martes, 17 de junio de 2008

OPINION: Universidad Técnica de Cajamarca

POCO DE PADRE, MUCHO DE PADRASTRO
Por Enrique Chávez Aliaga
Tercer domingo de junio: día del padre. Todos los hijos que tienen la suerte de tener a su padre todavía compartiendo la belleza de este mundo, se visten de gratitud y amor para abrazar a quien les ha regalado la existencia. De igual modo, los hijos que no comparten esa suerte, pero que tienen la “dicha” de tener entre sus concepciones al mito de la inmortalidad del alma, se preparan para ir al camposanto y elevar una y mil plegarias por el espíritu de su progenitor. Pero quienes hemos dejado de esconder la cabeza en el polvo de las cosas celestes – como diría Nietzsche – y tampoco tenemos la dicha de compartir este mundo con el varón que nos dio la vida, qué podemos hacer este domingo de junio, sino recordar con amor la vida de quien edificó la nuestra y, en último caso, soslayar y tratar de olvidar esa fecha.

La Universidad Técnica de Cajamarca.
Hay sin embargo, otra actitud – presente sobretodo en espíritus como el mío, con tanta vocación a la crítica de temas sociales antes que personales – frente a este día del padre; y esta es enfocar el tema desde otro ángulo.
¿Tienen las instituciones un padre? Creo que sí. Pero aún aceptando esta situación, cabe preguntarnos ¿Quién es el padre de una institución? Unos dirán que dicho título sólo merece quien ha gestado dicha institución, quien la ha formado. Sin embargo, definir a dicha persona sería definitivamente imposible para la mayoría de instituciones, por ello, para el presente comentario, atribuiremos el título de padre de una institución a quien ocasionalmente edifica su desarrollo, es decir, a quien la dirige.
En este orden de ideas, el padre de nuestra universidad sería, prima facie, el señor rector: Dr. Angelmiro Montoya.
Pero aún esta consideración puede ser digna de análisis. Hemos dicho que el padre de una institución, para efectos del presente, es quien edifica su desarrollo. Cabe entonces la pregunta: ¿Es el Dr. Angelmiro, padre o padrastro de nuestra universidad?
Veamos. ¿Qué ha hecho la gestión del Sr. Angelmiro por el desarrollo de la institución?
Responder esta pregunta es todo un asunto, pues lo que caracteriza a la gestión del actual rector es, sin duda, esa vocación de prometer sin ánimo alguno de cumplir lo prometido. Y si no, recordemos las mil y una promesas de su campaña y observemos la realidad cabizbaja de nuestra institución a la fecha.
De los ejes y objetivos estratégicos que formaban parte del documento que orgullosamente presentaba Comunidad Universitaria en campaña, poco o nada se ha hecho realidad. En torno a la formación profesional: nada del prometido estudio de mercado de la demanda educativa y profesional, nada de actualizar curriculas. Nuestra universidad sigue fabricando profesionales con curriculas hechas desde un escritorio, sin tener en cuenta los perfiles profesionales que exige la sociedad actual, se sigue fabricando desempleados. En cuanto a la investigación, ni qué decir. Se ha preferido construir cafetines que implementar laboratorios y bibliotecas; se han priorizado proyectos de alumbrado y construcción de pistas, antes que proyectos de desarrollo educativo con la cooperación nacional e internacional, como decía textualmente la promesa de don Angelmiro.
Ni hablar de proyección y extensión universitaria: hasta hoy esperamos la creación del Banco de Proyectos o el Programa de Intercambio Universitario.
¿Y de la planificación y administración universitaria? Hay que reconocer que renovaron el Estatuto y el Reglamento de la Universidad, pero lamentablemente, estos son sólo letra muerta. No hay claustros plenos anuales, como debería; no existe la defensoría del estudiante, como bien rezan dichos instrumentos normativos, etcétera, etcétera.
Definitivamente, el ilustre Doctor, tiene muy poco de padre y mucho de padrastro respecto a nuestra Universidad.
En todo caso, es padre del desgobierno reinante en nuestra Alma Máter, padre de este edén de docentes mediocres y chantajistas, idólatras de ese becerro de oro del sindicato de docentes que erróneamente llaman huelga, padre de la ausencia de institucionalidad en nuestros claustros, progenitor indudable de la falta de respeto a las normas de nuestra universidad.
Por estos y otros motivos, la Universidad Nacional de Cajamarca no abrazará a nadie este domingo de junio.
A don Angelmiro en cambio, le lloverán muchos abrazos, si es que el desgobierno, la corrupción y la mediocridad no son ingratos.

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