Ya nos parecía que las hordas fujimoristas vestidas de anaranjado no eran tan espontáneas. Abajo ponemos un despacho de la agencia de prensa EFE, que analiza lo que realmente hay detrás de las movilizaciones de los adoradores del jefe de la mafia japonesa que nos gobernó por diez años. Estas manifestaciones pueden ser atribuidas "al clientelismo y sobre todo al respaldo eficaz de un aparato que cuenta con fondos para engrasarlo", dice el despacho. Nosotros agregamos que la banda que encabezó Alberto Fujimori es considerada como la más ladrona que haya atacado nunca al Tesoro Nacional. Se supone que robaron por lo menos 2.000 millones de dólares. ¡Con lo que se puede pagar ejércitos enteros con polos anaranjados...! ¡Deberían juzgarlo también por esto! (NdlR).
El culto a Fujimori, entre la adhesión espontánea y los simpatizantes pagados
Lima, 3 abr (EFE) - Ocho años después de su rocambolesca huida de Perú, el ex presidente Alberto Fujimori sigue gozando de popularidad entre miles de peruanos, una adhesión que para muchos es espontánea y para otros es clientelismo y resultado de un aparato organizado.
Desde el inicio del juicio a Fujimori por violación de los derechos humanos los simpatizantes de quien gobernó Perú de 1990 a 2000 se han congregado vestidos de naranja, el color del fujimorismo, y con pancartas proclamando su inocencia en los alrededores de su centro de detención o en las calles de la capital.
Casi todos campesinos o moradores de barrios humildes, los manifestantes han sido comandados en ocasiones por el militar retirado Pedro Rejas, considerado el cabecilla del grupo de choque fujimorista.
Para Keiko Fujimori, hija y heredera del ex presidente, esta adhesión popular, que sorprende por su organización y férrea disciplina, es el reflejo del reconocimiento del pueblo a su padre por devolver la paz al país al derrotar al terrorismo, así como las obras de su gobierno.
"Yo era la personificación de un Estado que le había dado la espalda durante mucho tiempo", dijo Fujimori, al referirse a sus múltiples viajes al interior del país, en su intervención final ante el tribunal que lo juzga por violación de los derechos humanos.
Incluso, seguros del apoyo popular, Fujimori y su hija creen que esta simpatía incondicional se expresará en las urnas cuando se elija en 2011 a un nuevo gobernante.
Pero no todos los expertos coinciden en que se trate de un apoyo popular espontáneo a Fujimori, sino que lo atribuyen al clientelismo y sobre todo al respaldo eficaz de un aparato que cuenta con fondos para engrasarlo.
El analista político Eduardo Toche manifestó a Efe que Fujimori tiene cerca del 30 por ciento de popularidad en las encuestas, una simpatía que se basa en la lucha contra la subversión acometida durante su régimen y a los "criterios de eficiencia" en la administración que implantó.
"Allí están las carreteras y los colegios", añadió sobre la percepción del legado de Fujimori, aunque la gente se olvida que "las carreteras ahora no sirven para nada (pues se han agrietado) y los colegios comenzaron a caerse".
El antropólogo César Zamalloa reconoció a Efe que "es cierto que Fujimori regaló mucho dinero directamente a muchos pueblos jóvenes y comunidades campesinas", pero se mostró escéptico sobre una adhesión masiva al ex presidente.
"El brillo no es tan intenso como se quiere aparentar", dijo.
"Esto en la teoría política se llama clientelismo. La gente pobre, miserable, se contenta con muy poco", recalcó, al explicar que Fujimori representa para algunos sectores, especialmente del centro del país, la figura "del papá que regala cosas".
"Lamentablemente tenemos un país que no ha salido del pensamiento arcaico", subrayó Zamalloa, y dijo que esta "relación perversa" es común en un país "desinstitucionalizado y lleno de corrupción".
Los pobladores humildes que apoyan a Fujimori aspiran en realidad a hacerse con un puesto de trabajo si el fujimorismo vuelve al gobierno, señaló el antropólogo.
Tanto para Toche como Zamalloa, detrás de las movilizaciones hay un aparato organizado, gente que tiene la capacidad de seguir entregando dádivas con dinero de procedencia presuntamente ilícita.
Para Toche está claro que Fujimori no necesariamente encarna a un líder que arrastra a las masas: "Fujimori como líder deja mucho que desear, es un aparato (que alienta las manifestaciones de adhesión) y un aparato, para que funcione, necesita financiarse", precisó.
