sobrevivir. Lo importante consiste en producir, aún aligerando el uso de materia prima, simplificando la tecnología tradicional y hasta empleando partes prefabricadas por la industria. En dicha forma esas artesanías neo – urbanas van despojándose del candor de la producción artesanal rural, que se hace con mayor calma.
Las herramientas y la utilería correspondientes a un oficio son fabricadas o reunidas por el artesano o heredadas de sus padres o legadas por sus maestros, dichos implementos de trabajo son extraordinariamente simples, dado que lo que realmente vale es la destreza propia del regnícola, indígena.
Los países industrializados a veces procuran y hasta obsequian maquinaria que aseguran que habrá de facilitar la labor del artesano. La experiencia en todo el tercer mundo indica que desvirtúan la artesanía o destruyen toda capacidad creativa. Un ejemplo notorio son las hermosas estatuillas primitivas de madera del Africa negra del ayer. Hoy se fabrican por cientos, mejor ilustradas, uniformes, comerciables y en stocks en establecimientos comerciales de Europa Occidental.
Sus precios han bajado; fue malogrado un arte indígena y talados los bosques del Africa Ecuatorial.
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