Por Mario Peláez Pérez
La Ley de la Carrera Pública Magisterial aprobada recientemente por el Congreso, y que el oficialismo celebra como gran epopeya, es antidemocrática, pues no han participado los maestros en la elaboración y su aprobación se hizo a empellones. Pero lo más grave es que la ley contiene deficiencias que rayan con el absurdo.
No es serio considerar, como precisa la ley, que con una capacitación de tres meses el maestro optimice sus conocimientos. Dicho sea de paso, la multiplicación de conocimientos no es el único quehacer del maestro. En él cuentan los valores y su participación en el desarrollo de la conciencia critica del estudiante.
Tampoco es serio, como señala la ley de marras, que un comité de evaluación, integrado por el director y dos padres de familia, escojan docentes idóneos. Al respecto preguntamos: ¿Acaso todos los padres están capacitados para concretar tal objetivo?
Igualmente impropio es que la ley restituya el “derecho” de los profesionales que tengan título a enseñar en colegios las asignaturas afines a sus especialidades. Con tal medida no solo ningunean el valor de la especialidad, sino que subestima la importancia de los métodos de enseñanza, como también los demás quehaceres intrínsecos del maestro. La ley aprobada introduce la idea de la “meritocracia”. Sus patrocinadores argumentan que en el sector privado un maestro ineficiente de inmediato es despedido. Pero lo que callan es que los profesores de estos colegios ganan dos y tres veces más, amén de contar con buenas bibliotecas y laboratorios.
En cuanto a la afirmación del presidente García de que “todo aquel que recibe un sueldo del Estado debe ser sometido a evaluación”. La propuesta es correcta, solo que el presidente debería dar el ejemplo.
Asimismo el presidente no ignora que su partido adolece de cuadros capacitados, ni siquiera los tienes de calidad intermedia. El APRA, a pesar de los 70 años de activismo y dos periodos gubernamentales, no cuenta con intelectuales, científicos, artistas, juristas, tecnócratas ni técnicos.
No es serio considerar, como precisa la ley, que con una capacitación de tres meses el maestro optimice sus conocimientos. Dicho sea de paso, la multiplicación de conocimientos no es el único quehacer del maestro. En él cuentan los valores y su participación en el desarrollo de la conciencia critica del estudiante.
Tampoco es serio, como señala la ley de marras, que un comité de evaluación, integrado por el director y dos padres de familia, escojan docentes idóneos. Al respecto preguntamos: ¿Acaso todos los padres están capacitados para concretar tal objetivo?
Igualmente impropio es que la ley restituya el “derecho” de los profesionales que tengan título a enseñar en colegios las asignaturas afines a sus especialidades. Con tal medida no solo ningunean el valor de la especialidad, sino que subestima la importancia de los métodos de enseñanza, como también los demás quehaceres intrínsecos del maestro. La ley aprobada introduce la idea de la “meritocracia”. Sus patrocinadores argumentan que en el sector privado un maestro ineficiente de inmediato es despedido. Pero lo que callan es que los profesores de estos colegios ganan dos y tres veces más, amén de contar con buenas bibliotecas y laboratorios.
En cuanto a la afirmación del presidente García de que “todo aquel que recibe un sueldo del Estado debe ser sometido a evaluación”. La propuesta es correcta, solo que el presidente debería dar el ejemplo.
Asimismo el presidente no ignora que su partido adolece de cuadros capacitados, ni siquiera los tienes de calidad intermedia. El APRA, a pesar de los 70 años de activismo y dos periodos gubernamentales, no cuenta con intelectuales, científicos, artistas, juristas, tecnócratas ni técnicos.
1 comentario:
muy buen aporte, Felicitaciones.
lamentablemente pocos piensan de esta manera.
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