Por Constante Vigil
Celendín
Después de diez días de paro indefinido, las fuerzas cívicas de Cajamarca han demostrado una unión a toda prueba en defensa de los recursos hídricos del departamento y de nuestro derecho a vivir en paz, con perspectivas de salud y progreso como lo establece la Constitución. El movimiento que surgió hace seis años, apenas como una propuesta aislada en la que nos cupo el papel de concientización y sensibilización de la opinión pública, ha cuajado y es ahora un fenómeno de masas. En efecto, no araron en el mar quienes predicaron en la red en CELENDÍN PUEBLO MAGICO, CELENDÍN RESISTENTE, FUSCÁN y CHUNGO y BATÁN, publicaciones nuestras en donde, año tras año, advertimos al público celendino sobre las inconveniencias que resultarían de una explotación aurífera en la zona de Conga por parte de la Newmont Mining y de sus socios criollos de Buenaventura.
Y nuestra prédica, a veces ingrata y malentendida, no ha tenido mejor fundamento que exponer claramente y con la verdad en la mano el desventurado y criminal accionar de la empresa en Cajamarca, provincia a la que depredaron y contaminaron impunemente durante casi veinte años sin que esta ya larga incursión signifique ningún progreso socio-económico significativo para la región. Por el contrario, a través de estos años hemos sufrido vejaciones, contaminación con un sinnúmero de víctimas, pérdidas materiales e inclusive algunas víctimas mortales en las personas de los que se atrevieron a enfrentar su prepotencia.
Con este triste currículo, aceptar a Yanacocha como huésped en las alturas de Celendín era como meter al lobo entre el redil de ovejas. Nada garantizaba que esta empresa, pese a los esfuerzos de sus esbirros en maquillarle el hocico y empolvarle las patas, hubiera cambiado de actitud frente a la naturaleza ni frente a las comunidades con las que tenía que convivir en paz. Desde el inicio de sus actividades se sucedieron engaños, despojos, desalojos y, sobre todo, la prepotencia de arrogarse atribuciones como si fueran un Estado dentro de otro, con sus propias leyes y su matonería, como cuando no dejaban ingresar a nadie en lo que consideraban su territorio, sin que ninguna autoridad se atreviera a fiscalizar la legalidad de todo esto.
Nos alegramos de que los comuneros celendinos, los habitantes de los pueblos y caseríos, y las autoridades consecuentes de nuestra provincia lo hayan comprendido así y hayan tomado la decisión que tomaron, porque eso no sólo nos ha salvado sino que nos ha devuelto la dignidad de celendinos que sabemos hacer respetar nuestros principios y nos jugamos la vida en defensa de la tierra que amamos y deseamos legar a nuestros hijos. ¡Qué mejor lección para las generaciones venideras que esta muestra de entereza y unión! Celendín ahora está en boca de todo el mundo, de los salvajes avarientos que prefieren el oro a la vida para denostarlo y de los que amamos el agua y la vida para sacar de su entereza una lección.
En el fragor de las batallas se han decantado muchos personajes para bien y para mal. Por un lado la cimentación de algunos dirigentes de las fuerzas civiles y autoridades celendinas que demostraron que en verdad son personas capaces de dirigir las acciones que se propone el pueblo y de interpretar correctamente sus propósitos y sus anhelos de paz. Por otro lado, dirigentes, periodistas, artistas y profesionales pusilánimes que cedieron ante la tentación de la minera para actuar como felipillos en su favor. El pueblo, que tiene la voz de Dios, sacara sus propias conclusiones y ahora sabe en quienes puede confiar.
Esperamos que lo que se ha conseguido hasta el momento no nos ciegue y nos haga bajar la guardia porque la guerra no ha acabado. La tregua emitida por la empresa, como si se tratara del gobierno central, es un aviso de que nos quieren jugar al cansancio, que la minera espera oculta entre las esferas del poder, al que ha corrompido, el momento preciso para saltar sobre su inerme víctima. Lecciones de este tipo las conocemos de sobra y esto tiene que mantenernos sobre aviso, vigilantes y atentos al curso de los acontecimientos.
La razón que nos ampara es la de cualquier ciudadano del mundo que esté en paz con su conciencia y sea consecuente con su rol histórico como ciudadano de un planeta que, a causa de la desmedida ambición de algunos, ahora está al borde del colapso. Proteger nuestras lagunas y su biodiversidad es un servicio que prestamos a la humanidad, ayudando a conservar la salud del planeta, porque Sud América es uno de los pocos pulmones que le quedan al mundo.
Que no nos importe los epítetos que nos endilga la derecha recalcitrante y satánica, tradicionalmente vendida a los grupos del poder, que diga que somos retrógrados, opuestos al progreso del país, cavernícolas, etc. Creemos firmemente que el papel del Perú como mero exportador de materias primas, sin costo agregado, ha llegado a su fin. Es hora de encontrar nuevos caminos hacia el desarrollo sin la intromisión de compañías depredadoras como Newmont, que en términos criollos nos quieren agarrar de cholitos con el cuento de que gracias a su empeño, las vaquitas paren cuchros y los maíces producen el doble.
¡FUERA YANACOCHA DE CELENDIN, CONGA NO VA, NO VA, NO VA!