Los fujimoristas se movilizan "en función de intereses de corto plazo: me pagas con alimentos y te devuelvo con manifestación, y eso es un enganche que funciona en un país donde el 50 por ciento de la población vive en situación de pobreza", puntualizó Toche.
El culto a Fujimori, entre la adhesión espontánea y los simpatizantes pagados
Lima, 3 abr (EFE) - Ocho años después de su rocambolesca huida de Perú, el ex presidente Alberto Fujimori sigue gozando de popularidad entre miles de peruanos, una adhesión que para muchos es espontánea y para otros es clientelismo y resultado de un aparato organizado.
Desde el inicio del juicio a Fujimori por violación de los derechos humanos los simpatizantes de quien gobernó Perú de 1990 a 2000 se han congregado vestidos de naranja, el color del fujimorismo, y con pancartas proclamando su inocencia en los alrededores de su centro de detención o en las calles de la capital.
Casi todos campesinos o moradores de barrios humildes, los manifestantes han sido comandados en ocasiones por el militar retirado Pedro Rejas, considerado el cabecilla del grupo de choque fujimorista.
Para Keiko Fujimori, hija y heredera del ex presidente, esta adhesión popular, que sorprende por su organización y férrea disciplina, es el reflejo del reconocimiento del pueblo a su padre por devolver la paz al país al derrotar al terrorismo, así como las obras de su gobierno.
"Yo era la personificación de un Estado que le había dado la espalda durante mucho tiempo", dijo Fujimori, al referirse a sus múltiples viajes al interior del país, en su intervención final ante el tribunal que lo juzga por violación de los derechos humanos.
Incluso, seguros del apoyo popular, Fujimori y su hija creen que esta simpatía incondicional se expresará en las urnas cuando se elija en 2011 a un nuevo gobernante.
Pero no todos los expertos coinciden en que se trate de un apoyo popular espontáneo a Fujimori, sino que lo atribuyen al clientelismo y sobre todo al respaldo eficaz de un aparato que cuenta con fondos para engrasarlo.
El analista político Eduardo Toche manifestó a Efe que Fujimori tiene cerca del 30 por ciento de popularidad en las encuestas, una simpatía que se basa en la lucha contra la subversión acometida durante su régimen y a los "criterios de eficiencia" en la administración que implantó.
"Allí están las carreteras y los colegios", añadió sobre la percepción del legado de Fujimori, aunque la gente se olvida que "las carreteras ahora no sirven para nada (pues se han agrietado) y los colegios comenzaron a caerse".
El antropólogo César Zamalloa reconoció a Efe que "es cierto que Fujimori regaló mucho dinero directamente a muchos pueblos jóvenes y comunidades campesinas", pero se mostró escéptico sobre una adhesión masiva al ex presidente.
"El brillo no es tan intenso como se quiere aparentar", dijo.
"Esto en la teoría política se llama clientelismo. La gente pobre, miserable, se contenta con muy poco", recalcó, al explicar que Fujimori representa para algunos sectores, especialmente del centro del país, la figura "del papá que regala cosas".
"Lamentablemente tenemos un país que no ha salido del pensamiento arcaico", subrayó Zamalloa, y dijo que esta "relación perversa" es común en un país "desinstitucionalizado y lleno de corrupción".
Los pobladores humildes que apoyan a Fujimori aspiran en realidad a hacerse con un puesto de trabajo si el fujimorismo vuelve al gobierno, señaló el antropólogo.
Tanto para Toche como Zamalloa, detrás de las movilizaciones hay un aparato organizado, gente que tiene la capacidad de seguir entregando dádivas con dinero de procedencia presuntamente ilícita.
Para Toche está claro que Fujimori no necesariamente encarna a un líder que arrastra a las masas: "Fujimori como líder deja mucho que desear, es un aparato (que alienta las manifestaciones de adhesión) y un aparato, para que funcione, necesita financiarse", precisó.
Los fujimoristas se movilizan "en función de intereses de corto plazo: me pagas con alimentos y te devuelvo con manifestación, y eso es un enganche que funciona en un país donde el 50 por ciento de la población vive en situación de pobreza", puntualizó Toche.
1 comentario:
Encima las encuentas dan favorita, en Lima, a Keiko, la ¨heredera". Es una verguenza, somos un país lleno de ignorantes o de idiotas.
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