Por Enrique Chávez Aliaga
21 de Septiembre de 2007: La Corte Suprema de Chile accedió a la extradición del ex – presidente Alberto Fujimori por siete de los trece casos por los que era requerido por la justicia peruana. Aquello que para los peruanos, y en especial para los familiares de las víctimas de los casos de Barrios Altos y La Cantuta, hasta ese día había cabido sólo en el ámbito de la utopía, de los sueños, de las ilusiones y de la esperanza de alcanzar justicia, se mostraba ahora como una realidad. Sólo quedaba esperar, de la justicia peruana, una actuación proba, íntegra, imparcial, en fin, justa.
Luego de casi tres meses, el 10 de diciembre, día mundial de los Derechos Humanos, el histórico juicio al ex mandatario se inició: Alberto Fujimori fue juzgado, primero, por el ilegal allanamiento a la casa de Trinidad Becerra, esposa del ex asesor presidencial,
Vladimiro Montesinos. La sentencia lo condenó a seis años de prisión y poco a poco, con aquel misterio símil al de las desapariciones forzadas típicas del fujimorato, aquella sonrisa de casting barato que lucía el rostro de Fujimori fue apagándose y tornándose en un gesto amargo, ansioso de traducirse en los gritos desesperados que días más tarde emitiría el ex dictador para rechazar la acusación fiscal en los casos de violación de los derechos humanos: “Rechazo los cargos, totalmente, soy inocente y no acepto esta acusación fiscal”, dijo Alberto Fujimori, turbado por la ira y la desesperación.
Sus argumentos fueron netamente políticos: intentó, como siempre, tomar como muletas a la lucha contra el terrorismo, para evadir su responsabilidad en los casos de Barrios Altos y La Cantuta. Sin embargo, la contradicción y la incongruencia jugaron similar papel que el remordimiento en “El Corazón Delator” de Allan Poe.
Fujimori Sostuvo que no conocía de la existencia del Grupo Colina, en fechas en que el periodismo había denunciado la existencia de este comando aniquilador. ¿Cómo es posible entonces, que el Presidente de la República desconozca algo que es de total conocimiento de la opinión pública? Fujimori ha expresado también que Vladimiro Montesinos, le comentó de la posibilidad de que este grupo (que por cierto él no conocía) era el responsable de la matanza de Barrios Altos y aún así no hizo nada porque como sostiene “no se podía desactivar algo que no existía”.
Alberto Fujimori ha empezado a caer en la contradicción y la incongruencia a las que sólo se llega por el sendero de la mentira y el intento de disfrazar la culpabilidad. Parece no haber comprendido que el hecho de que a inicios de su gobierno hayan existido grupos terroristas, no le daba facultades para imponer el terrorismo desde el Estado.
Esperamos que la justicia peruana, tenga en cuenta los argumentos jurídicos y no permita que la estrategia de Fujimori de llevar el proceso al lado político surja efecto. Por el bien del Perú, de su dignidad, lo esperamos
Luego de casi tres meses, el 10 de diciembre, día mundial de los Derechos Humanos, el histórico juicio al ex mandatario se inició: Alberto Fujimori fue juzgado, primero, por el ilegal allanamiento a la casa de Trinidad Becerra, esposa del ex asesor presidencial,
Vladimiro Montesinos. La sentencia lo condenó a seis años de prisión y poco a poco, con aquel misterio símil al de las desapariciones forzadas típicas del fujimorato, aquella sonrisa de casting barato que lucía el rostro de Fujimori fue apagándose y tornándose en un gesto amargo, ansioso de traducirse en los gritos desesperados que días más tarde emitiría el ex dictador para rechazar la acusación fiscal en los casos de violación de los derechos humanos: “Rechazo los cargos, totalmente, soy inocente y no acepto esta acusación fiscal”, dijo Alberto Fujimori, turbado por la ira y la desesperación.
Sus argumentos fueron netamente políticos: intentó, como siempre, tomar como muletas a la lucha contra el terrorismo, para evadir su responsabilidad en los casos de Barrios Altos y La Cantuta. Sin embargo, la contradicción y la incongruencia jugaron similar papel que el remordimiento en “El Corazón Delator” de Allan Poe.
Fujimori Sostuvo que no conocía de la existencia del Grupo Colina, en fechas en que el periodismo había denunciado la existencia de este comando aniquilador. ¿Cómo es posible entonces, que el Presidente de la República desconozca algo que es de total conocimiento de la opinión pública? Fujimori ha expresado también que Vladimiro Montesinos, le comentó de la posibilidad de que este grupo (que por cierto él no conocía) era el responsable de la matanza de Barrios Altos y aún así no hizo nada porque como sostiene “no se podía desactivar algo que no existía”.
Alberto Fujimori ha empezado a caer en la contradicción y la incongruencia a las que sólo se llega por el sendero de la mentira y el intento de disfrazar la culpabilidad. Parece no haber comprendido que el hecho de que a inicios de su gobierno hayan existido grupos terroristas, no le daba facultades para imponer el terrorismo desde el Estado.
Esperamos que la justicia peruana, tenga en cuenta los argumentos jurídicos y no permita que la estrategia de Fujimori de llevar el proceso al lado político surja efecto. Por el bien del Perú, de su dignidad, lo esperamos
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