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Celendín
Después de diez días de paro indefinido, las fuerzas cívicas de Cajamarca han demostrado una unión a toda prueba en defensa de los recursos hídricos del departamento y de nuestro derecho a vivir en paz, con perspectivas de salud y progreso como lo establece la Constitución. El movimiento que surgió hace seis años, apenas como una propuesta aislada en la que nos cupo el papel de concientización y sensibilización de la opinión pública, ha cuajado y es ahora un fenómeno de masas. En efecto, no araron en el mar quienes predicaron en la red en CELENDÍN PUEBLO MAGICO, CELENDÍN RESISTENTE, FUSCÁN y CHUNGO y BATÁN, publicaciones nuestras en donde, año tras año, advertimos al público celendino sobre las inconveniencias que resultarían de una explotación aurífera en la zona de Conga por parte de la Newmont Mining y de sus socios criollos de Buenaventura.
El bello paisaje que la union de los celendinos quiere conservar.
Y nuestra prédica, a veces ingrata y malentendida, no ha tenido mejor fundamento que exponer claramente y con la verdad en la mano el desventurado y criminal accionar de la empresa en Cajamarca, provincia a la que depredaron y contaminaron impunemente durante casi veinte años sin que esta ya larga incursión signifique ningún progreso socio-económico significativo para la región. Por el contrario, a través de estos años hemos sufrido vejaciones, contaminación con un sinnúmero de víctimas, pérdidas materiales e inclusive algunas víctimas mortales en las personas de los que se atrevieron a enfrentar su prepotencia.
Con este triste currículo, aceptar a Yanacocha como huésped en las alturas de Celendín era como meter al lobo entre el redil de ovejas. Nada garantizaba que esta empresa, pese a los esfuerzos de sus esbirros en maquillarle el hocico y empolvarle las patas, hubiera cambiado de actitud frente a la naturaleza ni frente a las comunidades con las que tenía que convivir en paz. Desde el inicio de sus actividades se sucedieron engaños, despojos, desalojos y, sobre todo, la prepotencia de arrogarse atribuciones como si fueran un Estado dentro de otro, con sus propias leyes y su matonería, como cuando no dejaban ingresar a nadie en lo que consideraban su territorio, sin que ninguna autoridad se atreviera a fiscalizar la legalidad de todo esto.
Nos alegramos de que los comuneros celendinos, los habitantes de los pueblos y caseríos, y las autoridades consecuentes de nuestra provincia lo hayan comprendido así y hayan tomado la decisión que tomaron, porque eso no sólo nos ha salvado sino que nos ha devuelto la dignidad de celendinos que sabemos hacer respetar nuestros principios y nos jugamos la vida en defensa de la tierra que amamos y deseamos legar a nuestros hijos. ¡Qué mejor lección para las generaciones venideras que esta muestra de entereza y unión! Celendín ahora está en boca de todo el mundo, de los salvajes avarientos que prefieren el oro a la vida para denostarlo y de los que amamos el agua y la vida para sacar de su entereza una lección.
En el fragor de las batallas se han decantado muchos personajes para bien y para mal. Por un lado la cimentación de algunos dirigentes de las fuerzas civiles y autoridades celendinas que demostraron que en verdad son personas capaces de dirigir las acciones que se propone el pueblo y de interpretar correctamente sus propósitos y sus anhelos de paz. Por otro lado, dirigentes, periodistas, artistas y profesionales pusilánimes que cedieron ante la tentación de la minera para actuar como felipillos en su favor. El pueblo, que tiene la voz de Dios, sacara sus propias conclusiones y ahora sabe en quienes puede confiar.
Esperamos que lo que se ha conseguido hasta el momento no nos ciegue y nos haga bajar la guardia porque la guerra no ha acabado. La tregua emitida por la empresa, como si se tratara del gobierno central, es un aviso de que nos quieren jugar al cansancio, que la minera espera oculta entre las esferas del poder, al que ha corrompido, el momento preciso para saltar sobre su inerme víctima. Lecciones de este tipo las conocemos de sobra y esto tiene que mantenernos sobre aviso, vigilantes y atentos al curso de los acontecimientos.
La razón que nos ampara es la de cualquier ciudadano del mundo que esté en paz con su conciencia y sea consecuente con su rol histórico como ciudadano de un planeta que, a causa de la desmedida ambición de algunos, ahora está al borde del colapso. Proteger nuestras lagunas y su biodiversidad es un servicio que prestamos a la humanidad, ayudando a conservar la salud del planeta, porque Sud América es uno de los pocos pulmones que le quedan al mundo.
Que no nos importe los epítetos que nos endilga la derecha recalcitrante y satánica, tradicionalmente vendida a los grupos del poder, que diga que somos retrógrados, opuestos al progreso del país, cavernícolas, etc. Creemos firmemente que el papel del Perú como mero exportador de materias primas, sin costo agregado, ha llegado a su fin. Es hora de encontrar nuevos caminos hacia el desarrollo sin la intromisión de compañías depredadoras como Newmont, que en términos criollos nos quieren agarrar de cholitos con el cuento de que gracias a su empeño, las vaquitas paren cuchros y los maíces producen el doble.
¡FUERA YANACOCHA DE CELENDIN, CONGA NO VA, NO VA, NO VA!
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