Celendín
Nada hay más execrable en esta vida que el aprovecharse de los justos anhelos del pueblo y prometerle, no el oro y el moro, porque esa es prerrogativa de Yanacocha, sino el respetar su derecho a la vida y después darle la espalda y traicionarlo. Esto explica en resumen las razones del por qué nadie quiere a Ollanta Humala en Cajamarca y el por qué no tiene los redaños suficientes para volver a pisar suelo cajamarquino, y su mujer tampoco, dicho sea de paso.
Todos los que votamos por él creyendo que era la única garantía de que no iban a volver los tiempos oprobiosos del oscurantismo fujimontescinista, que va a cambiar el estado de cosas e iba a volver a la Constitución del 79, por ser apócrifa la creada con nombre propio por el dictador y saqueador nipón, estamos hoy decepcionados, porque como ocurrió en toda la historia del Perú, Humala está aplicando las mismas reglas que en campaña combatió. La presencia de rezagos del fujimontescinismo en altas esferas del gobierno es una prueba irrefutable de que nos están dando gato por liebre.
Y la crítica a este gobierno genuflexo y servil no solo parte de nosotros, sino de sus propios familiares y de sus ex aliados, su padre ha denunciado que el presidente está atrapado en la telaraña fujimontescinista, que la Ley de Minería es criminal y ha exigido la renuncia del incapaz primer ministro por su incapacidad para el diálogo. Lo mismo ha hecho su hermana Ima Sumac participando en las marchas en París contra el proyecto Conga, dando una clara lección de que lo honrado y decente es no ser cómplices de este exabrupto que condena toda la humanidad.
Aquellos que sostienen que las críticas de don Isaac Humala a su hijo son irresponsables o signos de demencia senil, deberían reflexionar acerca de su papel de padres ¿Es lícito amparar las malas acciones de los hijos? ¿Si un hijo en edad escolar roba las cosas de sus compañeros y miente culpando a otros, debemos apañar sus errores o decir que son “pecadillos veniales” de la inexperiencia? Proceder así es construir un delincuente o cuando menos un mentiroso compulsivo que mentirá toda su vida.
La crisis política que atraviesa el partido de gobierno, ocasionadas mayormente por la actitud autoritaria y prepotente de Valdés, ha hecho que los más pensantes hagan abandono de sus filas, en una actitud que los consecuentes aprobamos, porque eso no es de ninguna manera transfuguismo, sino corresponder a las expectativas de sus electores. Mantenerse en su postura original es lo correcto y consecuente. Transfuguismo es pasarse al otro bando en nombre del estado de derecho.
¿Pero de qué estado de derecho se habla? Por supuesto del que propone el neoliberalismo engendrado por el gobierno más corrupto de la historia. Un estado de derecho que privilegia y aumenta el poder de las clases pudientes en desmedro de miles de campesinos condenados a la miseria, avasallados por la prepotencia de las transnacionales y sin esperanza para sus hijos. Por eso, frente a los justos reclamos de los dirigentes cajamarquinos, la bancada fujimontescinista salta hasta el techo pidiendo cárcel para ellos por apología de la rebelión. ¿Pero esto mismo no hicieron Ollanta, Toledo y muchos otros?
Estos son los hechos y los indicios que estamos regresando a los tiempos del nipón, los mismos métodos redivivos para amedrentar a la gente: detenciones injustas, procesos en jurisdicciones ajenas a los hechos, amenazas de todo tipo y represiones brutales, incluidos muertos y heridos, por parte de los mercenarios policiales al servicio de las mineras. Todo esto sucede en un gobierno que no tiene escrúpulos en seguir llamándose nacionalista. Así no juega Perú.
Todos los que votamos por él creyendo que era la única garantía de que no iban a volver los tiempos oprobiosos del oscurantismo fujimontescinista, que va a cambiar el estado de cosas e iba a volver a la Constitución del 79, por ser apócrifa la creada con nombre propio por el dictador y saqueador nipón, estamos hoy decepcionados, porque como ocurrió en toda la historia del Perú, Humala está aplicando las mismas reglas que en campaña combatió. La presencia de rezagos del fujimontescinismo en altas esferas del gobierno es una prueba irrefutable de que nos están dando gato por liebre.
Los congresistas renunciantes... y vienen más. |
Aquellos que sostienen que las críticas de don Isaac Humala a su hijo son irresponsables o signos de demencia senil, deberían reflexionar acerca de su papel de padres ¿Es lícito amparar las malas acciones de los hijos? ¿Si un hijo en edad escolar roba las cosas de sus compañeros y miente culpando a otros, debemos apañar sus errores o decir que son “pecadillos veniales” de la inexperiencia? Proceder así es construir un delincuente o cuando menos un mentiroso compulsivo que mentirá toda su vida.
La crisis política que atraviesa el partido de gobierno, ocasionadas mayormente por la actitud autoritaria y prepotente de Valdés, ha hecho que los más pensantes hagan abandono de sus filas, en una actitud que los consecuentes aprobamos, porque eso no es de ninguna manera transfuguismo, sino corresponder a las expectativas de sus electores. Mantenerse en su postura original es lo correcto y consecuente. Transfuguismo es pasarse al otro bando en nombre del estado de derecho.
¿Pero de qué estado de derecho se habla? Por supuesto del que propone el neoliberalismo engendrado por el gobierno más corrupto de la historia. Un estado de derecho que privilegia y aumenta el poder de las clases pudientes en desmedro de miles de campesinos condenados a la miseria, avasallados por la prepotencia de las transnacionales y sin esperanza para sus hijos. Por eso, frente a los justos reclamos de los dirigentes cajamarquinos, la bancada fujimontescinista salta hasta el techo pidiendo cárcel para ellos por apología de la rebelión. ¿Pero esto mismo no hicieron Ollanta, Toledo y muchos otros?
Estos son los hechos y los indicios que estamos regresando a los tiempos del nipón, los mismos métodos redivivos para amedrentar a la gente: detenciones injustas, procesos en jurisdicciones ajenas a los hechos, amenazas de todo tipo y represiones brutales, incluidos muertos y heridos, por parte de los mercenarios policiales al servicio de las mineras. Todo esto sucede en un gobierno que no tiene escrúpulos en seguir llamándose nacionalista. Así no juega Perú.
¡FUERA YANACOCHA DE CELENDIN. CONGA NO VA, Y NO VA!
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